¡Oh!, Señor de los Milagros, Vos, Sois el Dios de la Vida,
y del Amor, que pintáis octubre de morado, todo el orbe de
la tierra, y que hacéis sublime y grandiosa la mística de
la fe Católica. En octubre, de manos de un negro esclavo
angoleño, guiado por el Espíritu Santo, plasmó vuestra
sagrada efigie Redentora, un lienzo de adobe, para que
patrocinarais sus reuniones y os sirvieses de siempre de
guía. Con el paso de los años, bajo vuestro amparo, todas
las sangres unís en una sola fe, en un sólo amor y luz. Y,
así, desde siempre, la fervorosa multitud eleva oraciones,
súplicas y gracias, a Vos, Dios de la Vida y del Amor. La
fe, montañas mueve, y las voluntades más recias, mansas se
vuelven, gracias al destello de Vuestra luz divina, que
cae sobre vuestros fieles, mientras el andar cansino de
vuestra imagen desbroza por doquier milagros, amor y paz.
Os rindió culto, el Conde de Lemos, y ordenó que se os
venerase en el mismo lugar, donde Vos, pintado fuisteis.
Y, de pronto, un terremoto, midió fuerzas con vuestra
divinidad, y rajaduras y desplomes produjo, pero, nunca
en vuestro mural, por designios de la Trinidad Santa. Y,
así, Sebastián de Antuñano, amoroso y fiel siervo vuestro,
inició la procesión con una réplica de vuestra santa imagen,
originando las procesiones de octubre, con Vos, que tiñen
de morado y de incienso estos tiempos. “Es ya tiempo que
esta iglesia se edifique y siendo el fondo principal con
que debe contar la devoción de este vecindario que juró
a este Divino Señor Patrón de la Ciudad contra los temblores
que en ella se repiten, a dispuesto una Misa para el
Domingo cuatro de Mayo en la puerta del Colegio de los
Desamparados, allí esperaran de su generoso ánimo aquella
prueba que le dictare su piedad”. Rezaba así, la invitación,
que con apoyo del Virrey, las Madres Nazarenas, esparcieron
por toda la ciudad de Lima, haciendo hasta hoy, y por los
siglos de los siglos morado el mes de octubre, lleno de
fe y de esperanza por Vuestro grande Amor, por el hombre;
¡oh!, Señor de los Milagros, “Regalo de Amor y Fe de Dios Padre”.
© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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La Fe de Octubre
¡Oh!, Señor de los Milagros,
desde el angoleño aquél,
que Vuestra imagen pintó,
mares de gentío por el
mundo todo, en Octubre
se vuelcan tras de Vos,
en pos de la eternidad
prometida y Vos, no los
dafraudais Dios de la vida;
¡Oh!, Señor de Los Milagros.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Octubre
El Señor de los Milagros
Historia del Señor de los Milagros
El cielo de Lima se torna de color morado, entre el carmín y el azul, todos los octubres de nuestras vidas. La procesión del Señor de los Milagros, el Cristo de Pachacamilla, el Cristo moreno o cuanta denominación ostente, es considerada una de las más multitudinarias de todo el orbe, tanto por el inmenso mar humano que alberga como por la sublimidad y grandiosidad espiritual que trae consigo esta mística expresión de fe católica del pueblo limeño. En una Lima en donde conviven y luchan por sobrevivir en circunstancias adversas cholos, negros, blancos, chinos y demás razas que la conforman, octubre es el momento cumbre que los une a todos bajo el eslabón de una sola creencia, una sola fe, una sola y anhelada esperanza en el milagro que algún día recaerá en ellos.
Atrás queda el agotador y, a veces, sofocante apretujamiento de la fervorosa multitud por acercarse a la imagen para poder tocarla y besarla. Dicen que la fe mueve montañas y hasta las voluntades más reprimidas se vuelven inquebrantables gracias al destello de luz que despabila sobre la gente, el andar cansino pero señorial y ubérrimo de la imagen del Señor de los Milagros.
Pero, ¿cómo empezó a forjarse toda esta mágica religiosidad en el espíritu limeño?, ¿qué tuvo que pasar para que germinara en los corazones la solidaridad cristiana y la unción religiosa en torno a la imagen del Cristo de Pachacamilla?
Primera Misa
Después de estos extraordinarios sucesos, la parroquia de San Marcelo como de San Sebastián quisieron trasladar el mural a sus parroquias en ambos casos no dio resultados. El Conde de Lemos personalmente rindió culto a la imagen y acordó con la autoridad eclesiástica que en definitiva se le venerase en el mismo lugar para lo cual ordeno inmediatamente se levantara una ermita provisional.
