02 enero, 2018

San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno

 
 
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 ¡oh!, San Basilio, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y llamado con justa razón “el asceta del
desierto”, que, en “Constituciones” vuestro famoso libro
las reglas volcasteis, más elevadas para, la santidad
alcanzar en la vida religiosa. Amado como erais por todos:
cristianos, judíos y paganos, San Gregorio decía: “Cada
vez que leo un escrito de Basilio, siento que el Espíritu
Santo transforma mi alma”. Decía ello, porque sus escritos
poseen “unción”, que conmueven al que los lee. Decíais vos:
“Óyeme cristiano que no ayudas al pobre: tú eres un verdadero
ladrón. El pan que no necesitas le pertenece al hambriento.
Los vestidos que ya no usas le pertenecen al necesitado.
El calzado que ya no empleas le pertenece al descalzo.
El dinero que gastas en lo que no es necesario es un robo
que le estás haciendo al que no tiene con que comprar lo que
necesita. Si pudiendo ayudar no ayudas, eres un verdadero
ladrón”. Y, bien dicho, porque hay de todo en la viña
del Señor. Trabajabais y escribíais sin cesar. La gente
decía: “El obispo Basilio predica a todas horas: en las
misas, en las reuniones, en las catequesis, y cuando no
está hablando con sus labios, está predicando con las buenas
obras que hace en favor de los demás”. Y, así, y luego
de haber gastado vuestra vida en buena lid, voló vuestra
alma al cielo, para coronada ser con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega de amor increíble y de fe.
San Gregorio Niacianceno, Arzobispo de Constantinopla,
dijo en su discurso el día de vuestro entierro: “Basilio
santo, nació entre los santos. Basilio pobre vivió pobre
entre los pobres. Basilio, hijo de mártires sufrió como
un mártir. Basilio predicó siempre con sus labios, y con
sus buenos ejemplos y seguirá predicando siempre con sus
escritos admirables”. ¡Puro amor! ¡Pura Vida! ¡Aleluya!
¡Oh¡, San Basilio de Nacianzo, “viva imitación de Cristo”.

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Enero San Basilio Magno San Gregorio de Nacianzo
San Basilio.

Perteneció a una familia de santos. Su abuelo murió mártir en la persecución. La abuela fue Santa Macrina. La mamá: Santa Amelia. La hermana también fue santa. Sus hermanos San Pedro obispo de Sebaste y San Gregorio Niceno. Su mejor amigo San Gregorio Nacianceno (el otro santo que se celebra este día).

Basilio significa: “Rey”. Nació en Cesarea de Turquía el año 329. Estudió en Atenas y Constantinopla.

Al ver que su hermana Santa Macrina había fundado un monasterio de monjas y que éstas progresaban mucho en santidad, Basilio se fue a Egipto a aprender de los monjes del desierto el modo de vivir como monje, en soledad; y al volver de allá se hizo monje y redactó sus famosas “Constituciones” que son la primera Regla de vida que se escribió para los religiosos. En ellas enseña cómo vivir en oración, estudio, buenas lecturas y trabajos manuales en un monasterio y cómo hacerse santo en la vida religiosa. En esas “Constituciones” se han basado los más famosos fundadores de Comunidades para redactar los Reglamentos de sus Congregaciones.

Basilio fue elegido Arzobispo de Cesarea, y el delegado del gobierno quiso hacerle renegar de la fe. Varios habían renegado por miedo. Pero nuestro santo le respondió: ¿Qué me vas a poder quitar si no tengo casas ni bienes, pues todo lo repartí entre los pobres? ¿Acaso me vas a atormentar? Es tan débil mi salud que no resistiré ni un día de tormentos sin morir y no podrás seguir atormentándome. ¿Que me vas a desterrar? A cualquier sitio a donde me destierres, allá estará Dios, y donde esté Dios, allí es mi patria, y allí me sentiré contento… El gobernador le respondió admirado: “Jamás nadie me había contestado así”. Y Basilio añadió: “Es que jamás te habías encontrado con un obispo”. El gobernante no se atrevió a castigarlo porque le pareció que era un gran santo, y porque todo el pueblo lo veneraba inmensamente.

Por su oratoria maravillosa, por sus admirables escritos y por las muchísimas obras que hizo en favor del pueblo, fue llamado “Basilio el Grande”. Era amado por cristianos, judíos y paganos. San Gregorio decía: “Cada vez que leo un escrito de Basilio, siento que el Espíritu Santo transforma mi alma”. Sus escritos tienen lo que se llama “Unción”, o sea la cualidad especial de que conmueven al que los lee.

Además de su arrebatadora elocuencia, Basilio tenía una asombrosa actividad en favor de los necesitados. Fue al primero que se le ocurrió fundar por allí un Hospital para pobres y un ancianato. Todo, todo lo que llegaba lo regalaba a los necesitados.

Estudió mucho la Biblia y sus sermones están llenos de frases de la Sagrada Escritura. Y era especializado en filosofía y en literatura y así sus escritos están redactados de una manera muy sabia y agradable.

