¡Oh!, San Mario, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y mártir, que ejemplo fuisteis de familias
cristianas, con vuestra mujer Marta, Abaco y Audifax,
vuestros queridos hijos, todos nobles persas, que dejasteis
vuestra tierra, para dirigiros a Roma y a los sepulcros
de los santos mártires visitar, además, consolar a
los cristianos que prisión purgaban por causa de su fe.
Sepultasteis doscientos sesenta mártires con la ayuda
de un sacerdote, cuyos cuerpos después de haber sido
mutilados y decapitados permanecían a flor de tierra
y expuestos a las inclemencias del tiempo. Pero, el
mal que no descansa, tomó cuerpo, y mientras realizabais
vuestra obra, las autoridades romanas os sorprendieron
y os llevaron ante tribunal. Decio, os ordenó que para
no ser condenados a muerte, adorasen su estatua
o quemaseis incienso ante algún dios pagano. Y, vos, a
la cabeza de vuestra familia, os negasteis y, en el acto
decapitados fuisteis. Claro, vuestros verdugos, os
privaron del cuerpo físico, pero, nunca jamás, de vuestras
almas, que prestas volaron al cielo, para coronadas
ser con corona de luz, como premio justo a vuestro amor;
¡oh!, San Mario, “vivo ejemplo de familia llena de Cristo”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Enero San Mario y familia Mártires
Martirologio Romano: En la vía Cornelia, en el decimotercer
miliario antes de Roma, en el cementerio de Ninfa, santos Mario, Marta,
Audifax y Abaco, mártires (c. s. IV).
Etimología Mario: propio de la gente que pensaba decendía del dios Marte, es de origen latino.
Marta = señora, es de origen arameo.
Ejemplo de familias cristianas, San Mario, su mujer Marta y sus dos
hijos, Abaco y Audifax, de la nobleza persa, dejaron su tierra y se
dirigieron a Roma, para visitar los sepulcros de los mártires y consolar
a los cristianos que sufrían en la prisión.
Con la ayuda de un sacerdote, pudieron dar cristiana sepultura a 260
mártires, cuyos cuerpos estaban decapitados y permanecían en el campo
expuestos a las inclemencias del tiempo. Pero mientras realizaban su
buena obra, fueron sorprendidos por las autoridades romanas y llevados
ante tribunal. El prefecto Flaviano y el gobernador Marciano, habrían
realizado el interrogatorio.
Durante el imperio de Decio, éste había ordenado que aquellos que
fueran sospechosos de ser cristianos, para no ser condenados a muerte
debían hacer un acto de adhesión al culto pagano como adorar la estatua
del emperador, o quemar un gramo de incienso ante la estatua de algún
Dios. Por supuesto, Mario y su familia no aceptaron tal cosa y fueron
decapitados.
Se les dio sepultura en un campo donde luego se edificó una iglesia, meta de innumerables peregrinaciones durante la Edad Media.
Pidamos por su intercesión que nos dé el Señor gozar de la paz en esta tierra y encontrar luego la alegría en la vida eterna.