25 diciembre, 2019

¿Como fue el nacimiento de Jesús? Nos lo dice la Beata Ana Catalina Emmerich



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¿Como fue el nacimiento de Jesús? Nos lo dice la Beata Ana Catalina Emmerich

En el curso de toda la historia humana, el Dios Verdadero, la Santísima Trinidad, nos deja indicios de la Verdad que está alrededor de Su Persona, en específico de Su Segunda Persona; de Jesús. Para nosotros seres humanos que creen en el Verdadero Dios, es como tener que hacer un enorme puzzle en el cual mitad de las piezas están puestas a enseñar algunos aspectos del mismo, pero muchas otras no están y Dios nos las envía, poco a poco, en el curso de las épocas para que el puzzle sea cada vez más completo, detallado y comprensible. La comprensión se afina a medida que podemos y queremos procesar informaciones muy sofisticadas como en el caso de esta Beata y vidente a quien Dios le concedió el don de ver el nacimiento de Jesús en directa ya que para Dios no existe ni el tiempo ni el espacio.

La Beata en cuestión se llama Ana Catalina Emmerich. Sus visiones son muy detalladas, detalles que no habría podido saber nadie excepto quien vivió en primera persona el milagroso y asombroso evento del nacimiento de Jesús, evento que desvela como María es Virgen antes, durante y después del parto.

“El resplandor en torno a la Santísima Virgen se hacía cada vez mayor y ya no se veía la luz de la lámpara que había encendido José. La Santísima Virgen estaba vuelta a Oriente y arrodillada sobre su colcha de dormir, con su amplio vestido suelto y extendido en torno a ella”.

Este fue el momento justamente previo a que la Virgen María diera a luz a Cristo, el Salvador, tal y como lo relató la beata Ana Catalina Emmerich, que recibió el don especial para revelar cómo fue la vida de Jesús y de María Virgen a través de lo que ella llamaba “cuadros”, una especie de fotogramas que veía al mismo tiempo que se producían estos acontecimientos históricos y divinos.

Ana Catalina Emmerich fue una religiosa alemana, declarada Beata por la Iglesia. Sufrió los estigmas de Jesús y se alimentaba únicamente de la Eucaristía. Esta humilde mujer nació a finales de siglo XVIII y aunque sus visiones no son dogma de fe, la Iglesia considera particulares de gran valor para acercarse, en este caso, a la figura de la Virgen. Durante un largo tiempo el escritor Clemente Brentano fue recogiendo de boca de la Emmerich estas visiones y ahora están publicadas en libros como La vida oculta de la Virgen María y La Amarga Pasión de Cristo.

En su relato, la monja agustina explica con detalle todo lo que vio de este momento clave para la humanidad. Así, recuerda que… “A las doce de la noche la Virgen se quedó arrobada en oración: la vi elevarse sobre la tierra de modo que podía verse el suelo debajo (…) Entonces ya no vi más el techo de la gruta, y una vía de luz se abrió entre María y lo más alto del Cielo con un resplandor cada vez más alto”.

“En esta vía de luz apareció un maravilloso movimiento de glorias que se interpretaban y se acercaban perceptiblemente en forma de coros de espíritus celestiales”.

Y entonces se produjo el Nacimiento del Mesías, el Señor, pues “la Santísima Virgen, que levitaba en éxtasis, rezaba ahora mirando hacia abajo, al suelo, a su Dios en cuya madre se había convertido, que yacía ante ella en el suelo como un recién nacido desvalido”.

“Vi a Nuestro Salvador como un niño muy pequeño y refulgente cuya luz sobrepasaba la del esplendor circundante, acostado en la manta delante de las rodillas de la Santísima Virgen. Para mí era como si fuera muy pequeñito y se fuera haciendo más grande ante mis ojos. Pero todo esto solo era un movimiento del otro resplandor tan grande, que no puedo decir con seguridad cómo lo he visto”.

