01 septiembre, 2013

San Gil o Egidio

 
Oh, San Gil, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y, el mismo
que, honor hicisteis al significado de vuestro
nombre: “El Protegido”. El Ródano, de vos,
sabe tanto, como lo de ermitaño y anacoreta
que fuisteis, pues, así, amar al Dios vivo
elegisteis. Muchos milagros se os atribuyeron
a lo largo de vuestra vida. En el Medioevo,
se os llamó: “de los pecadores abogado”,
porque, contribuisteis a que, Carlos rey,
convertido fuera. “Protector de los pobres,
tullidos y arqueros”, porque, a los pobres
y enfermos amabais y, una flecha, más que
de dolor, de amor os hirió. “Abogado contra
el miedo y el incubo”, por ayudar a una cierva
en peligro de muerte y “Defensor contra
las enfermedades del cáncer y la epilepsia”.
Hoy, entre nosotros estáis, anacoreta pintado
y orlado con la cierva, lirio, flecha clavada
en el brazo, dos puertas y un mensaje celeste.
Y, bien ganado tenéis hoy, el cielo, donde
gozáis de premio justo, coronado de luz eterna;
oh, San Gil, “luz y amigo de los pobres”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1º de Septiembre
San Gil o Egidio
Abad y Anacoreta
 
(”El Protegido o Defendido” en latín; o “cabrito” en griego). Ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas piadosas lo consideraban un rico heredero emigrado de Marsella y establecido como anacoreta en un bosque, en la desembocadura del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio.
 
Se le atribuyen algunos milagros y la piedad en el Medioevo lo llamó: Abogado de los pecadores, por haber ayudado en su conversión al Rey Carlos; Protector de pobres, tullidos y arqueros, por haber sido herido por una flecha; Abogado contra el miedo y el incubo, por ayudar a una cierva en peligro; y Defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada “mal de San Gil”.
 
Se le consideró uno de los “14 santos auxiliares”. Se le representa como anacoreta, con varios atributos: cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas (regalo del Papa a su monasterio) y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.