31 mayo, 2017

La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel


 
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¡Oh!; Santa Madre de Dios, que visitasteis a vuestra prima
Isabel, en Vuestro seno llevando al Dios de la Vida y Señor
Nuestro, Jesucristo; visitasteis a vuestra santa prima Isabel y
saludándola saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel
del Espíritu Santo y dijo en voz alta: “¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para
que me visite la Madre de mi Señor? En cuanto tu saludo
llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el
Señor se cumplirá”. Y, Vos, contestasteis: “Proclama mi alma
la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos
los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de
la misericordia como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre”¡Aleluya!
¡Oh!, Santa María, “Viva y Santa Madre del Dios de la Vida”.


 

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Mayo
La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel

¡Bendita tú entre las mujeres! Regnum Christi

Evangelio: Lucas 1, 39-56


En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -”¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.

María dijo: -”Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre”. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Meditación

Esta lectura en su visión completa nos remonta a aquella primera mujer, Eva, y a la nueva Eva María; pues en el mismo libro, unos capítulos antes somos testigos de las palabras tan fuertes que Dios dirige a su pueblo con la misma imagen de la ciudad de Jerusalén, la llama impura, tirana, la trata de rebelde y desobediente. Así, Dios enaltece a María, la nueva Eva, madre de Dios a quién hoy veneramos en la fiesta de la Visitación.
Lo que viene a nuestra mente ante el nombre de María es la imagen de una mujer santa, de una mujer especialmente santa, tan fuera de lo común, de impresionantes virtudes. Por todo lo anterior, nos puede parecer poco humana, sin embargo hoy, la fiesta de la visitación de María a su prima Santa Isabel, presenta una realidad tan humana y tan sencilla como es el que ella, la madre de Dios, del Verbo divino vaya de visita.

Pensemos en Isabel, la prima visitada, una mujer también encinta como María. Las dos madres de dos hombres santos que morirían mártires, Juan el antecesor, Jesús el cumbre de la verdad y del amor de Dios a los hombres. Uno antes que el otro, preparando el camino. Jesús el Hijo de Dios, Juan el gran profeta de Dios. María es recibida por Isabel en un ambiente lleno de bondad, amor, felicidad, pero sobre todo de profundísima FE. Reconoce en María a la madre del Salvador, la creatura ha saltado de gozo en mi vientre al oírte, Maria. María la llena de gracia, la humilde contesta con el Magnificat. Es una radiografía del alma de María y del contenido de su generosidad y entrega absoluta y de su reconocimiento y alabanza a Dios, sin límite ni medida.

De Isabel podemos aprender la capacidad para conocer lo venido de Dios. Muchas personas convivían con María y no se dieron cuenta de las grandezas de Dios. Otras la persiguieron y abandonaron. La mayoría, no reconocieron a Dios en María. Isabel mujer de oración y de contemplación, sólo así se explica su reacción. Grandeza en María por acudir a su prima, santidad en Isabel por reconocer a la Madre de su Señor.

Oración

María, en mi caminar por la vida te pido auxilio constante. Sé mi guía y luz para no caer en los abismos de mi egoísmo y sensualidad. Calma mis ansias de mundo y purifica mis intenciones. Ayúdame a reconocer a Dios en todos y dame un corazón inflamado de amor a mis hermanos.

Dios, da a mi alma la gracia de querer, de gustar y de buscar fervientemente el que María habite en mi corazón. Así, Ella vigilará hasta verme un día gozando de ti en el cielo.

Propósito

Visitar a María y decirle que quiero recibirla en mi corazón todos los días de mi vida.

(http://www.mariologia.org/solemnidadlavisitacion27.htm)

30 mayo, 2017

Santa Juana de Arco


 
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¡Oh!, Santa Juana de Arco; vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa. Aquella mujer que,
desde pequeña, os entregasteis a Su divina providencia.
Cada sábado recogíais bellas y maravillosas flores
del campo para llevarlas al altar de Nuestra Señora.
San Miguel Arcángel, Santa Catalina y Santa Margarita,
fueron tras de vos y os hablaron así: “Vos debéis
salvar a vuestra nación y al rey”. Y, así, los colores
de Jesús y María, estandartes hechos, que flameasen
dejasteis sobre los campos de batalla, y, las victorias,
a raudales se dieron. Así, brilló la luz de la verdad
prontamente sobre vos, y así, también, la oscuridad
del maligno os envolvió y, por la envidia de los hombres,
crueles martirios sufristeis en la cárcel. Pero, nada
os importó el desprecio, el sobrevivir en las mazmorras,
el descrédito y el martirio final de quemada ser viva.
Inmutable y feliz, tres veces pronunciasteis el santo
nombre de Jesús. Encendieron una gran hoguera y os
ataron a un poste y os quemaron lentamente. Dejasteis
este mundo, rezando y vuestro consuelo, mirar era el
crucifijo y encomendaros a Nuestro Señor. Invocasteis
a San Miguel Arcángel, y luego, voló, vuestra alma
al cielo, para coronada ser con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega de amor. Las gentes
decían: “¡Hoy hemos quemado a una santa!”. Pero, Dios
es justo, y, veintitrés años después Calixto III, Papa
os liberó, de vuestra sentencia injusta del pasado.
El rey de Francia os declaró inocente y Benedicto XV
Papa, os proclamó santa, para gloria de Nuestra Iglesia,
y el pueblo francés os nombró feliz, su Santa Patrona;
¡oh!, Santa Juana de Arco; “vivo amor y valor; fe y verdad”.

 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Mayo
Santa Juana de Arco
Mártir
(1431)



Petición
Juana de Arco: concédenos un gran amor por nuestra patria.

Historia

Esta santa a los 17 años llegó a ser heroína nacional y mártir de la religión. Juana de Arco nació en el año 1412 en Donremy, Francia. Su padre se llamaba Jaime de Arco, y era un campesino.

Juana creció en el campo y nunca aprendió a leer ni a escribir. Pero su madre que era muy piadosa le infundió una gran confianza en el Padre Celestial y una tierna devoción hacia la Virgen María. Cada sábado la niña Juana recogía flores del campo para llevarles al altar de Nuestra Señora. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado. Era tan buena y bondadosa que todos en el pueblo la querían.

Su patria Francia, estaba en muy grave situación porque la habían invadido los ingleses que se iban posesionando rápidamente de muchas ciudades y hacían grandes estragos. A los catorce años la niña Juana empezó a sentir unas voces que la llamaban. Al principio no sabía de quién se trataba, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita y le decían: “Tú debes salvar a la nación y al rey”.

