Oh, Santa
Regina, vos sois la hija del Dios
de la vida y
su amada santa, pues a edad
temprana a
Cristo, conocisteis y entregasteis
vuestro
corazón, bautizándoos también
entregasteis
vuestra virginidad. A los cuatro
vientos
confesasteis vuestra fe, y, por esa
fidelidad
vuestras dificultades comenzaron,
y de pronto,
marchasteis a la cárcel. Os negasteis
a hacer
sacrificios a los ídolos, y os torturan,
y los
hierros arañan y cortan vuestra carne.
Y, hay
prodigios del cielo, en medio de vuestro
martirio, se
producen terremotos, se oyen
voces
celestiales, y hasta una paloma se os
acerca para
consolaros y daros ánimos y curaros
Y, entonces
la gente se convierte a centenares
y luego
degollada sois. Hoy, gozáis de corona
de luz, como
premio justo a vuestra entrega
de amor, fe
y esperanza. Reina entre las reinas;
Oh, Santa
Regina, “reina, virgen, mártir y luz”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de
Setiembre
Santa Regina
Mártir
Los niños piden -al menos así lo
hacían en tiempos pasados- a los mayores que les cuenten un cuento a la hora de
dormir. La condescendencia de los que les quieren, procurando su bien dormir,
les lleva a ilustrar su imaginación con historias que unas veces son sólo
producto del genio humano y otras… adornan la verdad de hechos ocurridos en la
ordinariez de la vida con amplificaciones que hacen fantástica, amable y hasta
apasionante la historia real. No sé si la historia de Regina servirá para
rellenar esos momentos previos al descanso nocturno de los pequeños, pero no me
cabe duda de que sí servirán a los adultos para que detengamos un momento nuestro
ardoroso caminar.
Regina es palabra latina que se
vierte al castellano por Reina. Así se llamaba nuestra protagonista de hoy. Fue
una francesita hija de padre romano y de madre gala. Era el tiempo del Imperio.
Cuando tenía quince años conoció a Cristo y le entregó su corazón, se bautizó y
decidió darle para siempre su virginidad.
Es hermosa en demasía. El
prefecto romano se enamoró de ella al verla. En su presencia, Regina confiesa
su fe. Desde este momento comienzan las dificultades para la fidelidad. Fue
puesta en la cárcel y con una amenaza: al regreso del prefecto, que
necesariamente ha de ausentarse, ella debe haber cambiado de religión o
conocerá el furor romano.
Sucede a la vuelta del personaje
lo previsible con la gracia de Dios. Ella se niega a sacrificar a los ídolos,
llegan las torturas, los hierros arañan y cortan su carne. También hay
prodigios del Cielo: se producen terremotos, se oyen voces celestiales… hasta
una paloma se acerca para consolarla, darle ánimos y curarla.
El ejemplo es tan llamativo que
la gente se convierte a centenares. Por fin, es degollada. La candidez de la
historia narrada, pletórica de elementos hiperbólicos y de adornos donados por
la fantasía, expone un drama común y diario de mucha gente que bien merece la
atención y el mimo del poeta, me refiero a todos esos que están dispuestos en
serio a dar la vida por la fe que tienen y, llegado el momento, darla.
Fuente: Archidiócesis de Madrid