!Oh¡ San Juan Damasceno, vos sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y os veneramos por haber sido vos, el primero
que escribió defendiendo la veneración de las imágenes. De
pronto dejasteis vuestros bienes y los repartisteis entre los
pobres y os fuisteis de monje al monasterio de San Sabas,
y allí os dedicasteis completo a leer y escribir. Y vos os
disteis cuenta de que Dios os había concedido una facilidad
para escribir para el pueblo, y hacer resúmenes de otros
autores y para presentarlos con leguaje sencillo para gente
sencilla. Un día, el superior del monasterio oyó en sueños que
Nuestro Señor le mandaba dar plena libertad a Damasceno para
que escribiera, y así lo hizo. León el Isaúrico, dispuso
prohibir el culto a las imágenes demostrando ignorancia en
religión, y fue entonces cuando os salisteis al combate con
vuestros valientes escritos a favor de las imágenes. Pero,
el iconoclasta León el Isaúrico, decía que los católicos
adoran las imágenes pero, vos, os respondisteis que nosotros
no adoramos imágenes, sino que las veneramos. Los católicos
no adoramos imágenes no creemos que ellas son dioses o que
nos van a hacer milagros, las veneramos, porque al verlas
recordamos cuanto nos han amado Jesucristo o la Virgen o los
santos. Vos decíais en vuestros escritos: «lo que es un libro
para los que saben leer, es una imagen para los que no leen.
Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen
a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen».
El emperador León el Isaúrico, por rabia y celos contra
vos, mandó a traición que os cortaran la mano derecha,
con la cual escribíais. Pero vos, os encomenasteis a la Santísima
Virgen, y Ella, os curó la mano cortada y con esa mano
escribisteis sermones muy hermosos acerca de Nuestra Señora.
Y, así, y luego de haber gastado vuestra santa vida en buena
lid, voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
luz y eternidad, por vuestro amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Oh! San Juan Dmasceno, «vivo defensor de las imágenes de Dios»
© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
04 de Diciembre
San Juan Damasceno
San Juan Damasceno, el primero de la larga fila de aristotélicos cristianos, fue también uno de los dos grandes poetas de la Iglesia oriental. El santo pasó su vida entera bajo el gobierno de una califa mahometano y este hecho muestra el extraño caso de un Padre de la Iglesia cristiana, protegido de las venganzas de un emperador, cuyas herejías podía atacar impunemente, ya que vivía bajo el gobierno musulmán.
Fue uno de los más grandes y fuertes defensores del culto de las sagradas imágenes en la amarga época de la controversia iconoclasta. Como escritor teológico y filósofo, no intentó nunca ser original ya que su trabajo se redujo más bien a compilar y poner en orden lo que sus predecesores habían escrito.
A pesar de su formación teológica, no parece haber considerado al principio, otra carrera sino la de su padre, Jefe del departamento de recaudación de impuestos, a quien sucedió en su oficio. En la corte podía llevar libremente una vida cristiana y ahí se hizo notable por sus virtudes y especialmente por su humildad. Sin embargo, el santo renunció a su oficio y se fue de monje a la «laura» de San Sabas, lugar donde escribió sus primeras obras contra los iconoclastas, compuso himnos y poemas. El resto de su vida la pasó escribiendo teología y poesía en San Sabas, donde murió en a una edad avanzada.