Por temor no contó a nadie nada al principio, pero después las voces fueron insistiéndole fuertemente en que ella, pobre niña campesina e ignorante, estaba destinada para salvar la nación y al rey y entonces contó a sus familiares y vecinos. Las primeras veces las gentes no le creyeron, pero después ante la insistencia de las voces y los ruegos de la joven, un tío suyo se la llevó a donde el comandante del ejército de la ciudad vecina. Ella le dijo que Dios la enviaba para llevar un mensaje al rey. Pero el militar no le creyó y la despachó otra vez para su casa.

Sin embargo unos meses después Juana volvió a presentarse ante el comandante y este ante la noticia de una derrota que la niña le había profetizado la envió con una escolta a que fuera a ver al rey.

Llegada a la ciudad pidió poder hablarle al rey. Este para engañarla se disfrazó de simple aldeano y colocó en su sitio a otro. La joven llegó al gran salón y en vez de dirigirse hacia donde estaba el reemplazo del rey, guiada por las “voces” que la dirigían se fue directamente a donde estaba el rey disfrazado y le habló y le contó secretos que el rey no se imaginaba. Esto hizo que el rey cambiara totalmente de opinión acerca de la joven campesina.

Ya no faltaba sino una ciudad importante por caer en manos de los ingleses. Era Orleans. Y estaba sitiada por un fuerte ejército inglés. El rey Carlos y sus militares ya creían perdida la guerra. Pero Juana le pide al monarca que le conceda a ella el mando sobre las tropas. Y el rey la nombra capitana. Juana manda hacer una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orleans.

Animados por la joven capitana, los soldados franceses lucharon como héroes y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orleans. Luego se dirigieron a varias otras ciudades y las liberaron también.
Juana no luchaba ni hería a nadie, pero al frente del ejército iba de grupo en grupo animando a los combatientes e infundiéndoles entusiasmo y varias veces fue herida en las batallas.

Después de sus resonantes victorias, obtuvo Santa Juana que el temeroso rey Carlos VII aceptara ser coronado como jefe de toda la nación. Y así se hizo con impresionante solemnidad en la ciudad de Reims.
Pero vinieron luego las envidias y entonces empezó para nuestra santa una época de sufrimiento y de traiciones contra ella. Hasta ahora había sido una heroína nacional. Ahora iba a llegar a ser una mártir. Muchos empleados de la corte del rey tenían celos de que ella llegara a ser demasiado importante y empezaron a hacerle la guerra.

Faltaba algo muy importante en aquella guerra nacional: conquistar a París, la capital, que estaba en poder del enemigo. Y hacia allá se dirigió Juana con sus valientes. Pero el rey Carlos VII, por envidias y por componendas con los enemigos, le retiró sus tropas y Juana fue herida en la batalla y hecha prisionera por los Borgoñones.

Los franceses la habían abandonado, pero los ingleses estaban supremamente interesados en tenerla en la cárcel, y así pagaron más de mil monedas de oro a los de Borgoña para que se la entregaran y la sentenciaron a cadena perpetua.

Los ingleses la hicieron sufrir muchísimo en la cárcel. Las humillaciones y los insultos eran todos los días y a todas horas, hasta el punto que Juana llegó a exclamar: “Esta cárcel ha sido para mí un martirio tan cruel, como nunca me había imaginado que pudiera serlo”. Pero seguía rezando con fe y proclamando que sí había oído las voces del cielo y que la campaña que había hecho por salvar a su patria, había sido por voluntad de Dios.

En ese tiempo estaba muy de moda acusar de brujería a toda mujer que uno quisiera hacer desaparecer. Y así fue que los enemigos acusaron a Juana de brujería, diciendo que las victorias que había obtenido era porque les había hecho brujerías a los ingleses para poderlos derrotar. Ella apeló al Sumo Pontífice, pidiéndole que fuera el Papa de Roma el que la juzgara, pero nadie quiso llevarle al Santo Padre esta noticia, y el tribunal estuvo compuesto exclusivamente por enemigos de la santa. Y aunque Juana declaró muchas veces que nunca había empleado brujerías y que era totalmente creyente y buena católica, sin embargo la sentenciaron a la más terribles de las muertes de ese entonces: ser quemada viva.

Encendieron una gran hoguera y la amarraron a un poste y la quemaron lentamente. Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso le presentaba y encomendarse a Nuestro Señor. Invocaba al Arcángel San Miguel, al cual siempre le había tenido gran devoción y pronunciando por tres veces el nombre de Jesús, entregó su espíritu. Era el 29 de mayo del año 1431. Tenía apenas 19 años.
Varios volvieron a sus casas diciendo: “Hoy hemos quemado a una santa”. 23 años después su madre y sus hermanos pidieron que se reabriera otra vez aquel juicio que se había hecho contra ella. Y el Papa Calixto III nombró una comisión de juristas, los cuales declararon que la sentencia de Juana fue una injusticia. El rey de Francia la declaró inocente y el Papa Benedicto XV la proclamó santa.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Juana_de_arco5_11.htm)

29 mayo, 2017

Santa Hilda de Whitby

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¡Oh!, Santa Hilda de Whitby, vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, que, fundando un monasterio
en Whitby, permanecisteis en él, el resto de vuestra
santa vida, hasta vuestra muerte. En vuestro tiempo,
las propiedades y los bienes eran de todos y los valores
cristianos, ejercidos también de igual manera, sobre todo
la paz y la caridad. Todos estudiaban la Santa Biblia
y hacían obras de caridad y prueba de ello, cinco
hombres del monasterio en obispos se convirtieron y uno
venerado como santo: San Juan de Beverley. La Reina
Eanfleda de Deira, y su hija Alfleda al cristianismo
se convirtieron, luego en monjas y más tarde en abadesas
de Whitby, después de que vos, moristeis. El gran Beda,
os describe como una mujer de gran energía y una audaz
y eficaz administradora y maestra. Vos, os ganasteis
la reputación de sabiduría, pues, incluso reyes, príncipes
y obispos buscaban vuestra ayuda, pero, también os
preocupaba la gente sencilla, como Caedmon, pastor y
poeta religioso. Aunque vos, teníais un carácter fuerte,
cariño, aprecio y afecto inspirabais. Beda dijo: “Todos
aquellos que la conocían la llamaban madre por su gran
devoción y gracia“. Una fiebre rara, os abrazó un tiempo
largo, y a pesar de ello, seguisteis trabajando hasta
el día en que, vuestra alma, voló al cielo, y os acompañó
el tañer repentino de las campanas, mientras coronada
era, de luz eterna, como premio a vuestro íntergo amor;
¡oh!, Santa Hilda de Whitby, “viva sabiduría del amor de Dios”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Mayo
Santa Hilda de Whitby (Ilda)
Abadesa


