31 diciembre, 2014

Octava de Navidad

 

31 de Diciembre
Octava de Navidad
Lecturas de Misa
PRIMERA LECTURA

Estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 18-21
Hijos míos, es el momento final.

Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final.

Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.
En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.
Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Palabra de Dios.

Salmos
Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14

R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles bosque. R.
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R
.


EVANGELIO
La Palabra se hizo carne
Comienzo del santo evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo:
- «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor
Amén.
 
La alegría del perdón
Comentario a las Lecturas
Escrito por Comentarista 5 el 31 diciembre, 2014 


“En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brillaba en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió (…) Vino a su casa y los suyos no la recibieron”. Estas afirmaciones son duras. El rechazo de quien es la luz y la vida misma de los hombres y, precisamente, por quienes somos “los suyos”. Nos equivocaríamos si pensásemos: “esto es algo ajeno a nosotros”, “esto le pasa a los demás”, “en mi caso no hay tal negativa a recibirlo”. 

Si hacemos un examen de conciencia sincero descubrimos enseguida cuántas veces no le recibimos porque nos cerramos al hermano ¿Cuántas veces negando el perdón hemos alimentado el rencor y anhelado una “pequeña” venganza? ¿Cuántas veces no hemos dilatado el pedir perdón? ¿En cuantas ocasiones no hemos “mirado a otro lado” ante las necesidades de quien tenemos a nuestro lado o le hemos tratado con indiferencia o frialdad? ¿En cuantas ocasiones hemos juzgado con severidad a los demás, incluso hablando mal de ellos? ¿En cuantas ocasiones nos hemos entristecido por el bien ajeno –eso es envidia-?… Sin embargo, el pecado no es el protagonista, ni mucho menos el vencedor.

Frente a la realidad del pecado del hombre, la respuesta de Dios es un plan de salvación, realizado por la Palabra hecha carne. El hombre no queda sólo ante su pecado; hay algo más que experiencia de culpa, por la iniciativa de Dios cabe el arrepentimiento. Como nos recordaba San Juan Pablo II, en “Memoria e identidad”, la misericordia divina pone un límite al mal. Es, por tanto la bondad de Dios, no la nuestra, la fuente del perdón. No nos perdona porque seamos buenos, sino al revés: nos perdona porque él es bueno. 

Es muy importante recordar esto una y otra vez, porque con frecuencia razonamos al revés: no pido perdón, no me confieso, porque sigo “cayendo” en los mismos pecados ¡No! Quien perdona es él y lo hace porque nos quiere, no porque seamos buenos. Abrirnos al amor de Dios, que ha querido hacernos hijos suyos, hace posible el arrepentimiento. Lo único capaz de superar la dureza de nuestro corazón es el amor. 

Recuerdo ahora cómo hace tiempo una amiga me pidió que hablara con su marido. Estaba ingresado en un hospital, recorriendo los últimos metros de su vida. La esposa quería con todas las fuerzas de su alma la conversión de su marido, su decisión de abrir el corazón a la misericordia de Dios en el sacramento de la reconciliación, a la gracia del sacramento de la unción de enfermos para fortalecer su esperanza y “apropiarse” de los méritos de todos los santos para la purificación de su alma y, finalmente, comer el Cuerpo de su Salvador y disponerse mejor a esa comunión eterna con Dios, que tan cerca estaba de suceder. Se mantiene muy vivo en mi memoria la recepción tan gélida de aquel hombre. 

Ni en un momento tan decisivo estaba dispuesto siquiera a rezar conmigo un Padre nuestro. Esgrimí todos los argumentos conocidos y sugeridos, estoy convencido, por el Espíritu Santo, más empeñado que ninguno en su salvación. Todo resultó inútil. Salí de la habitación apesadumbrado por mi incapacidad, con el corazón en un puño al “tocar” la obstinación de aquel hombre – ¡nuestra libertad es capaz de negarse a Dios! no seamos ingenuos -. Me acerqué a mi amiga y le conté el resultado de la entrevista. Entonces su mujer entró en la habitación y me dijo: por favor espérame, no te vayas.

Habían transcurrido escasamente diez minutos cuando salí y me dijo: ahora puedes pasar. No sé qué le dijo su esposa, ni qué sucedió entre ellos; sólo sé que me encontré a un hombre con los ojos llenos de lágrimas, sollozando como un niño y pidiendo recibir los sacramentos; donde antes había obstinación en no recibir a Cristo. Estoy persuadido de haber vivido de cerca otro milagro de la capacidad transformadora del amor. Después comprendí por qué yo “arrojé la toalla”: sencillamente no le quería como su mujer. Abramos los ojos al amor de Dios por nosotros y él transformará el rechazo en arrepentimiento y en la alegría del perdón. 

(http://oracionyliturgia.archimadrid.org/2014/12/31/31122014-miercoles-octava-de-navidad/)

30 diciembre, 2014

Un sacerdote ciego y sordo que utiliza internet para evangelizar

Un testimonio del amor convertido en superación
El padre Axelrod ha roto la barrera física de la palabra hablada con la comunicación mediante el lenguaje de los signos


Por: Jorge Enrique Mújica, LC | Fuente: actualidadyanalisis.blogspot.com

«La mayor parte de las personas considera la condición de sordo y ciego como algo indescriptible, impensable, inimaginable. Para mí se ha convertido en un nuevo modo de vivir que me ha ofrecido una nueva dirección. Hay ciertamente frustraciones a superar pero también muchas alegrías experimentadas y muchos nuevos retos. En un cierto sentido mi condición de sordo y ciego se ha convertido en la lección más importante de mi vida». Son “palabras” del padre Cyril Axelrod, un anciano sacerdote católico que reside en Londres, Inglaterra, donde desarrolla su ministerio pastoral entre personas que, como él, no oyen ni ven.