La Virgen “estuvo así arrobada todavía un rato y vi que le puso al niño un paño, pero no lo tomó en brazos ni lo levantó. Al cabo de un largo rato vi que el niño rebullía y lo oí llorar, y entonces fue como si María volviera en sí: levantó al niñito de la alfombra y lo envolvió en el pañal que le había puesto encima y lo sostuvo en brazos junto a su pecho. Luego se sentó y envolvió completamente al niño en su velo: creo que María daba de mamar al Salvador. Entonces vi en torno a ella ángeles de figura totalmente humana adorando con el rostro en el suelo”.

Recordamos que gracias a ésta humilde monja y a sus indicaciones frutos de sus visiones, se hallaron los restos de la casa de la Virgen en Éfeso.

Seguimos con las visiones…“Ya habría pasado más de una hora desde el nacimiento cuando María llamó a José, que todavía estaba en oración. Cuando José se acercó, se postró sobre su rostro con fervor, alegría y humildad, y sólo se levantó cuando María le pidió varias veces que apretara al Niño contra su corazón y diera gracias alegremente por el sagrado regalo del Altísimo. Entonces José se incorporó, recibió en sus brazos al niño Jesús y alabó a Dios con lágrimas de gozo”.

“La Santísima Virgen envolvió al niño en pañales. En este momento no recuerdo la forma de envolverlo en pañales, sólo sé que uno era rojo, y sobre él una envoltura blanca hasta debajo de los bracitos y otro pañalito más por arriba hasta la cabecita. María solamente tenía cuatro pañales”.

“Luego vi a María y José sentados, en el suelo desnudo, con las piernas cruzadas uno junto a otro. No hablaban y parecían sumidos en contemplación. Sobre la alfombra delante de María yacía envuelto como un bebé, Jesús recién nacido, hermoso y radiante como un relámpago. ¡Ay!, pensé, este lugar contiene la salvación del mundo entero y nadie tiene ni la menor idea”, recogía Brentano de los labios de la monja alemana.

Después de esto colocaron al Niño en el pesebre, que según Emmerich, “estaba lleno de juncos y hierbas finas y revestido con un cobertor que colgaba por los costados. El pesebre estaba encima del abrevadero de piedra que había a la derecha de la entrada de la cueva”.

Una vez que María y José dejaron ahí al niño, “los dos se quedaron de pie a su lado cantando himnos entre lágrimas de alegría”.

El Nacimiento de Cristo recorrió el mundo y cuenta la monja que “Vi que los corazones de muchas buenas gentes se llenaron de jubiloso anhelo, y los corazones de los malos de gran temor. Muchos animales se movían alegremente, y en muchos lugares vi que las flores se enderezaban y que las hierbas, árboles y arbustos expandían aromas y destilaban bálsamos. Muchas fuentes se hinchieron y brotaron, y en la cueva de la loma al sur de la Cueva del Pesebre brotó una caudalosa fuente a la hora que nació Jesús, que a la mañana siguiente San José enmarcó y la preparó un cauce”.

A la mañana siguiente llegaron tres mayorales de los pastores a los que el Ángel se les había aparecido aquella noche. “Cuando llamaron tímidamente a la Cueva del Pesebre, San José salió a recibirlos cordialmente. Ellos le dijeron lo que les había anunciado esa noche el ángel, y que venían a adorar al Niño de la Promesa y a regalarle sus pobres dones. José aceptó sus regalos con humilde gratitud e hizo que llevaran los animales a la cueva cuya entrada estaba junto a la puerta Sur de la Cueva del Pesebre, adonde los acompañó”.

Ana Catalina Emmerich prosigue asegurando que José “luego llevó a los tres mayorales a ver a la Santísima Virgen, que estaba junto al pesebre sentada en el suelo encima de una manta con el Niño Jesús en el regazo. Los pastores, con sus cayados en la mano, se hincaron de rodillas humildemente delante de Jesús. Lloraban de alegría y permanecieron mucho rato con gran dulzura y sin palabras. Luego cantaron el himno de alabanza que los ángeles habían cantado esa noche y un salmo que he olvidado. Cuando quisieron despedirse, la Santísima Virgen les puso a uno tras otro el Niño Jesús en brazos. Se lo devolvieron con lágrimas y abandonaron la cueva”.