No se sabe el lugar de nacimiento de Hilda, pero de acuerdo a Beda el Venerable fue en el año 614. Ella fue la segunda hija de Hereric, sobrino de Edwin de Northumbria, y su esposa Breguswita. Su hermana mayor, Hereswita, se casó con Ethelric, hermano del rey Anna de Anglia Oriental. Cuando era apenas una bebe su padre fue envenenado mientras pasaba su exilio en la corte del rey de Elmet (en lo que hoy en día es West Yorkshire). Se asume que ella creció en la corte de Ediwn en Northumbria.
En 627 el rey Edwin de Northumbria fue bautizado durante la Pascua junto a toda su corte, la cual incluía a Hilda, en una pequeña capilla de madera construida especialmente para la ocasión, cerca de lo que hoy en día es la Catedral de York Minster.
La ceremonia fue oficiada por el monje-obispo Paulinus, quien había venido desde Roma junto a San Agustín de Canterbury. Luego acompaño a Ethelburga, una princesa cristiana, cuando ella regreso a Kent para casarse con Edwin.
Hilda como monja
No se sabe dónde fue que Hilda empezó su vida como monja, excepto que fue al norte de las orillas del río Wear. Aquí, con unos cuantos compañeros aprendieron las tradiciones del monasticismo del Cristianismo Celta el cual San Aidan había traído desde Iona. Después de un año San Aidan nombró a Hilda como la segunda Abadesa de Hartlepool. No quedan rastros de esta abadía pero el cementerio monástico se ha encontrado cerca de la presente Iglesia de Santa Hilda.
En 657 Hilda fundo un nuevo monasterio en Whitby (en ese entonces conocida como Streonshalh), donde permaneció el resto de su vida hasta su muerte en 680.
Vida monástica en Whitby
En el acantilado oriental de Whitby se levantan las impresionantes ruinas de un abadía benedictina del siglo XII. Este, sin embargo, no fue el edificio que Hilda conoció. Evidencia arqueológica muestra que el monasterio era en estilo celta con sus miembros viviendo en pequeñas casas para dos o tres personas. La tradición de monasterios dobles, como los de Hartlepool y Whitby, era para que hombres y mujeres vivieran separadamente pero que pudieran rezar juntos en misa.
No se sabe donde exactamente la iglesia monástica de Hilda se levantó, tampoco sabemos cuantos monjes y monjas vivían en Whitby. Lo que Beda nos cuenta es que las ideas originales de monasticismo eran estrictamente seguidas en la abadía de Hilda. Todas las propiedades y bienes eran de propiedad común, los valores cristianos eran ejercidos, especialmente paz y caridad, todos tenían que estudiar la Biblia y hacer obras de caridad.
Cinco hombres del monasterio se convirtieron en obispos y uno fue venerado como santo, San Juan de Beverley.
La Reina Eanfleda de Deira, y su hija Alfleda se convirtieron en monjas y juntas fueron abadesas de Whitby después de la muerte de Hilda.
Carácter de Santa Hilda
Beda describe a Hilda como una mujer de gran energía quien era una audaz y eficaz administradora y maestra. Ella se ganó una reputación de sabiduría, que incluso reyes, príncipes y obispos buscaban su ayuda, pero también se preocupaba por la gente ordinaria como Caedmon, un pastor y bardo religioso. Aunque Hilda tenía un carácter fuerte ella también inspiraba afecto. Beda dijo “Todos aquellos que la conocían la llamaban madre por su gran devoción y gracia“.
Muerte de Santa Hilda
Hilda sufrió de una fiebre los últimos seis años de su vida, pero continuó trabajando hasta su muerte en el 680, en lo que entonces era una edad muy avanzada de sesenta y seis. En su último año ella fundo otro monasterio, a 14 millas de Whitby, en Hackness. Ella murió después de recibir el viaticum, y según la leyenda, en el momento de su muerte las campanas del monasterio en Hackness sonaron.
(http://www.gloria.tv/?user=18606)

28 mayo, 2017

Día litúrgico: Ascensión del Señor (A)

Día litúrgico: Ascensión del Señor (A)
Texto del Evangelio (Mt 28,16-20): «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».



Hoy, por fin, llega la Ascensión del Señor. Nos gustaría vivir con Jesús como la gente de su tiempo. Pero debe alegrarnos que Jesucristo vuelva a su “Casa”, de donde vino para salvarnos. Ahí está con el Padre y el Espíritu Santo. Jesucristo, todo Él, con su Cuerpo resucitado, es recibido con homenaje en el mundo divino. Ahí le esperaban san José, los ángeles y todos los santos…
—¡Qué felicidad! Todos —Dios, los ángeles y los santos— reunidos para siempre y unidos en un amor eterno. ¡Y todos ellos están en comunión con nosotros!

27 mayo, 2017

San Agustín de Canterbury


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¡Oh!, San Agustín de Canterbury, Apóstol de Inglaterra,
vos, sois el hijo del Dios de la vida, y su amado santo,
y uno de sus más grandes evangelizadores al lado de San
Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Vos,
erais superior del convento benedictino de Roma, cuando
San Gregorio Magno Papa, os envió con treinta y nueve
monjes a tratar de convertir a la gente pagana de vuestro
tiempo. Etelberto, rey, os recibió con buena voluntad,
conjuntamente con vuestra esposa Berta, después santa,
haciéndose bautizar y regalándoos un palacio para que os
sirviese de convento, además de un templo en Canterbury.
Y cosas de Dios, el rey dejó en libertad a sus súbditos
para que escogieran la religión que desearan y así,
se bautizaron cerca de diez mil ingleses, y dentro de ellos
estaban los que ocupaban los cargos importantes. Vos,
luego, enviasteis a Roma a dos de vuestros monjes,
llevando las buenas nuevas al Sumo Pontífice, y el Papa,
como respuesta, os nombró arzobispo y os dio un plan
de trabajo: Primero, no destruir los templos de los paganos,
sino convertirlos en templos cristianos. Segundo, no
acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas
en fiestas cristianas y tercero, dividir el país en tres
diócesis: Canterbury, Londres y York. ¡Y, así, lo hicisteis!
Y, el Papa, os nombró jefe de toda la Iglesia Católica inglesa.
Escribíais al Papa, a menudo, consejos pidiéndole y el Sumo
Pontífice os respondía amorosamente así: “Dios le ha concedido
el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor
de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de
que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado,
mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese
de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga
temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver
que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos
se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse
mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios
el honor y la gloria que sólo Él se merece. Hay muchos que
son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente.
Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido
estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más
amado y más glorificado por las gentes”. Y, mucho os sirvieron
estos consejos a vos, para manteneros siempre humilde. Y, así,
luego de haber gastado vuestra santa vida en buena lid, voló
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona de luz,
como muy justo premio, a vuestra generosa entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Agustín de Canterbury; “vivo profeta del Dios Vivo”.



© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Mayo
San Agustín de Canterbury
Fundador de la Iglesia en Inglaterra
Año 605

San Agustín Apóstol de Inglaterra: Te rogamos por la Iglesia Católica en esa nación y en todas las naciones del mundo. Pídele a Dios que nos envíe muchos evangelizadores que sean como tú. Amén.




San Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra.
Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.
Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Canterbury.
El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes, que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10,000 ingleses y entre los nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la nación.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.
San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º. No destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos. 2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en tres diócesis: Canterbury, Londres y York.
Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía respeto y admiración.
San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: “Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo El se merece. Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las gentes”. Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse humilde.
Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.
(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Agustín_de_Canterbury_5_27.htm)


26 mayo, 2017

Valentina Babor & David Garrett - 10.10.2015

Santa Mariana de Jesús

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¡Oh!, Santa Mariana de Jesús, vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, que, desde pequeña; la piedad,
la pureza y el amor a los pobres os llamó vívidamente,
para abrazaros a la cruz de Cristo. El Santo Rosario y
el vía crucis amasteis, de especial manera, y, así, os
lanzasteis a evangelizar a la descreída gente y, tentar,
como anacoreta vivir, por un tiempo. Pero, Dios, que sabe
lo que hace, os quiso en el mundo, y, de verdad que os
santificasteis en él, rezando, orando, meditando, y la
penitencia de manera única y constante haciendo. Vuestro
canto y música diarios, al cielo llegaban y, de seguro, a
Dios alegraba. Vuestra conciencia, tres veces por día
os examinabais de manera exhaustiva: antes que el alba
rayase, por la tarde y por la noche. Y, para recordar que,
de polvo erais, un ataúd os conseguisteis y, en él dormíais.
“Quien desea seguirme que se niegue a sí mismo”. Jesús
había dicho. Y, vos, con aquellas proféti yfecas palabras
cumplisteis. Rezabais con fe, doce Salmos y, frecuentemente
ayunabais. A un sacerdote sabio pero vanidoso, le dijisteis
luego de su sermón: “Mire Padre, que Dios lo envió a
recoger almas para el cielo, y no a recoger aplausos
de este suelo”. Otro día, un sacerdote en un sermón dijo:
“Dios mío: yo te ofrezco mi vida para que se acaben
los terremotos”. Y, exclamasteis vos: “No, Señor. La vida
de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas.
En cambio yo no soy necesaria. Te ofrezco mi vida para
que cesen estos terremotos”. Dios, os escuchó. Y, la gente
que os escuchó, se admiró de esto. Y, aquella misma mañana
al salir del templo ya os sentíais enferma. Pero, desde esa
mañana ya no se repitieron los terremotos. Una epidemia
causó la muerte de centenares en Quito. Y, vos, ofrecisteis
vuestra vida, para que la epidemia cesara. Y, así, ya no
murió nadie más por aquél mal. Por ello, y vuestra santidad
a prueba de fuego, el Congreso del Ecuador os dio el título
de “Heroína de la Patria”. Y, acompañada por tres padres
jesuitas, voló vuestra alma al cielo, para coronada ser, con
corona de luz, como premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, Santa Mariana de Jesús, “viva azucena de Cristo Jesús”
.
 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de mayo
Santa Mariana de Jesús,
“Azucena de Quito”
Año 1645.


Santa Mariana: No dejes nunca de orar por América

Su nombre completo era Mariana de Jesús Paredes Flórez. Nació en Quito (Ecuador) en 1618. Desde los cuatro años quedó huérfana de padre y madre y al cuidado de su hermana mayor y de su cuñado, quienes la quisieron como a una hija. Desde muy pequeñita demostró una gran inclinación hacia la piedad y un enorme aprecio por la pureza y por la caridad hacia los pobres. Ya a los siete años invitaba a sus sobrinas, que eran casi de su misma edad, a rezar el rosario y a hacer el viacrucis.

Se aprendió el catecismo de tal manera bien que a los ocho años fue admitida a hacer la Primera Comunión (lo cual era una excepción en aquella época). El sacerdote que le hizo el examen de religión se quedó admirado de lo bien que esta niña comprendía las verdades del catecismo. Al escuchar un sermón acerca de la cantidad tan grande de gente que todavía no logró recibir el mensaje de la religión de Cristo, dispuso irse con un grupo de compañeritas a evangelizar paganos.

Por el camino las devolvieron a sus casas porque no se daban cuenta de lo grave que era la determinación que habían tomado. Otro día se propuso irse con otras niñas a una montaña a vivir como anacoretas dedicadas al ayuno y a la oración. Afortunadamente un toro muy bravo las devolvió corriendo a la ciudad. Entonces su cuñado al darse cuenta de los grandes deseos de santidad y oración que esta niña tenía trató de obtener que la recibieran en una comunidad de religiosas. Pero las dos veces que trató de entrar de religiosa, se presentaron contrariedades imprevistas que no le permitieron estar en el convento. Entonces ella se dio cuenta de que Dios la quería santificar quedándose en el mundo.

Se construyó en el solar de la casa de su hermana una habitación separada, y allí se dedicó a rezar, a meditar, y a hacer penitencia. Había aprendido muy bien la música y tocaba hermosamente la guitarra y el piano. Había aprendido a coser, tejer y bordar, y todo esto le servía para no perder tiempo en la ociosidad. Tenía una armoniosa voz y sentía una gran afición por el canto, y cada día se ejercitaba un poco en este arte. Le agradaba mucho entonar cantos religiosos, que le ayudaban a meditar y a levantar su corazón a Dios.

Su día lo repartía entre la oración, la meditación, la lectura de libros religiosos, la música, el canto y los trabajos manuales. Su meditación preferida era pensar en la Pasión y Muerte de Jesús. En el templo de los Padres Jesuitas encontró un santo sacerdote que hizo de director espiritual y le enseñó el método de San Ignacio de Loyola, que consiste en examinarse tres veces por día la conciencia: por la mañana para ver qué peligros habrá en el día y evitarlos y qué buenas obras tendremos que hacer. El segundo examen: al mediodía, acerca del defecto dominante, aquella falta que más cometemos, para planear como no dejarse vencer por esa debilidad. Y el tercer examen por la noche, acerca de todo el día, analizando las palabras, los pensamientos, las obras y las omisiones de esas 12 horas.