Siempre con el apoyo de los fieles del lugar la imagen quedó cercada con adobes, lo techaron con esteras y levantaron un sencillo altar al pie del Cristo Crucificado. Una vez terminado estos trabajos se logro que se oficiara la primera misa ante la sagrada imagen del Cristo de Pachacamilla, un día lunes 14 de setiembre de 1671. A está ceremonia religiosa asistió el Virrey y su señora esposa, altas autoridades civiles como eclesiásticas y un gran número de vecinos y devotos.
Después de está primera misa el Virrey y su esposa continuaron rindiéndole culto a la imagen, aumentando así los devotos, que venían desde lejos inclusive, para conocer y reverenciar a la portentosa imagen del mural de Pachacamilla que pronto comenzaron a llamarlo el Santo Cristo de los Milagros o de las Maravillas.
Primera procesión
El terremoto del 20 de Octubre de 1687 produjo rajaduras y desmoronamientos en la Capilla, pero el sagrado mural quedó incólume, como muestra de los designios divinos. Fue así que Sebastián de Antuñano inicio la procesión con una replica de la imagen, originando así las tradicionales procesiones de octubre del Señor de los Milagros de Nazarenas. En su primer recorrido llegó hasta la Plaza Mayor, al Cabildo limeño, donde recibió en ambos lugares fervorosa pleitesía contando con el acompañamiento de acongojados fieles así como vecinos del lugar. Se tiene la seguridad que aquella replica es la misma que hoy en día nos sigue acompañando en los meses de octubre en su recorrido por la gran Lima.
Fundación del Monasterio
Después del entierro de la madre Antonia Lucia del Espíritu Santo, le sucedió en el cargo la madre Josefa de la Providencia. Bajo su dirección se enfrento a un a situación económica apremiante, recibiendo ayuda de Antuñano y del benefactor José de Lorenzana fiel devoto del Señor de los Milagros cuando la madre Josefa inicio las gestiones encaminadas a conseguir la Real Célula y la Bula Pontificia para poder fundar el Monasterio tuvo que luchar y superar muchas dificultades y contratiempos. Hacia 1718 un caballero llamado Jerónimo Machado fue a visitar a la madre Josefa de la Providencia, acompañado de su esposa e hija y al enterarse que estaba iniciando las gestiones para la fundación se ofreció gentilmente a conseguir la licencia del Rey para la clausura aprovechando su próximo viaje a España y Roma.
La ansiada licencia que se encuentra en el archivo del Monasterio fue concedida por el Monarca Felipe V el día 8 de Febrero de 1720.
Años más tarde la madre Josefa tuvo la oportunidad de conocer al Padre Maestro Juan de Gazitúa de la Orden de los Predicadores, quien se ofreció gentilmente a obtener de su Santidad la Bula respectiva. Estando en Roma inicio las debidas gestiones ante la Santa Sede y el 27 de Agosto de 1727 Su Santidad Benedicto XIII concedió la ansiada Bula. Quedó aprobado entre otras cosas el uso del hábito morado y el característico modo de vestir de las Nazarenas.
Cuando la madre Josefa tuvo en sus manos la Bula Pontificia inicio de inmediato las gestiones necesarias para conseguir la ansiada clausura.
Conseguir está aprobación era considerado por la sufrida madre Josefa como coger el cielo con las manos hasta que por fin el Marqués de Casa Concha redacto la debida solicitud y el 14 de Noviembre 1729 expidió la aprobación el Arzobispado y seis días después el Virrey Marqués de Castelfuerte autorizó como patrono la respectiva fundación.
La Iglesia de Nazarenas
La iglesia reedificada por Sebastián Antuñano y el Monasterio fundado en 1730, sufrieron los estragos del violento sismo del 28 de Octubre de 1746, la construcción de un nuevo templo era necesario. A comienzos de 1766, por decisiva influencia de la Pericholi, ferviente devota del Señor de los Milagros, el XXXI Virrey Don Manuel Amat y Junient, fue a visitar la Iglesia de Nazarenas y al contemplar su lamentable estado, decidió la construcción de un nuevo templo para tan portentosa efigie, se puso de acuerdo con la Madre Priora Grimanesa Josefa de Santo Toribio C.D. y con la Benefactora Doña Maria Fernández de Córdova y Sande, sugiriéndole la idea de despertar los dormidos sentimientos del devoto pueblo limeño.
Contando con el importante apoyo del Virrey, las Madres Nazarenas, repartieron por toda la ciudad una invitación que decía: “…es ya tiempo que está iglesia se edifique y siendo el fondo principal con que debe contar la devoción de este vecindario que juro a este Divino Señor Patrón de la Ciudad contra los temblores que en ella se repiten, a dispuesto una mesa para el Domingo 4 de Mayo en la puerta principal del Colegio de los Desamparados….allí esperaran de su generoso ánimo aquella prueba que le dictare su piedad…”.
Fue con está invitación que al fin las madres Nazarenas después de 20 años del terremoto de 1746 tenían esperanzas de construir un nuevo templo para el Señor de los Milagros.
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