Se conservan unas 365 cartas suyas, muy hermosas y de provechosa lectura para el alma.

Su pensamiento dominante después del amor a Dios, era ayudar y hacer que otros ayudaran a los pobres. De San Basilio son aquellas famosas palabras: “Óyeme cristiano que no ayudas al pobre: tú eres un verdadero ladrón. El pan que no necesitas le pertenece al hambriento. Los vestidos que ya no usas le pertenecen al necesitado. El calzado que ya no empleas le pertenece al descalzo. El dinero que gastas en lo que no es necesario es un robo que le estás haciendo al que no tiene con que comprar lo que necesita. Si pudiendo ayudar no ayudas, eres un verdadero ladrón”.

Trabajaba y escribía sin cesar. La gente decía: “El obispo Basilio predica a todas horas: en las misas, en las reuniones, en las catequesis, y cuando no está hablando con sus labios, está predicando con las buenas obras que hace en favor de los demás”.

Y eso a pesar de la salud tan débil que tenía. Sufría de hepatitis, la cual no le permitía casi alimentarse, hasta tal punto que su piel llegó a tocar sus huesos.
Murió el 1o. De Enero del año 379 cuando sólo tenía 49 años y fue sepultado el 2 de enero, en medio de un gentío tan grande y unos lloros tan impresionantes como nunca se habían presenciado en aquella ciudad capital.

Todos sus escritos y sus sermones tiene por fin hacer que la gente ame más a Dios y se vuelva más santa. Por eso es considerado como el primer escritor ascético del oriente (ascética es la ciencia que enseña a dominarse a sí mismo y a ser santo).

San Gregorio Niacianceno, Arzobispo de Constantinopla, dijo en su discurso el día del entierro: “Basilio santo, nació entre los santos. Basilio pobre vivió pobre entre los pobres. Basilio, hijo de mártires sufrió como un mártir. Basilio predicó siempre con sus labios, y con sus buenos ejemplos y seguirá predicando siempre con sus escritos admirables”.

San Basilio el Grande: ¡Ruega por nosotros!
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San Gregorio de Nacianzo (329 – 390).


¡Oh!, San Gregorio de Nacianzo; vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y sois también, el que, de especial
manera, la divinidad tratasteis del Santo Espíritu y además
la dignidad de Nuestra Señora, como Madre de Dios, promoviendo
entre la gente de vuestro tiempo, una profunda fe y vida
religiosa. De vos, hasta hoy, tenemos de vuestro trajín
espiritual la producción de vuestra poética vena y vuestros
sermones y emotivos escritos; que son vívidos teologales
tesoros de vuestro tiempo, en la lucha surgidos y el casi
caos de aquella época. Con Basilio y vuestro hermano menor
Gregorio de Nisa, los tres recibieron el título de los “Tres
capadocios”. Cumplisteis con lo que la Providencia Divina
os dictó y, como premio de ello, corona de luz recibisteis,
y que, lucís, ahora mismo, junto a la gloria misma, de Dios;
¡oh!, San Gregorio de Nacianzo, “vivo poeta del Dios Vivo”.

 
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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San Gregorio de Nacianzo (329 – 390).

Nace el año 329 de padres piadosos, en Capadocia. Su padre fue elegido obispo de la ciudad de Nacianzo y tuvo cuidado de que su hijo fuese educado en las mejores escuelas y academias de la antigüedad.

Casi diez años pasó Gregorio en Atenas como estudiante y allí cultivó una fiel amistad con Basilio y desarrolló, a la vez, su capacidad para la poesía, literatura y retórica. No cedió a la tentación de vivir entre la vanidad de oradores y filósofos, sino que promovió una profunda vida religiosa, junto con su amigo Basilio.

Al regresar a Nacianzo recibió el Bautismo de manos de su propio padre y, algo más tarde, el Orden sacerdotal para poder ayudarle en la pastoral de la diócesis. Como estaba vacante una diócesis en Asia Menor, su amigo Basilio, ya obispo lo promovió a la dignidad episcopal de esta sede. Gregorio no cumplió con este compromiso y huyó a la soledad de la vida de ermitaño.

Por su gran erudición teológica y sus claros conocimientos en la discutida cristología de los primeros siglos, fue escogido por el Concilio de Constantinopla del año 381 como obispo de esa metrópoli.

Su carácter, demasiado sensible, no soportó las dificultades de la administración de una diócesis. Por segunda vez, renunció a su cargo episcopal y se retiró a Arianz, donde se dedicó a la meditación de los misterios de Dios.

Cuando murió, en el año 390, nos dejó 44 sermones y 244 cartas, que tratan, en especial, sobre la verdadera divinidad del Espíritu Santo y la dignidad de la Virgen como Madre de Dios.

Su inspiración poética nos regaló unos cuatrocientos poemas. Sus sermones y escritos dejaron un tesoro de testimonio ortodoxo, en un tiempo de mucha confusión y lucha.

Con Basilio y el hermano menor de Basilio, que se llama Gregorio de Nisa, los tres recibieron el título de los “Tres capadocios”.

( http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Basilio.htm)