Esos tres exámenes le fueron llevando a una gran exactitud en el cumplimiento de sus deberes de cada día. Para recordar frecuentemente que iba a morir y que tendría que rendir cuentas a Dios, se consiguió un ataúd y en el dormía varias noches cada semana. Y el tiempo restante lo tenía lleno de almohadas que semejaban un cadáver para recordar lo que le esperaba al final de la vida.

Se propuso cumplir aquel mandato de Jesús: “Quien desea seguirme que se niegue a sí mismo”. Y desde muy niña empezó a mortificarse en la comida, en el beber y dormir. En el comedor colocaba una canastita debajo de la mesa y se servía en cantidades iguales a todos los demás pero, sin que se dieran cuenta, echaba buena parte de esos alimentos en el canasto, y los regalaba después a los pobres. Uno de los sacrificios que más la hacían sufrir era no tomar ninguna bebida en los días de mucho calor. Pero la animaba a esta mortificación el pensar en la sed que Jesús tuvo que sufrir en la cruz. Se colocaba en la cabeza una corona de espinas mientras rezaba el rosario. Muchísimos rosarios los rezó con los brazos en cruz.

Como sacrificio se propuso no salir de su casa sino al templo y cuando alguna persona tuviera alguna urgente necesidad de su ayuda. Así que el resto de su vida estuvo recluida en su casa. Solamente la veían salir cada mañana a la Santa Misa, y volver luego a vivir encerrada dedicada a las lecturas espirituales, a la meditación, a la oración, al trabajo y a ofrecer sacrificios por la conversión de los pecadores.

Se propuso llenar todos sus días de frecuentes actos de amor a Dios. Cada día rezaba 12 Salmos de la S. Biblia. Ayunaba frecuentemente. María recibió de Dios el don de consejo y así sucedía que los consejos que ella daba a las personas les hacían inmenso bien. También le dio a conocer Nuestro Señor varios hechos que iban a suceder en lo futuro, y así como ella los anunció, así sucedieron (incluyendo la fecha de su muerte, que según anunció sería un viernes 26). Tenía un don especial para poner paz entre los que se peleaban y para lograr que ciertos pecadores dejaran su vida de pecado.

A un sacerdote muy sabio pero muy vanidoso le dijo después de un brillantísimo sermón: “Mire Padre, que Dios lo envió a recoger almas para el cielo, y no a recoger aplausos de este suelo”. Y el padrecito dejó de buscar la estimación al predicar. En una enfermedad le sacaron sangre y la muchacha de servicio echó en una matera la sangre que le habían sacado a Mariana, y en esa matera nació una bellísima azucena. Con esa flor la pintan a ella en sus cuadros. Y azucena de pureza fue esta santa durante toda su vida.

Sucedieron en Quito unos terribles terremotos que destruían casas y ocasionaban muchas muertes. Un padre jesuita dijo en un sermón: – “Dios mío: yo te ofrezco mi vida para que se acaben los terremotos”. Pero Mariana exclamó: – “No, señor. La vida de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas. En cambio yo no soy necesaria. Te ofrezco mi vida para que cesen estos terremotos”. La gente se admiró de esto. Y aquella misma mañana al salir del templo ella empezó a sentirse muy enferma. Pero desde esa mañana ya no se repitieron los terremotos.

Una terrible epidemia estaba causando la muerte de centenares de personas en Quito. Mariana ofreció su vida y todos sus dolores para que cesara la epidemia. Y desde el día en que hizo ese ofrecimiento ya no murió más gente de ese mal allí. Por eso el Congreso del Ecuador le dio en el año 1946 el título de “Heroína de la Patria”. Acompañada por tres padres jesuitas murió santamente el viernes 26 de mayo de 1645. Desde entonces los quiteños le han tenido una gran admiración. Su entierro fue una inmensa ovación de toda la ciudad. Y los continuos milagros que hizo después de su muerte, obtuvieron que el Papa Pío IX la declarara beata y el Papa XII la declarara santa.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Marian_de_Jesus4_26.htm)

25 mayo, 2017

San Beda



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¡Oh!, San Beda, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo, Presbítero y amado Doctor, que, desde
pequeño encontrasteis en “La luz del mundo”, Cristo
Jesús, la pasión de vuestra vida toda, dedicándoos,
con fervor a meditar y compartir las Escrituras Sagradas,
y vuestro canto en la Iglesia. Vos, hacíais lo que más
os gustaba: aprender, enseñar y escribir. Burke, de vos,
dijo que: “erais padre de la erudición inglesa”, pues,
en vuestra pluma, brilló la filosofía, la cronología,
la aritmética, la gramática, la astronomía, la música y
la Teología, y, en grado sumo, el ejemplo de San Isidro,
seguido de sencilla manera y sin complicaciones. A
vos, se os presenta como uno de los padres de la cultura
inglesa, influyendo, por medio de la escuela de York y
la escuela carolingia, sobre toda la cultura europea.
Vuestra “Historia Eclesiástica Gentis Anglorum”, os
mereció, para ser proclamado en el sínodo de Aquisgrana:
“venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis”.
A vos, os gustaba definiros como: “historicus verax”, o
“historiador veraz”, porque prestasteis grande servicio
a la verdad. Terminasteis vuestra gigante obra histórica
con esta reverente oración: “Te pido, Jesús mío, que me
concediste saborear con delicia las palabras de tu
sabiduría, concederme por tu misericordia llegar un
día a ti, fuente de sabiduría, y contemplar tu rostro”.
“Ahora sostenme la cabeza y haz que pueda dirigir los
ojos hacia el lugar santo donde he rezado, porque siento
que me invade una gran dulzura” “He vivido bastante y
Dios ha dispuesto bien de mi vida”. Vuestras últimas
palabras fueron, mientras el monje escribano sostenía
vuestra cabeza, luego de haber dictado la última página
de vuestro comentario a san Juan. Y, terminado ello, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser, con corona
de luz, como premio justo a vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Beda, “vivo y venerable santo de Cristo Jesús”.




© 2017 Luis Ernesto Chacón Delgado.
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25 de Mayo
San Beda “el Venerable”
Presbítero y Doctor de la Iglesia



Martirologio Romano: San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, servidor de Cristo desde la edad de ocho años, pasó todo el tiempo de su vida en el monasterio de Wearmouth, en Northumbria, en Inglaterra. Se dedicó con fervor en meditar y exponer las Escrituras, y entre la observancia de la disciplina regular y la solicitud cotidiana de cantar en la iglesia, sus delicias fueron siempre estudiar, o enseñar, o escribir (735).