Nacido en Sudáfrica en 1942, fue en aquellas tierras donde Cyril conoció en primera persona qué era la discriminación.

La juventud de Cyril estuvo acompañada por el creciente desarrollo del síndrome de Usher, una enfermedad de origen genético que se manifiesta gradualmente hasta llegar a la pérdida completa e irreversible del oído y de la vista. Esa experiencia, más que frustrarle, le enseñó que había muchas personas que necesitaban amor… Con el añadido de que había un modo de comunicación especial para hacérselos sentir.

Desde que fue ordenado sacerdote se ha podido dedicar a llevar un testimonio de aliento a miles de personas creyentes a quienes a podido acompañar y fortalecer en la fe. «No es sólo un maravilloso ejemplo de poder de la fe sino también del hecho de que nunca ha visto en su sordera o ceguera una invalidez», dice Nicole Clark, responsable del «National Committee for Deaf and Hard of Hearing», instituto de la Conferencia Episcopal Australiana.

El padre Axelrod es un testimonio del amor convertido en superación: ha roto la barrera física de la palabra hablada con la comunicación mediante el lenguaje de los signos. Y es que tiene una viva motivación: su fe en Cristo como sacerdote que le hace experimentar eso que san Pablo expresó con su “¡Ay de mí si no evangelizare!”.

El P. Axelrod se ha reunido 3 veces con un Papa. La primera vez fue en 1971, sólo unos meses después de su ordenación sacerdotal, cuando su enfermedad aún no había afectado su vista. Padre Cyril recuerda esta ocasión, cuando conoció a Pablo VI, en su autobiografía “Y empieza el viaje” . En el libro, Axelrod dice que cuando el Papa Montini escuchó su nombre, sonrió y su rostro se iluminó. El Papa al parecer le dijo que el Obispo Green le había hablado de su ordenación y le confesó que él era el primer sacerdote sordo que había conocido nunca. El Papa abrazó Axelrod y le pidió que extender su admiración a su madre por el regalo que le había dado a la Iglesia. Luego bendijo Axelrod diciendo: “. Id y predicad el amor de Dios a los sordos” gestos del Papa y sus palabras se trasladó Axelrod hasta las lágrimas y eran un signo de los prodigios que Dios había reservado para él, el misionero redentorista concluyó.

En noviembre de 2009 se encontró en audiencia con el Papa Benedicto XVI, cuando ofreció su testimonio en el marco del Año Sacerdotal.

El 29 de marzo de 2014, durante la audiencia especial concedida por el Papa Francisco a los invidentes y sordos, el P. Cyril estuvo presente en primera fila y pudo comunicarse con el Papa. Al día siguiente visitó la comunidad de San Alfonso en Roma.

De hecho, el padre Axelrod no sólo ofrece conferencias a lo largo y ancho del mundo: gracias a los avances de la tecnología el padre Cyril utiliza internet, concretamente un blog, mediante el cual está a disposición de las personas que quiere acercarse a él y también de las que quieren beneficiarse de sus escritos y pensamientos.

La dirección del blog es http://cyrilaxelrod.wordpress.com
Es posible enviarle mensajes de correos a la siguiente dirección cyril@axelrod1.freeserve.co.uk


Octava de Navidad

 

30 de Diciembre
Octava de Navidad
María presenta su hijo a Dios y a nosotros. Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra.

Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

Oración introductoria

Padre Santo, mi relación contigo se basa en la fe, que me permite percibir lo que mis sentidos no pueden. Por ella, sé que estás ahora aquí porque, humildemente, te he invocado. Espero y confío en tu misericordia, me abandono en tu Providencia, sé que por tu amor, encontraré en Ti la paz que busco.

Petición

Jesús, envía al Espíritu Santo para que guíe esta oración. Que sepa guardar ese silencio que me permita poder escuchar lo que hoy me quieres decir, para que así, hoy, pueda ser en mi familia apóstol de tu amor.

Meditación del Papa Francisco

Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino.» (Papa Francisco, 2 de febrero de 2014)

Reflexión

Como que resumiendo todo el período de la infancia de Jesús, se nos dice que Él estaba “sometido” a sus padres y que “progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,51-52). Durante la mayor parte de su vida, Jesús compartió la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios, vida en la comunidad (cf. Catecismo de la Iglesia Cátolica, n. 531). No siempre recordamos esto, pero lo que más distinguió a Jesús fue su vida familiar. En cambio, a menudo consideramos sólo su vida pública.

Si Jesucristo nos ha redimido tanto con su vida oculta de Nazaret como con sus escasos tres años de predicador itinerante, entonces, los 30 años que pasaba detrás del portal de la casa sencilla de Nazaret no fueron menos fecundos. Lo manifiesta también la frase del Evangelio: “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.”

Ciertamente, el propósito común de María y José fue el de proporcionar una esmerada educación a Jesús y Él la asimiló con la actitud más confiada, diligente y sumisa que jamás ha tenido un hijo. María y José vieron cómo su inteligencia y su voluntad humanas se iban despertando, desarrollando y fortificando. Por otro lado, no sólo habrán buscado trasmitirle un gran número de conocimientos acerca de las costumbres y tradiciones del pueblo judío, sino sobre todo el mundo de valores y de ideales que los animaba, donde Dios lo era todo. Así habrán compartido muchas veces los mismos sentimientos, afectos e intereses.

Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra. Sorprende, con qué eficacia se va trasmitiendo, casi irradiando hacia los demás. Quizá por eso la profetiza Ana se sintió atraída hacia esta familia. Es hermoso pensar que la Virgen María en persona le habrá contado a San Lucas todos estos detalles acerca de la niñez de Jesús. ¿Quién más lo podría haber hecho?

Propósito

Al presentarse un conflicto, seré el primero en ofrecer una disculpa o proponer una solución para construir la unidad, en mi casa o lugar de trabajo.



29 diciembre, 2014

Octava de Navidad

 

 29 de Diciembre
Octava de Navidad
La Temporada de Navidad

¡No guarden el nacimiento demasiado rápido! Estamos en Navidad hasta la fiesta del Bautismo de Jesús. 

En la vigilia de Navidad (el 24 a medianoche) se celebra la misa de Navidad llamada “Misa de Gallo”. 

El 25 de diciembre se celebra solemnemente la Natividad del Señor. 

Siguen ocho días, la octava de Navidad, es decir hasta el primero de enero. Celebrar la octava es una práctica que tiene sus raíces en el Antiguo Testamento. Los judíos celebraban las grandes fiestas por ocho días y la Iglesia nunca perdió esta bella costumbre. Dios, hace unos 4000 años, hizo una alianza con Abraham y su descendencia, cuyo signo es la circuncisión en el octavo día después del nacimiento. (Cf. Gen 17,10). Desde entonces la octava (ocho días) ha sido tradición del Pueblo de Dios. Por eso Jesús, como todo judío, fue circuncidado en el octavo día. En ese día recibe su nombre: “Jesús” Cf. (Lc 2,21). Jesús resucitó el día después del Sábado, el día después del séptimo día de la semana. Los Padres del siglo II se refieren al Domingo como el “octavo día”. La epístola de Barnabás (c. 130AD): “celebramos la fiesta gozosa del octavo día en que Jesús fue resucitado entre los muertos”. S. Justino mártir escribe que el octavo día posee “una cierta importancia misteriosa”. En la actualidad La Navidad y la Pascua se celebran con su octava. 

Durante la octava también celebramos, en tres días consecutivos, tres fiestas que nos hacen presente la entrega total al Señor:

San Esteban, el 26 de diciembre. Mártir. Representa aquellos que murieron por Cristo voluntariamente.
San Juan Evangelista, el 27 de diciembre, representa aquellos que estuvieron dispuestos a morir por Cristo pero no los mataron. San Juan fue el único Apóstol que se arriesgó a estar con La Virgen al pie de la cruz.

Los Santos Inocentes, el 28 de diciembre, representan aquellos que murieron por Cristo sin saberlo. Recordemos los millones que hoy día son abortados.

El domingo después de la Navidad celebramos la Sagrada Familia, modelo de toda familia en la tierra.
El primer día del año celebramos la festividad de María Madre de Dios, terminando así la octava.
El 6 de enero es la fiesta de la Epifanía o manifestación del Señor a los Reyes Magos. (En muchos lugares la Epifanía se traslada al domingo entre el 2 y el 8 de enero)
La temporada de Navidad termina con el bautismo del Señor.


28 diciembre, 2014

La Sagrada Familia

 

¡Oh!, Sagrada Familia de Dios
Vos, sois
El amoroso modelo
De amor divino hecha
Que con Jesús, María y José
Estáis toda cargada de amor
Paz y armonía
Que desde siempre
Y por siempre
En nuestros corazones está
Y, a la que aspiramos
Los siervos todos
De Nuestro Padre Dios
Porque seguimos siendo niños
La vida toda
Y necesitados del amor
De una familia
A vivo ejemplo de Vos
Sagrada familia
Que son tesoro invaluable
Que anhela nuestra alma
Como cristianos
Y, que, hemos a los demás
De darnos a cada instante
Por la gloria eterna de Vos
Sagrada Familia de Nazaret
¡Oh!, Sagrada Familia de Dios

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Domingo 28 de Diciembre
La Fiesta de la Sagrada Familia
Mateo 2, 13-15. 19-2

¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos!

El Paraíso en la tierra

Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23

Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.” El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.” El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: “Será llamado Nazoreo”.

Oración preparatoria

Señor, en mi oración del día de hoy en el que recordamos a la Sagrada Familia, te ofrezco toda mi vida, mi libertad y mi voluntad. Soy tuyo, a Ti me entrego con todo lo que soy y lo que tengo. Que tu gracia me permita escuchar tu voluntad para que mi testimonio de vida convierta y dé esperanza a mi familia.

Petición

Señor, te pido por mi familia, dale un amor fuerte. Acrecienta mi confianza en Ti y ayúdame a poner todas mis ilusiones en santificarme para alcanzar la gloria eterna.

Meditación del Papa Francisco

En el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús. ¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia?

Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu (…)

En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).

Reflexión

Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de paciencia, donde la almohada esté llena de secretos y el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.

Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo, y los pasos mucha seguridad; donde los tropiezos tengan cordura, y los detalles significación; donde abunde la ternura y el respeto en el trato diario; donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y dulce la paz.

Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz; donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto; donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger; donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos y los hijos vigilados.

Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos; donde disentir sea intercambiar y no guerrear; donde la formación junte los eslabones y la oración forme la cadena; donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor; donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.

Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste. Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales, marca huellas indelebles. Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.

