12 mayo, 2021

Santos Nereo , Aquileo y Pancrasio


Santos Nereo y Aquiles - 12 de mayo - Primeros Cristianos


Hoy es la fiesta de San Pancracio, patrono de los jóvenes que buscan trabajo

 

¡Oh!, Santos Nereo y Aquileo, vosotros, sois los hijos del Dios
de la vida, sus amados santos y mártires y que, san Dámaso, Papa,
dice de vosotros que, erais dos jóvenes que os habían enrolado
en el ejército y que, arrastrados por el miedo, dispuestos a
obedecer estabais las órdenes de un magistrado impío, pero que,
después de convertiros al Dios verdadero dejasteis el ejército,
arrojando vuestros escudos, armas y uniformes, y, que, rebosantes
de vuestro triunfo como confesores de Cristo, vuestras santas
vidas entregasteis en su honor y gloria. Vosotros, estabais
al servicio de Flavia Domitila, señora de alcurnia de Roma.
Eusebio, dice que ella, sobrina era, del Emperador Domiciano
y que, él mismo la envió al destierro, porque ella se declaró
cristiana y con ella os desterraron a vosotros también, porque
proclamasteis vuestra fe, en Cristo Jesús. San Jerónimo, dice
que vuestro destierro, fue cruel y largo y que, os sirvió
de martirio. Pasó el tiempo, y otro impío y cruel emperador
mandó que os cortaran la cabeza y así, el honor tuvieron
de derramar vuestra sangre por vuestra santa fe. San Dámaso,
papa, escribió la siguiente inscripción en vuestras tumbas:
“Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero
se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían
crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda
violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes
que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo
en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la
eternidad”. Y, así, vosotros, que, renunciando a servir a mortales
hombres, elegisteis poneros al servicio del Señor, que inmortal,
como es Él, os acogió en su Reino de plena luz inconmensurable,
donde ahora moráis eternamente, como premio a vuestro amor,
pues sabíais que, sin cruz, redención no hay. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
!Oh!, Santos Nereo y Aquileo, “vivas luces del Dios vivo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Mayo

Santos Nereo, Aquileo y Pancracio
Mártires

Martirologio Romano: Santos Nereo y Aquileo, mártires, los cuales, según refiere el papa san Dámaso, eran dos jóvenes que se habían enrolado en el ejército y que, arrastrados por el miedo, estaban dispuestos a obedecer las órdenes impías del magistrado, pero después de convertirse al Dios verdadero dejaron el ejército, arrojando sus escudos, armas y uniformes, contentos de su triunfo como confesores de Cristo. Sus cuerpos fueron sepultados en este día en el cementerio de Domitila, situado en la vía Ardeatina de Roma (s. III ex.).

Etimológicamente: Nereo = Aquel que domina el mar, es de origen griego.

San Nereo y Aquineo. Siglo I.

Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor.Afirma San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe. El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires: “Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad”.

San Pancracio. Año 304.

El doce de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declarase creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo.

Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: “Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre”.

Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: “Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: “En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo”. (Hechos 6,41).

Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: “Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre”.

Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.

Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.

San Pancracio: ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.

.(https://www.ewtn.com/es/catolicismo/santos/nereo-aquileo-y-pancracio-15024)

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