Etimológicamente: Beda = Aquel que es un buen guerrero, es de origen germánico.
El nombre de Beda o Baeda en lengua sajona quiere decir oración. San Beda, “padre de la erudición inglesa” como lo definió el historiador Burke, murió a los 63 años en la abadía de Jarrow, en Inglaterra, después de haber dictado la última página de un libro suyo y de haber rezado el Gloria Patri. Era la víspera de la Ascensión, el 25 de mayo del 735. Cuando sintió que se acercaba la muerte, dijo: “He vivido bastante y Dios ha dispuesto bien de mi vida”.

Beda nació en el año 672 de una modesta familia obrera de Newcastle y recibió su formación en dos monasterios benedictinos de Wearmouth y Jarrow, en donde fue ordenado a los 22 años.

Las dos más grandes satisfacciones de su vida las condensó él mismo en tres verbos: aprender, enseñar, escribir. La mayor parse de su obra de escritor tiene su origen y finalidad en la enseñanza. Escribió sobre filosofía, cronología, aritmética, gramática, astronomía, música, siguiendo el ejemplo de san Isidro. Pero san Beda es ante todo un teólogo, de estilo sencillo, accesible a todos.

Se le presenta como uno de los padres de toda la cultura posterior, influyendo, por medio de la escuela de York y la escuela carolingia, sobre toda la cultura europea. Entre los monumentos insignes de la historiografía queda su Historia eclesiástica gentis Anglorum, que le mereció ser proclamado en el sínodo de Aquisgrana, en el 836, “venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis”. Le gustaba definirse “historicus verax”, historiador veraz, consciente de haber prestado un servicio a la verdad.

Terminó su voluminosa obra histórica con esta oración: “Te pido, Jesús mío, que me concediste saborear con delicia las palabras de tu sabiduría, concederme por tu misericordia llegar un día a ti, fuente de sabiduría, y contemplar tu rostro”. El Papa Gregorio II lo había llamado a Roma, pero Beda le suplicó que lo dejara en la laboriosa soledad del monasterio de Jarrow, del que se alejó sólo por pocos meses, para poner las bases de la escuela de York, de la que después salió el célebre Alcuino, maestro de la corte carolingia y fundador del primer estudio parisiense.

Después de haber dictado la última página de su Comentario a san Juan, le dijo al monje escribano: “ahora sostenme la cabeza y haz que pueda dirigir los ojos hacia el lugar santo donde he rezado, porque siento que me invade una gran dulzura”. Fueron sus últimas palabras.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=733)

24 mayo, 2017

Santa María Auxiliadora


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¡Oh!, Santa María Auxiliadora, a Vos, que sois la Santa Madre
del Redentor, en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y
Atenas acostumbran llamaros con el nombre de “Auxiliadora”,
“Boetéia”, que significa: “La que trae auxilios venidos del cielo”.
San Juan Crisóstomo, os llama con razón “Auxilio potentísimo”
de los cristianos. Y, vuestros títulos más antiguos que se leen
en monumentos de Oriente “Madre de Dios” y “Auxiliadora”
son, es decir “Teotocos” y “Boetéia”. Procolo, el orador decía:
“La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae
auxilios de lo alto”. San Sabas de Cesarea, os llama: “Auxiliadora
de los que sufren”. Y, cuenta de cómo a un enfermo, al cual
se le llevó junto a una imagen de Vos, la salud recuperó, y que,
aquella imagen de la “Auxiliadora de los enfermos”, popular
se volvió entre aquella gente. Melone, el poeta, os llama:
“Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus
y ayuda de los que somos débiles”. Y que, ojalá Ella, también sea
“Auxiliadora de los que gobiernan”, pues Cristo dijo: “Dad al
gobernante lo que es del gobernante”, confirmando lo que
Jeremías dijo: “Orad por la nación donde estáis viviendo, porque
su bien será vuestro bien”. San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén
dijo de Vos: “María es Auxiliadora de los que están en la tierra
y la alegría de los que ya están en el cielo”. San Juan Damasceno,
predicador, propagó esta jaculatoria: “María Auxiliadora rogad
por nosotros”. Y, explicó: “La Virgen es auxiliadora para conseguir
la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la
hora de la muerte”. San Germán, en un bello sermón dijo de vos:
“Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente
Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos
para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para
que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que
necesita de tu ayuda”. Pío V, Papa, gran devoto vuestro, armó un
ejército y venció en Lepanto. Por ello, con una gran multitud
las calles de Roma rezando el Santo Rosario recorrió, en gratitud
de tan increíble victoria y ordenó que cada año el siete de octubre,
la fiesta del Santo Rosario, se celebrase y que, en las letanías
se rezara siempre esta oración: “María auxilio de los cristianos,
ruega por nosotros”. Napoleón, por su ego, ambición y falso orgullo
osó poner en prisión al Papa Pío VII, y éste hizo una promesa:
“Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré
decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica”. Y, así un día
como hoy, triunfante regresó a Roma, y en memoria de este noble
favor de la Virgen María, decretó que en adelante se celebrara
la fiesta de María Auxiliadora, en acción de gracias a la Madre
de Dios. A San Juan Bosco, os aparecisteis en sueños, mandándoos
que adquiriera “ciencia y paciencia”, porque Dios lo destinó
para educar a niños pobres. Y, más adelante os aparecisteis una
vez más, y le pedisteis que os construyeran un templo y que os
invocase con el título de “Auxiliadora”. San Juan Bosco, decía: “Cada
ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima
Virgen”. “Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que
son milagros” y acotaba: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”.
Y, yo, humildemente digo, que como Vos, nadie hay ni habrá jamás;
¡Oh! Santa María Auxiliadora, “vivo auxilio de los cristianos”.



© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Mayo
Santa María Auxiliadora

Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua



Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra “Boetéia”, que significa “La que trae auxilios venidos del cielo”.

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama “Auxilio potentísimo” de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: “La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto”. San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen “Auxiliadora de los que sufren” y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la “Auxiliadora de los enfermos” se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María “Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles” e insiste en que recemos para que Ella sea también “Auxiliadora de los que gobiernan” y así cumplamos lo que dijo Cristo: “Dad al gobernante lo que es del gobernante” y lo que dijo Jeremías: “Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien”.

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: “María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo”. San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: “María Auxiliadora rogad por nosotros”. Y repite: “La “Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte”.

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: “Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda”.

La batalla de Lepanto

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego – de manera admirable – el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios.
Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

El Papa y Napoleón

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: “Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica”. Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: “Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados”, vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco y María Auxiliadora

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. Su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera “ciencia y paciencia”, porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.

Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: “Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen”. Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.