Este relato es ASOMBROSO. Nada de lo que ha dicho la Emmerich contradice los Evangelios ni los Dogmas y desvela el Infinito Poder de Dios que Asombra y deja sin habla porque se trata de un Poder de Amor que deslumbra. La Luz de la que se habla yo la interpreto como la Energía de Amor de Dios, una Energía / Fuerza CREADORA capaz de DAR LA VIDA.

No es una luz normal que solo ilumina. En éste relato se entiende claramente que el Niño Jesús es como si hubiera sido “moldeado” dentro de esta Luz, como el Alfarero hace sus obras con el barro, solo que Dios lo hace DESDE DENTRO DE LA MATERIA o DESDE DENTRO DE SU MISMA ENERGÍA/FUERZA CREADORA que, en éste caso, se comporta como si fuera algo material también si no de la misma naturaleza de las cosas materiales de esta dimensión.

En resume, pienso que Dios, usando una Ternura infinita, haya “teletrasportado” Dios-Niño desde el vientre de la Virgen María hacia el exterior, a través de Su Fuerza / Energía Creadora, usando una manera muy parecida a aquella que usó para ingenerarLe en el vientre de la misma Maria. Esto explicaría sin lugar a dudas algo que nunca hemos entendido y que debemos creer por Fe: que María es Virgen en todos sus tres aspectos, en mente, cuerpo y alma y también antes, durante y después del parto.

La misma energía poderosa fue usada de Dios para la Resurrección de Cristo, materializandole.
De los últimos estudios sobre la Sindone, se ha encontrado sangre coagulado que no se rompió. Por lo tanto, no podía moverse para salir de la tumba y de los parches que Le envolvían sin romper las costras. La única forma hubiera sido la desmaterialización.

¡Es una MARAVILLA! Conocer a Dios es abrir las puertas de nuestra alma y de nuestro entendimiento hacia horizontes INFINITOS y absolutamente ASOMBROSOS que abarcan todos los aspectos humanos, también aquellos científicos!

¡ALABADO SEA EL SEÑOR en todo momento y en cada una de sus SANTÍSIMAS PERSONAS!

(http://iglesia-en-villar.es/blog/2018/01/04/como-fue-el-nacimiento-de-jesus/)

¡Feliz Navidad!


¡Feliz Navidad!


La Natividad del Señor



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25 de Diciembre: La Natividad del Señor (Misa del día)
Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 2,1-14): Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace».
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«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor»

Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero (Viladecans, Barcelona, España)

Hoy, nos ha nacido el Salvador. Ésta es la buena noticia de esta noche de Navidad. Como en cada Navidad, Jesús vuelve a nacer en el mundo, en cada casa, en nuestro corazón.

Pero, a diferencia de lo que celebra nuestra sociedad consumista, Jesús no nace en un ambiente de derroche, de compras, de comodidades, de caprichos y de grandes comidas. Jesús nace con la humildad de un portal y de un pesebre.

Y lo hace de esta manera porque es rechazado por los hombres: nadie había querido darles hospedaje, ni en las casas ni en las posadas. María y José, y el mismo Jesús recién nacido, sintieron lo que significa el rechazo, la falta de generosidad y de solidaridad.

Después, las cosas cambiarán y, con el anuncio del Ángel —«No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo» (Lc 2,10)— todos correrán hacia el portal para adorar al Hijo de Dios. Un poco como nuestra sociedad que margina y rechaza a muchas personas porque son pobres, extranjeros o sencillamente distintos a nosotros, y después celebra la Navidad hablando de paz, solidaridad y amor.

Hoy los cristianos estamos llenos de alegría, y con razón. Como afirma san León Magno: «Hoy no sienta bien que haya lugar para la tristeza en el momento en que ha nacido la vida». Pero no podemos olvidar que este nacimiento nos pide un compromiso: vivir la Navidad del modo más parecido posible a como lo vivió la Sagrada Familia. Es decir, sin ostentaciones, sin gastos innecesarios, sin lanzar la casa por la ventana. Celebrar y hacer fiesta es compatible con austeridad e, incluso, con la pobreza.

Por otro lado, si nosotros durante estos días no tenemos verdaderos sentimientos de solidaridad hacia los rechazados, forasteros, sin techo, es que en el fondo somos como los habitantes de Belén: no acogemos a nuestro Niño Jesús.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-12-25)