¡Oh! San Rosendo, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que promovisteis instaurar la monástica
vida y que habiendo renunciado a la función episcopal,
tomasteis el hábito monástico en el monasterio de Celanova,
que después presidisteis como abad, haciendo de esa manera
honor al signficado de vuestro nombre: “gobernante glorioso”.
Vuestro gobierno fue diferente de vuestro primo Sisnando,
que sus deberes descuidaba y el tiempo pasaba en paseos y
diversiones. Vos, os pusisteis, al frente del ejército y
al grito de “algunos ponen su confianza en los carros de
guerra y otros en los caballos, pero nosotros invocamos el
nombre del Señor”, rechazando a los normandos hasta sus naves
y obligasteis a los moros a retirarse. Murió Sancho, el rey
y Sisnando evadido de la prisión, os atacó en la noche de
Navidad. Y, vos, os retirasteis al monasterio de San Juan
de Caveiro, y allí, os recibisteis en una visión, la orden
de ir a fundar otra abadía en el valle de Villar: el monasterio
de Celanova y otros más, a los que impusisteis la regla de
San Benito. Vuestra fama grande era, que los obispos y abades
acudían en busca de vuestra dirección. Vos, curasteis a muchos
epilépticos y endemoniados, devolvisteis la vista a varios
ciegos y por vuestra intercesión obtuvisteis la restitución
de bienes robados y la liberación de cautivos. Y, así y luego
de haber gastado vuestra vida, en buena lid, vólo al cielo
vuestra alma, para premiada ser con corona de luz y ternidad,
como justo premio a vuestra grande entrega de amor y fidelidad;
¡Oh!, San Rosendo, “gobernante glorioso del Dios de la vida”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
y su amado santo, que promovisteis instaurar la monástica
vida y que habiendo renunciado a la función episcopal,
tomasteis el hábito monástico en el monasterio de Celanova,
que después presidisteis como abad, haciendo de esa manera
honor al signficado de vuestro nombre: “gobernante glorioso”.
Vuestro gobierno fue diferente de vuestro primo Sisnando,
que sus deberes descuidaba y el tiempo pasaba en paseos y
diversiones. Vos, os pusisteis, al frente del ejército y
al grito de “algunos ponen su confianza en los carros de
guerra y otros en los caballos, pero nosotros invocamos el
nombre del Señor”, rechazando a los normandos hasta sus naves
y obligasteis a los moros a retirarse. Murió Sancho, el rey
y Sisnando evadido de la prisión, os atacó en la noche de
Navidad. Y, vos, os retirasteis al monasterio de San Juan
de Caveiro, y allí, os recibisteis en una visión, la orden
de ir a fundar otra abadía en el valle de Villar: el monasterio
de Celanova y otros más, a los que impusisteis la regla de
San Benito. Vuestra fama grande era, que los obispos y abades
acudían en busca de vuestra dirección. Vos, curasteis a muchos
epilépticos y endemoniados, devolvisteis la vista a varios
ciegos y por vuestra intercesión obtuvisteis la restitución
de bienes robados y la liberación de cautivos. Y, así y luego
de haber gastado vuestra vida, en buena lid, vólo al cielo
vuestra alma, para premiada ser con corona de luz y ternidad,
como justo premio a vuestra grande entrega de amor y fidelidad;
¡Oh!, San Rosendo, “gobernante glorioso del Dios de la vida”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 de Marzo
San Rosendo (Rudesindo)
Obispo
Por: Alban Butler
Fuente: Vida de los Santos
Fuente: Vida de los Santos
Martirologio Romano: En Celanova, de Galicia, en España, san
Rosendo (Rudesindus), antes obispo de Dumio, que cuidó de promover o
instaurar la vida monástica en la misma región y, habiendo renunciado a
la función episcopal, tomó el hábito monástico en el monasterio de
Celanova, que después presidió como abad († 977).
Etimológicamente: Rosendo = “ gobernante glorioso”. Viene de la lengua alemana.
Fecha de canonización: En el año 1195 por el Papa Clemente III.