San Juan Bosco decía: “Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros” y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Auxiliadora_5_24.htm)

23 mayo, 2017

San Desiderio de Langres

 
 
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¡Oh!, San Desiderio de Langres, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y que, viendo que vuestra grey,
oprimida era por los vándalos e impíos de vuestro tiempo,
os dirigisteis a vuestro rey, con la intención de abogar
por ella, como respuesta obteniendo la muerte, la misma que
os catapultó así, hacia la eternidad y la gloria. San Atanasio,
os menciona como participante y subscritor de Sárdica,
el Concilio. Y, dicen las leyendas que, cuando os decapitaron,
vuestra cabeza la cargasteis y así, entrasteis a la ciudad
por una abertura en la roca misma, que, de manera milagrosa
se abrió para dejaros pasar, la misma hasta hoy existe,
como mudo testigo de tan singular milgaro. Vuestro culto
difundido está en Francia, Italia, Suiza y Alemania; siendo
vos, patrono de la ciudad de Langres, y, muchas iglesias
de las diócesis dedicadas están a vos. Vuestra tumba está
al cuidado de un priorato benedictino en el centro de Langres.
Además, en vuestro honor una confraternidad de la que formaron
parte reyes y príncipes se formó. A vos, os tenemos como
seguro intercesor en los partos difíciles y como testigo
de la verdad de un juramento. Santo Patrono de la ciudad
de Langres, hoy, como vos, sabéis estáis todo coronado de luz
como premio a vuestra entrega increible de amor. ¡Aleluya!
¡Oh!, San Desiderio de Langres, “viva luz del amor de Cristo”.


© 2017 Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Mayo
San Desiderio de Langres
Obispo y Mártir


Martirologio Romano: En Langres, en la Galia Lugdunense, hoy Francia, martirio de san Desiderio, obispo, de quien se narra que viendo a su grey oprimida por los vándalos, se dirigió a su rey para suplicar por ella, pero por orden del monarca fue condenado a muerte, ofreciéndose así, libremente, por las ovejas que le habían sido confiadas. († c.355)

Su existencia en el siglo IV está garantizada por San Atanasio, que lo menciona como participante y subscritor del Concilio de Sárdica del año 343; su nombre aparece también en las actas del pseudo-concilio de Colonia del 346. San Desiderio ocupa el tercer lugar en la lista de obispos de Langres (Francia), aunque parece que era procedente de las inmediaciones de Génova, y designado a la sede de Langres de alguna manera milagrosa.

Un clérigo de dicha ciudad, de nombre Varnacario escribió, al inicio del siglo VII, un relato del martirio de San Desiderio, lo hizo basándose en tradiciones locales. Según Varnacario, el obispo Desiderio habría sido decapitado durante una invasión de los vándalos guiados por Croco; es posible que haya aquí una cierta confusión en las tradiciones locales, porque Langres tuvo diversas invasiones bárbaras, y la de los Alemanes comandados por el auténtico Croco (298-307) no coinciden con las fechas de permanencia de Desiderio como obispo de Langres; probablemente la mencionada invasión sea la de los Germanos entre los años 355 – 57, misma que fue repelida por el emperador Juliano el Apóstata.

Una leyenda dice que el santo obispo, después de su decapitación, como tantos otros “cefalóforos” (que cargan sus cabezas), recogió su cabeza y volvió a entrar en la ciudad a través de una apertura de la roca que se abrió para dejarlo pasar; esa abertura sigue siendo exhibida hoy.

El culto de san Desiderio de Langres es indisputablemente anterior al siglo VII, y el Martirologio Jeronimiano lo menciona el 11 de febrero; pero en el siglo XI, por error de un copista, error que luego fue copiado por otros, fue confundido con San Desiderio de Vienne. En la actualidad al Santo Obispo de Vienne se lo recuerda el 26 de mayo, y al de Lagres el 23 del mismo mes.

La ciudad de Langres lo recuerda el 19 de enero, aniversario de la traslación de las reliquias, acaecida en el año 1315. Su culto se difundió no sólo en Francia, sino también en Italia, Suiza y Alemania; es el patrono de la ciudad de Langres, y muchas iglesias de las diócesis están dedicadas a él; su tumba estaba al cuidado de un priorato benedictino en el centro de la ciudad. En 1354 se fundó en su honor una célebre confraternidad de la que formaron parte reyes y príncipes.

A San Desiderio se lo tiene como intercesor en los partos difíciles y como testigo de la verdad de un juramento.

También hoy se celebra a San Marcelo.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

22 mayo, 2017

Santa Rita de Casia


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¡Oh!, Santa Rita de Casia, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa y abogada de los imposibles,
que, con corazón lleno de humildad y presto para beber
la tragedia y el dolor; la miseria moral, material y social,
os revelasteis para alegría de Nuestro Señor Jesucristo.
Erais obediente y dulce mujer, que, en silencio sufristeis
los excesos de vuestro esposo Pablo, a quien su alma y
corazón cambiasteis, con paciencia y dulzor. Y, más,
cuando, a Dios pedisteis, que se llevara a vuestros hijos,
antes de empañar vuestra familia. Y, Dios, os escuchó,
vuestros “incomprensibles ruegos”, para el hombre común,
pero, muy certeros para vos. Y, de pronto, os quedasteis,
sin esposo y sin hijos, y sólo, os quedó, el convento de las
agustinas de Casia, del que, increíblemente, rechazada
fuisteis. Pero, el cielo, no lo hizo jamás, y, a vuestros tres
santos protectores os encomendasteis y le pedisteis, aquél
milagro. Y, San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás
de Tolentino, una noche, ellos mismos os visitaron, y así,
agustina os hicieron, dedicándoos a la penitencia, a
la oración y al amor por Cristo crucificado, quien os dejó
un estigma en la frente, que llevasteis por catorce años,
como predilecta hija suya. Vos, pedisteis cargar con los dolores
del prójimo para la redención de nuestros pecados. Y, pasado
un tiempo, y cumplida vuestra tarea en esta tierra, voló
vuestra alma al Padre, para coronada ser con corona de luz
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor y fe;
¡Oh!, Santa Rita de Casia, “vivo amor por Cristo Crucificado”.