Aunque hay excepciones, ese hogar primero, ese “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece; queda en las luces que te alumbran el camino. Y nunca se lo lleva el viento; queda prendido en tu raíz. De ese hogar salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. Del hogar salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. Del hogar sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.

¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad, ¡y los grandes seguidores de Cristo! El hogar, hoy en día, es una prioridad, pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!

No recuerdo dónde encontré este texto, pero me parece una maravillosa meditación para celebrar hoy a la Sagrada Familia, modelo y prototipo de todas las familias cristianas. Esto es lo que debería ser cada familia. Si cada hogar católico tuviera estas cualidades, el mundo sería mucho más bello, más justo y más humano.

¿Cómo te imaginas tú a aquella familia de Nazaret, compuesta por Jesús, María y José? ¡Qué almas tan exquisitas, de tanta elevación humana y moral, y tan santas! Aun en medio de la sencillez de lo ordinario, su vida estaría, sin duda, permeada de fe, de dulzura, de amor, de comprensión, de obediencia, de servicio y de oración. ¡De verdad que sería un verdadero paraíso en la tierra!….

El Evangelio de hoy se complace en presentarnos reiteradamente la obediencia y la disponibilidad de José a la voluntad de Dios, expresada a través del mensaje del ángel. José, como padre y esposo, era también el guardián y protector de la Virgen Madre y del Niño Jesús. ¡Qué inmensos tesoros quiso confiar Dios a la humildad y a la sencillez de este gran hombre! Y por ello supo ser también digna cabeza de esta Sagrada Familia.

Todos los padres y esposos cristianos deberían esforzarse sinceramente por imitar a este “varón justo” –como llama el Evangelio, sencillamente, san José-. Y entonces, estoy seguro, su autoridad sería mucho más dulce y llevadera, y sus familias más hermosas, más piadosas, más serenas y risueñas. Yo he conocido muchos hogares así, por fortuna, y son una auténtica bendición de Dios para toda la humanidad.

¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos! Y no digo que no tenga que haber esas normales desavenencias que se dan en todo núcleo humano. Negarlo sería caer en un angelismo ingenuo e idealista. Pero, en medio de esos avatares, son maravillosos esos hogares en los que se palpa a Dios, se vive el Evangelio y se trata de vivir como aquella familia de Nazaret.

El Papa Pablo VI, cuando visitó Tierra Santa en enero de 1964, dirigió una hermosa alocución en el lugar que vio crecer a Jesús. Y, hablando de las principales enseñanzas de la Sagrada Familia, decía: “Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía, y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social”.

La familia cristiana –como recordaba el Concilio Vaticano II- es una “iglesia doméstica”, pues en ella se nace no sólo a la vida física, sino también, en cierto modo, a la vida de la gracia. Ella es como la puerta de ingreso a la fe y a la vida eterna, pues son los padres cristianos quienes acercan a sus hijos al bautismo, los encaminan a los sacramentos y les propician una auténtica educación en la fe y en el amor a Dios.

Además, el hogar es el nido en donde el infante, el niño, el joven y el hombre maduro encuentran siempre comprensión, indulgencia, fortaleza, apoyo, amor desinteresado y puro, y una santa elevación hacia las cosas eternas.

Propósito

En el fondo, todos seguimos siendo un poco niños toda la vida y, por ello mismo, profundamente necesitados del calor de una familia. Que en el corazón de María, de Jesús y de José encontramos ese tesoro que anhela nuestra alma. Y es lo que también nosotros, como cristianos, hemos de dar a los demás, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret.

27 diciembre, 2014

San Juan, Apóstol y Evangelista

 

 Oh, San Juan Evangelista, vos sois, el hijo del Dios
de la vida, su Apóstol y amado santo. Y, el mismo que,
honor hicisteis al significado de vuestro nombre: “Dios
es misericordioso”. Y, que, en realidad así fue con vos.
Un día, la voz de Juan el Bautista oísteis cuando, a
Jesús viendo, dijo: “Este es el cordero de Dios, que
el pecado del mundo quita”. Y, vos, marchasteis con Él,
feliz. Y, en el Tabor, monte de su transfiguración
divina, testigo fuisteis del poder de Dios, y del milagro
de la vuelta a la vida de la hija de Jairo. También,
con amor, la última cena preparasteis y testigo fuisteis
de su agonía en el Huerto de los Olivos. Además, cuando
todo consumado fue, al pie del Gólgota os encontrabais,
y, en amadísimo guardián quedasteis de María, Madre
del Redentor y Señora Nuestra, como si fuera vuestra
madre. Visteis y creísteis que resucitó Jesús, y, más
tarde, Dominiciano, impío emperador; quiso mataros,
pero no pudo y de cólera y furia lleno, os desterró
a Patmos, para gloria de Cristo Jesús, Dios y Señor
Nuestro, porque allí, el “Apocalipsis”, obra vuestra
y extraordinaria escribisteis, inspirado por el Espíritu
de Dios. ¿Qué premio os habrá dado nuestro amoroso
Padre? ¿Qué premio?: ¡Corona de luz eterna! como justa
recompensa a vuestro amor constante a Cristo y a María;
Oh, San Juan Evangelista, “el discípulo más amado”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Diciembre
San Juan Apóstol y Evangelista
Año 100

San Juan Evangelista: consíguenos de Dios la gracia especial de leer con fe y cariño tu santo evangelio, y obtener de su lectura gran provecho para nuestra alma. Dios es amor (San Juan).

Juan significa: “Dios es misericordioso”.

Este apóstol tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Y se ha hecho muy famoso por haber compuesto el cuarto evangelio.

