¡Oh!, Santa Emiliana, vos, sois la hija del Dios de la vida y
su amada santa, además de tía paterna del Papa Gregorio
Magno, y que fallecisteis piadosamente poco después
de vuestra hermana Tarsila. Vos, tuvisteis junto a Tarcila
y Gordiana, vuestras amadas hermanas, una vida ascética
de reclusión religiosa en vuestra casa. Y, a vos, conjuntamente
que Tarsila, con más fuerza que el vínculo de la sangre,
os unía, el fervor de vuestro corazón y la caridad piadosa
que vivían en la casa de vuestro difunto padre, como
si fuera un monasterio, alentándose en las prácticas
de la virtud por la palabra y el ejemplo. Así, perseverasteis
en la senda que habíais elegido, llena de paz y la entrega
de vuestro amor a Dios, hasta que llamadas fueron a recibir
la recompensa de vuestra fidelidad. Vuestro bisabuelo, el
Papa San Félix II (III), mostró a vuestra hermana Tarsila el
cielo diciendo: «Ven, que yo habré de recibirte en estas
moradas de luz». Y, luego ella enfermó, y, mientras sus amigos
y parientes rodeaban su lecho de muerte, comenzó a gritar:
«¡Apártense! ¡Atrás, atrás! ¡Ya viene Jesús, mi Salvador!».
Y, luego exhaló su último suspiro y entregó el alma a Dios
en la víspera de la Navidad, y a pocos días después de su
muerte, se os apareció en sueños a vos, y os llamó para
juntas celebrar la Epifanía en el cielo. Y, así fue, pues voló
vuestra alma al cielo, al año siguiente, para coronada ser
con corona de luz, como premio a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, Santa Emiliana, “viva epifanía del amor a Jesucristo”.
su amada santa, además de tía paterna del Papa Gregorio
Magno, y que fallecisteis piadosamente poco después
de vuestra hermana Tarsila. Vos, tuvisteis junto a Tarcila
y Gordiana, vuestras amadas hermanas, una vida ascética
de reclusión religiosa en vuestra casa. Y, a vos, conjuntamente
que Tarsila, con más fuerza que el vínculo de la sangre,
os unía, el fervor de vuestro corazón y la caridad piadosa
que vivían en la casa de vuestro difunto padre, como
si fuera un monasterio, alentándose en las prácticas
de la virtud por la palabra y el ejemplo. Así, perseverasteis
en la senda que habíais elegido, llena de paz y la entrega
de vuestro amor a Dios, hasta que llamadas fueron a recibir
la recompensa de vuestra fidelidad. Vuestro bisabuelo, el
Papa San Félix II (III), mostró a vuestra hermana Tarsila el
cielo diciendo: «Ven, que yo habré de recibirte en estas
moradas de luz». Y, luego ella enfermó, y, mientras sus amigos
y parientes rodeaban su lecho de muerte, comenzó a gritar:
«¡Apártense! ¡Atrás, atrás! ¡Ya viene Jesús, mi Salvador!».
Y, luego exhaló su último suspiro y entregó el alma a Dios
en la víspera de la Navidad, y a pocos días después de su
muerte, se os apareció en sueños a vos, y os llamó para
juntas celebrar la Epifanía en el cielo. Y, así fue, pues voló
vuestra alma al cielo, al año siguiente, para coronada ser
con corona de luz, como premio a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, Santa Emiliana, “viva epifanía del amor a Jesucristo”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Enero
Santa Emiliana
Virgen
†: c. 594 – país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Roma, conmemoración de santa Emiliana, virgen, tía paterna del papa san Gregorio Magno, que falleció piadosamente poco después de su hermana Tarsila.
Gordiano el regionarius, padre de san Gregorio el Grande, tuvo tres
hermanas que llevaron una vida ascética de reclusión religiosa en su
casa. Los nombres de las tías de san Gregorio eran: Tarsila, la mayor,
Emiliana y Gordiana. Con más fuerza que el vínculo de la sangre, unía a
Tarsila y Emiliana el fervor de sus corazones y su común caridad. Vivían
en la casa que había sido de su padre, en el Clivus Scauri, como en un
monasterio, y unas a otras se alentaban en las prácticas de la virtud
por la palabra y el ejemplo, de manera que hicieron grandes progresos en
la vida espiritual. Aunque Gordiana se unió a ellas, no tardó en
cansarse del silencio y el retiro, y se sintió inclinada a adoptar otra
clase de vida, por lo que se casó con su tutor. Tarsila y Emiliana
perseveraron en la senda que habían elegido, contentas en la paz de su
retiro y en la entrega de su amor a Dios, hasta que fueron llamadas a
recibir la recompensa de su fidelidad.
San Gregorio nos dice que Tarsila gozó de la gracia de una visión de
su bisabuelo, el papa San Félix II (III), quien le mostró el lugar que
estaba destinado a ella en el cielo, con estas palabras: «Ven, que yo
habré de recibirte en estas moradas de luz». Poco después de aquella
experiencia. Tarsila cayó gravemente enferma y, mientras sus amigos y
parientes rodeaban su lecho de muerte, comenzó a gritar: «¡Apártense!
¡Atrás, atrás! ¡Ya viene Jesús, mi Salvador!». Con estas palabras exhaló
su último suspiro y entregó el alma a Dios en la víspera de la Navidad.
Cuando fue amortajada, se descubrió que en sus rodillas y en sus codos,
tenía unos callos tan gruesos y endurecidos «como los de un camello»,
debido a sus continuas plegarias que decía hincada y apoyada en un
reclinatorio. Pocos días después de su muerte, se apareció en sueños a
Emiliana y la llamó para celebrar juntas la Epifanía en el cielo. En
efecto, Emiliana murió el 5 de Enero del año siguiente. A las dos santas
hermanas, se las nombra en los respectivos días de su muerte en el
Martirologio Romano.
San Gregorio el Grande habla de sus tías, no solamente en sus
Diálogos (Iib. IV, cap. XVI), sino también en una homilía (ver Migne,
PL. vol. LXXVI, c. 1291). Cf. Dudden, St Gregory the Great, vol. I, pp.
10-11. N.ETF: como observa Domenico Agasso «Gregorio cuenta la vida de
sus parientes sólo cuando le sirven como ejemplo concreto y actual, para
enseñar con eficacia», no se trata de un mero ejercicio de panegírico
familiar.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI accedida 1418 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
(http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=58)