San Rosendo pertenecía a una noble familia de Galicia. Según Esteban
de Celanova, su biógrafo, la madre (Ilduara) se hallaba orando en la
iglesia de San Salvador, en el Monte Córdoba, cuando recibió un aviso
del cielo de que tendría un hijo.
Rosendo era un joven serio y devoto. Cuando la sede de Dumium
(actualmente Mondoñedo) quedó vacante, el pueblo le eligió obispo. En
vano alegó el santo que sólo tenía dieciocho años y que era inepto para
el cargo; el pueblo insistió, y Rosendo se vio obligado a aceptar.
Su gobierno fue totalmente diferente del de su primo Sisnando, obispo
de Compostela, quien descuidaba sus deberes y pasaba el tiempo en
paseos y diversiones. la vida de Sisnando era tan escandalosa, que el
rey Sancho le encarceló y pidió a Rosendo que tomase el gobierno de su
diócesis; el santo tuvo que aceptar contra su voluntad.
En una ocasión, hallándose ausente el rey Sancho, los normandos
cayeron sobre Galicia y los moros invadieron Portugal. San Rosendo se
puso al frente del ejército y al grito de “algunos ponen su confianza en
los carros de guerra y otros en los caballos, pero nosotros invocamos
el nombre del Señor” (Sal 19,8), rechazó a los normandos hasta sus naves
y obligó a los moros a retirarse a sus territorios.
Después de la muerte del rey Sancho, ocurrida el año 967. Sisnando se
evadió de la prisión y, en la noche de Navidad, atacó a Rosendo y le
amenazó de muerte si no abandonaba la diócesis. El santo no opuso
resistencia, y se retiró al monasterio de San Juan de Caveiro, que él
mismo había fundado. Allí permaneció hasta que, en una visión, recibió
la orden de ir a fundar otra abadía en el sitio que le sería mostrado.
Para gran gozo suyo, fue conducido al valle de Villar, que pertenecía a
sus antepasados. Se trataba de una tierra “en la que abundaban las
fuentes y que se prestaba para el cultivo de flores, cereales y
verduras, como también para los árboles frutales”. Allí erigió, en el
curso de ocho años, el monasterio de Celanova.
Nombró superior a un santo monje llamado Franquila, y él mismo se
puso bajo sus órdenes. Con la ayuda de su abad, construyó otros
monasterios, a los que impuso la estricta observancia de la regla de San
Benito. A la muerte de Franquila fue elegido abad. Su fama era tan
grande, que los obispos y abades acudían en busca de su dirección y
varios conventos se pusieron bajo su jurisdicción.
Su biógrafo habla de numerosos milagros: el santo curó a muchos
epilépticos y endemoniados, devolvió la vista a varios ciegos y su
intercesión obtuvo la restitución de bienes robados y la liberación de
cautivos. El mismo Esteban de Celanova comienza su catálogo de milagros
narrando una experiencia personal: “Siendo muy joven, mis padres me
destinaron a los estudios literarios. Para escapar de las dificultades
de la escuela, acostumbraba yo ir a esconderme en el bosque. Como me
mostraba irreductible, a pesar de que me vigilaban muy de cerca, mi
maestro fue, por divina inspiración, a la tumba de san Rosendo, encendió
un cirio y rogó a Dios que, si realmente me había escogido para la vida
religiosa, me atase con los lazos de la virtud y abriera mi
inteligencia al estudio. Según me decía con frecuencia mi maestro, a
partir de ese momento empecé a ser más dócil y, no mucho después, tomé
el hábito religioso en el mismo monasterio”. San Rosendo fue canonizado
en 1195 o 96.
De todos modos, no es del todo seguro que el monje Esteban haya
escrito realmente la biografía que se le atribuye; en todo caso, vivió
dos siglos después de San Rosendo. Casi todos los documentos y milagros
publicados por los bolandistas en Acta Sanctorum, son posteriores a la
muerte del santo. Es muy oscura la relación de san Rosendo con las
diócesis de Dumium y Compostela, y es muy difícil determinar si no se
había retirado ya a Celanova antes de que el rey le llamara a gobernar
la sede de su primo.