Nació en Galilea. Era hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor. Su oficio era el de pescador. Parece que fue uno de los dos primeros discípulos de Jesús, junto con Andrés. Los dos eran también discípulos de Juan Bautista y un día al escuchar que el Bautista señalaba a Jesús y decía: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, se fueron detrás de Él. Jesús se volvió y les dijo: “¿Qué buscan?”. Ellos le respondieron: “Señor: ¿dónde habitas?”. Y Jesús les dijo: “Vengan y verán”. Y se fueron con él y estuvieron en su compañía toda la tarde recibiendo sus enseñanzas. Durante toda su vida, jamás Juan podrá olvidar el día, la hora y el sitio en que se encontró por primera vez con Jesucristo. Fue el momento más decisivo de su existencia.

Juan estaba después un día con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés, remendando las redes a la orilla del lago, cuando pasó Jesús y les dijo: “Vengan conmigo y los haré pescadores de almas”. Inmediatamente, dejando a su padre y a su empresa pequeña, se fue con Cristo a dedicarse para siempre y por completo a extender el Reino de Dios.

Juan evangelista hizo parte, junto con Pedro y Santiago, del pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos. Junto con Pedro, fue este apóstol encargado por Jesús de prepararle la Última Cena.

Al ver la mamá de Santiago y Juan que Jesús los prefería tanto, y aconsejada por ellos dos, que eran bien orgullosos, se atrevió a pedirle al Señor una gracia muy especial: que cuando él empezara a reinar, nombrara a Juan primer ministro y a Santiago ministro también. Jesús le respondió que el señalar los primeros puestos en el Reino de los cielos le correspondía al Padre Celestial, y que estos ya estaban determinados para otros. Los demás apóstoles se indignaron contra estos dos vanidosos, pero Jesús aprovechó aquella ocasión para recordarles que en el Reino de los cielos ocuparán los primeros puestos los que se hayan dedicado a prestar servicios humildes a los demás.

A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: “Hijos del trueno”. Y esto se debió a que un día fueron los apóstoles a pedir hospedaje en un pueblo de samaritanos (que odiaban a los judíos) y nadie les quiso proporcionar nada. Entonces estos dos hermanos, que eran violentos, le propusieron a Jesús que les mandara a aquellos maleducados samaritanos alguno de los rayos que tenía desocupados por allá en las nubes. Jesús tuvo que regañarlos porque no habían comprendido todavía que Él no había venido a hacer daño a ninguno, sino a tratar de salvar a cuantos más pudiera. Más tarde estos dos hermanos tan vanidosos y malgeniados, cuando reciban el Espíritu Santo, se volverán humildes y sumamente amables y bondadosos.

En la Última Cena tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Juan Evangelista fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario al morir Jesús. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole: “He ahí a tu madre”. Y diciendo a María: “He ahí a tu hijo”.

El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Se fue corriendo con Pedro (al oír la noticia de que el sepulcro estaba vacío), pero como era más joven, corrió a mayor velocidad y llegó primero. Sin embargo por respeto a Pedro lo dejó entrar a él primero y luego entró él también y vio y creyó que Jesús había resucitado.

Después de la resurrección de Cristo, cuando la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en darse cuenta de que el que estaba en la orilla era Jesús. Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: “¿Y éste qué será?”. Jesús le respondió: “Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?”. Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores.

Después de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, Juan iba con Pedro un día hacia el templo y un pobre paralítico les pidió limosa. En cambio le dieron la curación instantánea de su enfermedad. Con este milagro se convirtieron cinco mil personas, pero los apóstoles fueron llevados al tribunal supremo de los judíos que les prohibió hablar de Jesucristo. Pedro y Juan les respondieron: “Tenemos que obedecer a Dios, antes que a los hombres”. Los encarcelaron, pero un ángel llegó y los libertó. Otra vez los pusieron presos y les dieron 39 azotes a cada uno. Ellos salieron muy contentos de haber tenido el honor de sufrir esta afrenta por amor al Señor Jesús, y siguieron predicando por todas partes.

Juan, para cumplir el mandato de Jesús en la cruz, se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos. Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte.

El emperador Dominiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, entonces fue desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis.

Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio según San Juan, que es el libro que lo ha hecho tan famoso. Este libro tiene un estilo elevadísimo e impresionantemente hermoso. Agrada mucho a las almas místicas, y ha convertido a muchísimos con su lectura.

A San Juan Evangelista lo pintan con un águila al lado, porque es el escritor de la Biblia que se ha elevado a más grandes alturas de espiritualidad con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como en su evangelio.

Dice San Jerónimo que cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: “hermanos, ámense los unos a otros”. Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: “es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura”.

San Epifanio dice que San Juan murió hacia el año cien, a los 94 años de edad. Poco antes había ido a un monte tenebroso a convertir a un discípulo suyo que se había vuelto guerrillero, y lo logró convertir volviéndolo bueno otra vez. Dicen los antiguos escritores que amaba mucho a todos pero que les tenía especial temor a los herejes porque ellos con sus errores pierden muchas almas.


