17 julio, 2012

Santa Carolina

Oh, Santa Carolina, vos, sois la hija
del Dios de la vida, y, su amada santa,
que honor hicisteis al significado de
vuestro nombre: “magnánima”. Y, así,
vuestra vida fue, con los brazos abiertos
para todos y todas, a Cristo imitando
pues Él, se abandonó en los brazos de
Dios, a la hora de su muerte, rezando:
“esto es, en ti pongo toda mi vida”.
Vos, que, en vuestro convento vivíais,
a la vida de oración, el trabajo y el
apostolado entregada, de pronto, el
mal tomó cuerpo y entró, en vandálicas
turbas convertido, que se os lanzaron
contra vos y vuestras inocentes vidas.
Y, vos, y todas vuestras hermanas con
los rostros de felicidad y, con la confianza
en Dios puesta, tal como hizo Cristo,
en la cruz, marcharon a vuestro martirio,
con vos, a la cabeza. Y, sí, os quitaron la
vida, pero jamás vuestra alma, que, a
los brazos de Dios, presta voló, para
recibir, corona de luz inmarchitable;
oh, Santa Carolina, “luz magnánima”.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de Julio
Santa Carolina

Etimológicamente significa “magnánima”. Viene de la lengua alemana. Cristo se abandonó en Dios a la hora de morir en la cruz. Rezó diciendo: “esto es, en ti pongo toda mi vida”. Esta es una oración de plena confianza. Si alguna vez te encuentras decaído, dila a menudo hasta tanto salgas de tu mal bache.
Carolina

Estamos en plena Revolución francesa. Concretamente en el año 1794. Las beatas carmelitas de Compiège son llevadas de este lugar a París, en la época del terror más exacerbado que uno se pueda imaginar. Estas hermanas vivían en su convento entregadas a la vida de oración, al trabajo y al apostolado.

¿Qué daño hacían? Ninguno. Pero las turbas se lanzaron contra ellas y sus inocentes vidas. Siempre se persigue la religión cuando se aleja Dios de la sociedad y de los corazones de los dirigentes.
Con sus caras de felicidad y, con la confianza en Dios – tal como él hizo en la cruz – iban derechas al lugar de los tormentos: la vil guillotina en la plaza del Trono parisina. Después fueron enterradas en el cementerio de Picpus.
La decana de estas hermanas se llamaba carolina. Tenía 79 años. Había nacido en Anne-Marie-Thouret y era originaria de Mouy-sus –Oise. Cuando hace algunos años se cumplieron los 200 años fatídicos de aquellos días, la hermana Carolina resplandece en el cielo y ante la contemplación de todos los creyentes como una flor que, aunque madura por la vida, sigue expandiendo por todas partes el perfume de su virtud y de su entrega a Dios con su propio martirio.

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

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