© 2017 Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Mayo
Santa Rita de Casia
Religiosa Viuda y
Abogada de Imposibles



Vista de cerca, sin el halo de la leyenda, se nos revela el rostro humanísimo de una mujer que no pasó indiferente ante la tragedia del dolor y de la miseria material, moral y social. Su vida terrena podría ser de ayer como de hoy.
Rita nació en 1381 en Roccaporena, un pueblito perdido en las montañas apeninas. Sus ancianos padres la educaron en el temor de Dios, y ella respetó a tal punto la autoridad paterna que abandonó el propósito de entrar al convento y aceptó unirse en matrimonio con Pablo de Ferdinando, un joven violento y revoltoso. Las biografías de la santa nos pintan un cuadro familiar muy común: una mujer dulce, obediente, atenta a no chocar con la susceptibilidad del marido, cuyas maldades ella conoce, y sufre y reza en silencio.
Su bondad logró finalmente cambiar el corazón de Pablo, que cambió de vida y de costumbres, pero sin lograr hacer olvidar los antiguos rencores de los enemigos que se había buscado. Una noche fue encontrado muerto a la vera del camino. Los dos hijos, ya grandecitos, juraron vengar a su padre. Cuando Rita se dio cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos para convencerlos de que desistieran de sus propósitos, tuvo la valentía de pedirle a Dios que se los llevara antes que mancharan sus vidas con un homicidio. Su oración, humanamente incomprensible, fue escuchada. Ya sin esposo y sin hijos, Rita fue a pedir su entrada en el convento de las agustinas de Casia. Pero su petición fue rechazada.
Regresó a su hogar desierto y rezó intensamente a sus tres santos protectores, san Juan Bautista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, y una noche sucedió el prodigio. Se le aparecieron los tres santos, le dijeron que los siguiera, llegaron al convento, abrieron las puertas y la llevaron a la mitad del coro, en donde las religiosas estaban rezando las oraciones de la mañana. Así Rita pudo vestir el hábito de las agustinas, realizando el antiguo deseo de entrega total a Dios. Se dedicó a la penitencia, a la oración y al amor de Cristo crucificado, que la asoció aun visiblemente a su pasión, clavándole en la frente una espina.
Este estigma milagroso, recibido durante un éxtasis, marcó el rostro con una dolorosísima llaga purulenta hasta su muerte, esto es, durante catorce años. La fama de su santidad pasó los limites de Casia. Las oraciones de Rita obtuvieron prodigiosas curaciones y conversiones. Para ella no pidió sino cargar sobre sí los dolores del prójimo. Murió en el monasterio de Casia en 1457 y fue canonizada en el año 1900.
ORACIÓN
Oh Dios omnipotente, que te dignaste conceder a Santa Rita tanta gracia, que amase a sus enemigos y llevase impresa en su corazón y en su frente la señal de tu pasión, y fuese ejemplo digno de ser imitado en los diferentes estados de la vida cristiana. Concédenos, por su intercesión, cumplir fielmente las obligaciones de nuestro propio estado para que un día podamos vivir felices con ella en tu reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

21 mayo, 2017

Hallelujah- Lindsey Stirling- #aSaviorIsBorn

Pescador de hombres Cover: Athenas / Jonatan Narvaez

Como No Creer en Dios

Día litúrgico: Domingo VI (A) de Pascua



 
 
Día litúrgico: Domingo VI (A) de Pascua
Texto del Evangelio (Jn 14,15-21): «Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis».

Hoy, las palabras de Jesús suenan a despedida inminente. En efecto, dentro de pocos días celebraremos la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Ascensión? ¡Sí! Un misterio muy bonito: Jesús entrará solemnemente en Cuerpo y Espíritu en el cielo, la casa de su Padre-Dios. Será la primera vez que un cuerpo humano es recibido en el cielo. Sin embargo, gracias a la fe, le seguiremos “viendo”.

—Pero Jesús no nos dejará huérfanos. Conforme se acerca su Ascensión nos habla del Espíritu Santo. ¿Sabes quién es? Nos lo explicará Jesús en los próximos días.

(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-05-21)

20 mayo, 2017

San Bernardino de Siena


 
 Resultado de imagen para San bernardino de Siena

¡Oh!, San Bernardino de Siena, vos, sois, el hijo del Dios
de la vida, y su amado santo, que, desde los “Devotos de
Nuestra Señora”, os dedicasteis a obrar en caridad pura y
preparabais sin distingo a las gentes para el buen morir.
“Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado”.
Decíais vos, y vuestro secreto amor, a Nuestra Señora era,
a quien le rezabais con gran amor y fe. Pedisteis a Nuestro
Señor y a su Santa Madre, el poder dedicaros con pasión a
evangelizar. Y, así fue y Ella, nunca os abandonó y siempre
estaba con vos. Y, vuestra voz, que, de débil, en potente
y agradable se tornó, os posibilitó que predicarais en los
campos, pueblos y ciudades. “Temblad tierra entera, al ver
que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador”. Vos,
decíais y todas las gentes, arrepentidas lloraban. Vuestros
estandartes mucho dicen de vos, y, las tres letras JHS:
Jesús, Hombre, Salvador, señeras ondean en el tiempo, en
palacios, casas y campos. Predicación, ayunos, penitencia y
milagros constantes, vuestra vida fue. Y, vos, erais tan
humilde, que, como simple discípulo, escuchabais las clases
del buen predicar de afamados maestros, que enseñaban
cómo hablar bien en público, ya entrado en años. Vuestras
predicaciones con milagros y prodigios eran acompañados.
Y, en Siena, vuestra tierra, divisiones y peleas había, y
marchando para allá, les predicasteis, y volvió la paz. Y, así,
vos, por los pueblos predicando a Dios viajabais con poca
salud, pero, con entusiasmo, os sentisteis débil y, al llegar
al convento de los franciscanos en Aquila, voló, vuestra
alma al cielo, para, “predicando” desde allá seguir, coronado,
con corona de luz, como premio a vuestra entrega de amor y fe.
Fiel “Propagador de la Devoción al Santísimo Nombre de Jesús”;
¡oh!, San Bernardino de Siena, “vivo predicador del Dios Vivio”.

 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Mayo
San Bernardino de Siena,
Predicador
(Año 1444)

Suplícale al buen Dios y pídele a la Virgen Santísima, que nos envíe muchos y muy buenos predicadores, como tú. Ay de mí si no propago el evangelio. (San Pablo).

 

San Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y sus sermones sirvieron de modelos de predicación para muchos oradores en los siglos siguientes.

Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. El niño quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Dos tías se encargaron de su educación y lograron formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y darle una educación muy completa. Sus estudios de bachillerato los hizo con tal dedicación que obtuvo las mejores notas.

Era muy simpático en el trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para que abandonara esa mala costumbre.
Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.

De joven se afilió a una asociación piadosa llamada “Devotos de Nuestra Señora” que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados. Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la santidad de su alma.

Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: “Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado”. La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura misión.

Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la Sma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular. Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: “Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar”. Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable que antes tenía).
 
Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: “Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador”, a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.

Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.

Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.

En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: “Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús”. Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.

Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.

Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito. El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad.

Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4,000.

Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.

Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.

Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios. En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.

En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bernardino_siena_5_20.htm)