26 diciembre, 2014

San Esteban, Protomártir

 


¡Oh!, San Esteban, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su protomártir y amado santo. En
aquél tiempo, tembló el Sanedrín, al oíros
hablar del Dios de la vida, Cristo Jesús,
Señor y Dios Nuestro, con ardor de corazón.
Y, ellos, entre cólera y rabia, vuestra muerte
decidieron. Y, en pleno martirio, visteis
la gloria de Dios y, a Jesús, estar de pie,
a la derecha de Dios. Y, exclamasteis a viva
voz: “Estoy viendo los cielos abiertos y al
Hijo del hombre en pie, a la derecha de Dios”.
Y, ellos, para callaros, llenos de más ira
os lapidaron sin misericordia alguna. Y, ellos
mientras eso sucedía, vuestro cuerpo todo,
vieron que, como el oro brillaba. Y, en ese
instante mismo se oyó, a vos decir: “¡Señor
Jesús!; mi espíritu recibid y no les tengáis
en cuenta el crimen contra mi”. Y, el Dios
de la vida todo conmovido, os extendió sus
amorosos brazos para recibiros y coronaros
con corona de luz y eternidad, como justo
premio a vuestra entrega grande de amor y fe;
¡oh! San Esteban, “vivir y morir por la fe”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Diciembre
San Esteban
Protomártir
Siglo I

Se le llama “protomartir” porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.

Después de Pentecostés, los apóstoles dirigieron el anuncio del mensaje cristiano a los más cercanos, a los hebreos, despertando el conflicto por parte de las autoridades religiosas del judaísmo.

Como Cristo, los apóstoles fueron inmediatamente víctimas de la humillación, los azotes y la cárcel, pero tan pronto quedaban libres, continuaban la predicación del Evangelio. La primera comunidad cristiana, para vivir integralmente el precepto de la caridad fraterna, puso todo en común, repartían todos los días cuanto bastaba para el sustento. Cuando la comunidad creció, los apóstoles confiaron el servicio de la asistencia diaria a siete ministros de la caridad, llamados diáconos.

Entre éstos sobresalía el joven Esteban, quien, a más de desempeñar las funciones de administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia, y lo hizo con tanto celo y con tanto éxito que los judíos “se echaron sobre él, lo prendieron y lo llevaron al Sanedrín. Después presentaron testigos falsos, que dijeron: Este hombre no cesa de proferir palabras contra el lugar santo y contra la Ley; pues lo hemos oído decir que este Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés”.

Esteban, como se lee en el capítulo 7 de Los Hechos de los apóstoles, “lleno de gracia y de fortaleza”, se sirvió de su autodefensa para iluminar las mentes de sus adversarios. Primero resumió la historia hebrea desde Abrahán haste Salomón, luego afirmó que no había blasfemado contra Dios ni contra Moisés, ni contra la Ley o el templo. Demostró, efectivamente, que Dios se revela aun fuera del templo, e iba a exponer la doctrina universal de Jesús como última manifestación de Dios, pero sus adversarios no lo dejaron continuar el discurso, porque “lanzando grandes gritos se taparon los oídos…y echándolo fuera de la ciudad, se pusieron a apedrearlo”.

Doblando las rodillas bajo la lluvia de piedras, el primer mártir cristiano repitió las mismas palabras de perdón que Cristo pronunció en la cruz: “Señor, no les imputes este pecado”. En el año 415 el descubrimiento de sus reliquias suscitó gran conmación en el mundo cristiano.

Cuando parte de estas reliquias fueron llevadas más tarde por Pablo Orosio a la isla de Menorca, fue tal el entusiasmo de los isleños que, ignorando la lección de caridad del primer mártir, pasaron a espada a los hebreos que se encontraban allí. La fiesta del primer mártir siempre fue celebrada inmediatamente después de la festividad navideña, es decir, entre los “comites Christi”, los más cercanos a la manifestación del Hijo de Dios, porque fueron los primeros en dar testimonio de él.

25 diciembre, 2014

La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

  

«No temáis, os traigo una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo: hoy,
en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal:
encontraréis un Niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre.» De pronto, en torno
al ángel, apareció una legión del ejército
celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor. » (Lucas 2, 1-14)

En Dios Padre estaba la Luz
Y la Luz penetraba
Y envolvía a Dios Padre
Y Dios Padre era la Luz

En Dios Hijo estaba la Luz
Y la Luz penetraba 
Y envolvía a Dios Hijo 
Y Dios Hijo era la luz

En Dios Espíritu Santo estaba la Luz
 
Y la Luz penetraba 
Y envolvía a Dios Espíritu Santo 
Y Dios Espíritu Santo era la Luz

Y Dios que tanto amó al mundo
 
Envió a su Unigénito hecho Luz 
Para tomar carne 
Y habitar entre nosotros

Y la Luz se posó en María
 
Y Ella le concedió su Humanidad 
Y Dios su Eterna Divinidad
Y así habitó entre nosotros
 
Igual en todo 
Menos en el pecado

¡Al Rey de Reyes
 
Que ha nacido 
Sea por siempre 
El poder 
El honor y 
La gloria!

«No temáis, os traigo una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo: hoy,
en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal:
encontraréis un Niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre.» De pronto, en torno
al ángel, apareció una legión del ejército
celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor. »
(Lucas 2, 1-14)

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Diciembre
Manifestación del Verbo de Dios a los hombres
La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo


Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres”. En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa)” (Liber Sacramentorum).

Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno “Natalis solis invicti”, esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.

Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentida por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.

En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir “manifestación”; después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.

Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

24 diciembre, 2014

Feria Privilegiada de Adviento

 


¡Oh! maravilloso Adviento, que revestido de amor
significas “venida”. Y, que, en cuatro semanas,
nos has preparado para el Nacimiento de Jesús.
Tu color litúrgico “morado” penitencia y conversión
significan, y, que, revestida está, de esperanza
ante la inminente llegada de Nuestro Amado Señor.
¡Oh!, Adviento, que eres tiempo de “privilegio”
para los cristianos, porque a recordar nos invitas
el pasado, el presente vivir y el futuro preparar.
¡Oh!, Adviento, que eres memoria del misterio
la de gracia del nacimiento del Niño Dios, y eres
además, memoria de la encarnación y memoria
de las maravillas que Dios hace en favor de todos
los hombres, y, eres memoria de su primera venida.
¡Oh!, Adviento, viva historia, eres la llamada
de vivir el presente de nuestra cristiana vida,
y testimoniar la presencia del Niño del Pesebre,
entre nosotros, con nosotros, por nosotros, siempre.
¡Oh!, Adviento, que nos interpelas a vigilantes
vivir, por los caminos del Señor, de justicia y amor.
¡Oh!, Adviento, que presencia, eres del cristiano,
y que, cada vez que el bien hace, revive la encarnación
y la natividad de Jesucristo, Dios y Señor Nuestro.
¡Oh!, Adviento que preparas y anticipas el futuro
e invitas a esperar la segunda y definitiva venida
de Jesucristo, en toda la “majestad de su gloria”.
¡Oh!, Adviento, que nos haces proclamar la fe en su
venida gloriosa y nos ayudas a prepararnos a ella.
¡Oh!, Adviento, vida futura, Reino, escatología, tiempo
para revisar nuestra vida a la luz, de vida de Cristo,
a la luz de las promesas bíblicas y mesiánicas.
¡Oh!, Adviento que eres tiempo, para el examen
de conciencia continuo, arrepentido y agradecido
y eres además, proyección de vida, de hombre nuevo,
de conversión permanente, de cielo nuevo, de tierra
nueva, logradas con personal esfuerzo, con cada afán,
negándose a sí mismo, para, en los demás crecer y vivir.
¡Oh!, Adviento glorioso, que eres tiempo maravilloso
de María de Nazaret, que dijo Sí, y confió en la palabra
de Dios y en quien floreció y alumbró el Niño Dios;
¡Oh!, Adviento, que eres espera del Amor del mundo.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Diciembre
Día litúrgico
Feria privilegiada de Adviento

Texto del Evangelio (Lc 1,67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Comentario: Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa, Barcelona, España)

Harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas
Hoy, el Evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En su primera parte, el padre de Juan da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de Zacarías.

Ya sabemos que Zacarías había sido castigado por Dios a causa de su incredulidad. Pero ahora, cuando la acción divina es del todo manifiesta en su propia carne —pues recupera el habla— exclama aquello que hasta entonces no podía decir si no era con el corazón; y bien cierto que lo decía: «Bendito el Señor Dios de Israel…» (Lc 1,68). ¡Cuántas veces vemos oscuras las cosas, negativas, de manera pesimista! Si tuviésemos la visión sobrenatural de los hechos que muestra Zacarías en el Canto del Benedictus, viviríamos con alegría y esperanza de una manera estable.

«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz. Una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte, es decir, ¡a nosotros! ¡Ojalá que nos demos cuenta con plena conciencia de que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, viene a guiarnos, a señalarnos por dónde hemos de andar…! ¡Ojalá que nos dejáramos guiar por sus ilusiones, por aquellas esperanzas que pone en nosotros!

Jesús es el “Señor” (cf. Lc 1,68.76), pero también es el “Salvador” (cf. Lc 1,69). Estas dos confesiones (atribuciones) que Zacarías hace a Dios, tan cercanas a la noche de la Navidad, siempre me han sorprendido, porque son precisamente las mismas que el Ángel del Señor asignará a Jesús en su anuncio a los pastores y que podremos escuchar con emoción esta misma noche en la Misa de Nochebuena. ¡Y es que quien nace es Dios!.


23 diciembre, 2014

Feria Privilegiada de Adviento

 

23 de Diciembre
Día litúrgico
Feria privilegiada de Adviento
Texto del Evangelio (Lc 1,57-66)

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues, ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

Comentario: Rev. D. Miquel MASATS i Roca (Girona, España)

‘¿Qué será este niño?’. Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

Hoy, en la primera lectura leemos: «Esto dice el Señor: ‘Yo envío mi mensajero para que prepare el camino delante de Mí’» (Mal 3,1). La profecía de Malaquías se cumple en Juan Bautista. Es uno de los personajes principales de la liturgia de Adviento, que nos invita a prepararnos con oración y penitencia para la venida del Señor. Tal como reza la oración colecta de la misa de hoy: «Concede a tus siervos, que reconocemos la proximidad del Nacimiento de tu Hijo, experimentar la misericordia del Verbo que se dignó tomar carne de la Virgen María y habitar entre nosotros».

El nacimiento del Precursor nos habla de la proximidad de la Navidad. ¡El Señor está cerca!; ¡preparémonos! Preguntado por los sacerdotes venidos desde Jerusalén acerca de quién era, él respondió: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: ‘Enderezad el camino del Señor’» (Jn 1,23).
«Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20), se lee en la antífona de comunión. Hemos de hacer examen para ver cómo nos estamos preparando para recibir a Jesús el día de Navidad: Dios quiere nacer principalmente en nuestros corazones.

La vida del Precursor nos enseña las virtudes que necesitamos para recibir con provecho a Jesús; fundamentalmente, la humildad de corazón. Él se reconoce instrumento de Dios para cumplir su vocación, su misión. Como dice san Ambrosio: «No te gloríes de ser llamado hijo de Dios —reconozcamos la gracia sin olvidar nuestra naturaleza—; no te envanezcas si has servido bien, porque has cumplido aquello que tenías que hacer. El sol hace su trabajo, la luna obedece; los ángeles cumplen su misión. El instrumento escogido por el Señor para los gentiles dice: ‘Yo no merezco el nombre de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios’ (1Cor 15,9)».

