¡Oh!, San Ruperto, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y aquél que, honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “hombre de fama brillante”. Baviera y
el Danubio, saben de vos, bien, y la gente de la realeza,
a quienes lograsteis cristianos hacer. Santa Erentrudes,
hermana vuestra, fundó convento, ayudándoos en vuestra
tarea evangelizadora, para gloria de Cristo, Dios y Señor
Nuestro. Y, así, de pronto, paganos templos se convirtieron
en cristianos y en medio de ellos, los milagros y vuestros
impactantes sermones que posible hicieron conversiones
maravillosas. No sólo disteis, saber espiritual, sino que,
también os preocupasteis por su material abundancia. Alemania,
Austria e Irlanda, hasta hoy os veneran, por vuestro carisma
de evangelizador misericordioso y piadoso. Pero, sabido
es que nada es para siempre en este mundo. Y, llegó el día
en que feliz entregasteis vuestra alma al Padre, quien,
os coronó, con corona de luz, como premio a vuestro amor;
¡oh!, San Ruperto, “brillo de Dios por la fe en Cristo Jesús”.
su amado santo y aquél que, honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “hombre de fama brillante”. Baviera y
el Danubio, saben de vos, bien, y la gente de la realeza,
a quienes lograsteis cristianos hacer. Santa Erentrudes,
hermana vuestra, fundó convento, ayudándoos en vuestra
tarea evangelizadora, para gloria de Cristo, Dios y Señor
Nuestro. Y, así, de pronto, paganos templos se convirtieron
en cristianos y en medio de ellos, los milagros y vuestros
impactantes sermones que posible hicieron conversiones
maravillosas. No sólo disteis, saber espiritual, sino que,
también os preocupasteis por su material abundancia. Alemania,
Austria e Irlanda, hasta hoy os veneran, por vuestro carisma
de evangelizador misericordioso y piadoso. Pero, sabido
es que nada es para siempre en este mundo. Y, llegó el día
en que feliz entregasteis vuestra alma al Padre, quien,
os coronó, con corona de luz, como premio a vuestro amor;
¡oh!, San Ruperto, “brillo de Dios por la fe en Cristo Jesús”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Marzo
San Ruperto
Obispo, misionero
(año 710)
San Ruperto
Obispo, misionero
(año 710)
Ruperto significa (en alemán) “hombre de fama brillante”.
Fue el gran misionero que evangelizó el sur de Alemania, la región de Baviera. Era obispo de la ciudad de Worm.
Acompañado de un buen número de misioneros llegó a Baviera en el año
697 y se presentó al duque Teodo, que era pagano, y le pidió permiso
para evangelizar en esa región.
Como llevaba recomendaciones del rey Childeberto, el duque le
concedió el permiso de predicar. Una hermana del duque era cristiana y
logró convencerlo para que fuera a escuchar los sermones de San Ruperto,
y tanto le agradaron que al poco tiempo se hizo cristiano, y junto con
gran número de los empleados de su palacio y de su gobierno se hizo
bautizar. Esto facilitó mucho la obra de evangelización de San Ruperto y
sus compañeros, porque ya en el gobierno no había oposición a la
predicación.
El pueblo de Baviera demostró muy buenas disposiciones para aceptar
el cristianismo. Y pronto los templos paganos se fueron transformando en
templos cristianos y apoyados por las curaciones milagrosas que hacía,
los sermones de San Ruperto lograron un gran número de conversiones.
Junto con sus misioneros fueron recorriendo las orillas del río
Danubio predicando y convirtiendo a miles de personas. Llegando a la
ciudad de Jerusalén obtuvo del gobierno el permiso de reconstruirla y
cambiarle de nombre. Le puso el nombre de Salzburgo (nombre que se ha
hecho después mundialmente famoso porque en esa ciudad nació y murió el
célebre músico Mozart). En aquella ciudad construyó ocho edificios para
obras religiosas y varios templos. Se fue a su tierra Irlanda y se trajo
doce nuevos misioneros y convenció a su hermana Santa Erentrudes a que
fundara un convento de religiosas allí, y ella y sus monjas
contribuyeron mucho a propagar la religión por toda esa región. Los
compañeros de San Ruperto eran tan fervorosos que tres de ellos han sido
declarados santos por la Iglesia Católica.
El santo no sólo se preocupaba por la instrucción religiosa de su
pueblo sino por su progreso material. En los alrededores de Salzburgo
había unas fuentes de agua salada y las hizo explotar técnicamente
obteniendo sal para todas las gentes de los alrededores.
En Alemania, Austria e Irlanda se levantaron después numerosos
templos en honor de este gran misionero y evangelizador, como
agradecimiento por sus grandes obras.
Señor: envíanos muchos santos misioneros que despierten la fe de
nuestros pueblos y los hagan progresar, material y espiritualmente.
Encomienda a Dios tus afanes y se te cumplirán tus buenos deseos.
(Salmo 54).
(Salmo 54).