Busquemos sólo la gloria de Dios. La virtud de la humildad nos dispondrá a prepararnos debidamente para las fiestas que se acercan.

22 diciembre, 2014

Feria Privilegiada de Adviento

 
 
22 de Diciembre
Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento

Texto del Evangelio (Lc 1,46-56): En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».

María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.

Comentario: Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador

Hoy, el Evangelio de la Misa nos presenta a nuestra consideración el Magníficat, que María, llena de alegría, entonó en casa de su pariente Elisabet, madre de Juan el Bautista. Las palabras de María nos traen reminiscencias de otros cantos bíblicos que Ella conocía muy bien y que había recitado y contemplado en tantas ocasiones. Pero ahora, en sus labios, aquellas mismas palabras tienen un sentido mucho más profundo: el espíritu de la Madre de Dios se transparenta tras ellas y nos muestran la pureza de su corazón. Cada día, la Iglesia las hace suyas en la Liturgia de las Horas cuando, rezando las Vísperas, dirige hacia el cielo aquel mismo canto con que María se alegraba, bendecía y daba gracias a Dios por todas sus bondades.

María se ha beneficiado de la gracia más extraordinaria que nunca ninguna otra mujer ha recibido y recibirá: ha sido elegida por Dios, entre todas las mujeres de la historia, para ser la Madre de aquel Mesías Redentor que la Humanidad estaba esperando desde hacía siglos. Es el honor más alto nunca concedido a una persona humana, y Ella lo recibe con una total sencillez y humildad, dándose cuenta de que todo es gracia, regalo, y que Ella es nada ante la inmensidad del poder y de la grandeza de Dios, que ha obrado maravillas en Ella (cf. Lc 1,49). Una gran lección de humildad para todos nosotros, hijos de Adán y herederos de una naturaleza humana marcada profundamente por aquel pecado original del que, día tras día, arrastramos las consecuencias.

Estamos llegando ya al final del tiempo de Adviento, un tiempo de conversión y de purificación. Hoy es María quien nos enseña el mejor camino. Meditar la oración de nuestra Madre —queriendo hacerla nuestra— nos ayudará a ser más humildes. Santa María nos ayudará si se lo pedimos con confianza.

21 diciembre, 2014

Cuarto Domingo de Adviento



CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
Han llegado los tiempos mesiánicos


« Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca. » (Antífona de Entrada, Flp 4, 4.5)

«Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad – fiesta de gozo y salvación – y poder celebrarla con alegría desbordante. Por nuestro Señor.» (Oración Colecta)
Comienzo de la Celebración en torno a la Corona de Adviento
Guía:

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos:
Amén.

Guía: 
Ven Espíritu Santo.

Todos: 
llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Guía:
Envía tu Espíritu creador.

Todos: 
Y renovarás la faz de la tierra.

Guía:

Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre del bien y gozar de su consuelo. Por Cristo Nuestro Señor.

Todos: 
Amén.

BIENVENIDA


Guía:


Una vez más nos reunimos, atendiendo al anuncio de la llegada de Dios nuestro Señor. Se acerca la gran fiesta de Navidad, la fiesta del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en Belén y en cada uno de nuestros corazones. Preparémonos a recibir a nuestro Salvador reuniéndonos en torno a esta corona.
(Se enciende la cuarta vela)
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
Guía: Escuchemos la palabra de Dios.
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
(Lc 1,26-38)

« En aquél tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú eres entre las mujeres.’ Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y el pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.’ Y María dijo al ángel: ‘¿Cómo será eso, pues no conozco varón?’ El ángel le contestó: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu prima Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.’ María contestó: ‘Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según su tu palabra’. »
«Y la dejó el ángel .»
Lector: 
Palabra de Dios.

Todos: 
«Credo ».

REFLEXIÓN
Guía:
Hoy en la víspera de Navidad, una persona especial ocupa nuestra atención, una mujer joven y hermosa llamada María, casi desconocida para la mayoría de los judíos. Dios, sin embargo, la eligió para ser la madre de su Hijo, Jesucristo.
DIÁLOGO
(Después de unos momentos de silencio, el guía debe motivar que los participantes hagan comentarios sobre el texto bíblico. Para terminar este diálogo se invita a los presentes a hacer un compromiso.)
COMPROMISO
Guía:
Pongámonos en la presencia de Dios y meditemos:
Al igual que nuestra Santísima Madre la Virgen María, estamos dispuestos a tener como único propósito en la vida hacer la voluntad del Señor, y meditar en nuestro corazón el misterio del nacimiento de Cristo. ¿He cumplido los compromisos que me propuse? ¿Cómo hemos cumplido esos compromisos que nos hemos propuesto anteriormente? ¿En qué he tenido éxito, en qué he fallado? ¿Estoy dispuesto a cumplir y ser fiel al igual que María lo fue en su vida?
(Tiempo para meditar)
DESPEDIDA
Guía: 

Señor, gracias por reunirnos una vez más en torno a esta corona. Haz que la presencia de la Santísima Virgen María nos ayude a dar ese último esfuerzo para estar listos y recibirte. Permítenos acompañarla durante estos últimos días en su camino a Belén para recibirte. Por Cristo Nuestro Señor.

Todos: Amén.
Guía:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.
(Se puede continuar con villancicos y juegos)