¡Oh!, San Luis Orione, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y alumno de San Juan Bosco, de quien, lecciones
de caridad y de fe recibisteis. Y, más tarde impactado por ello,
sus santos pasos seguisteis, colegios fundando para los pobres
y desposeídos. Instituisteis también un especial voto: “fidelidad
al Papa” en vuestras comunidades que, hoy, todas ellas os dan
las gracias eternamente. Vuestro sueño, alcanzar la unión de todas
las Iglesias separadas, y que, ojala, pronto así sea. La libertad,
la unidad de la Iglesia, la “cuestión romana”, el modernismo,
el socialismo y, la cristianización del mundo obrero, fueron
problemas de los que os interesasteis, con sublime esperanza.
Y, cuando tembló la tierra, en medio de devastadores terremotos,
la mano tendisteis a vuestros hermanos de aquél tiempo y, sin
más duda, la “Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras
de la Caridad”, las “Hermanas Adoratrices Sacramentinas Invidentes”
y las “Contemplativas de Jesús Crucificado”, para gloria de Dios
Padre fundasteis. Los “Pequeños Cottolengos”, para los que sufren y
para los abandonados, fueron los “nuevos púlpitos” para, de Cristo
hablar y de la Iglesia. América y Europa saben de vos, y, de vuestra
entrega de amor, y más, Nuestra Señora, a quien os encomendabais
vuestro trabajo y la paz del mundo. Vos, decíais: “no es entre
las palmeras donde deseo vivir y morir, sino entre los pobres
que son Jesucristo”. Y, así, pasado un tiempo, voló vuestra alma
al cielo, suspirando: “!Jesús! !Jesús! Voy”. Y, Dios, os premió
coronanándoos de luz, como justo premio a vuestro grande amor;
¡oh!, San Luis Orione, “fidelidad a Cristo Jesús y al Santo Padre”.
su amado santo y alumno de San Juan Bosco, de quien, lecciones
de caridad y de fe recibisteis. Y, más tarde impactado por ello,
sus santos pasos seguisteis, colegios fundando para los pobres
y desposeídos. Instituisteis también un especial voto: “fidelidad
al Papa” en vuestras comunidades que, hoy, todas ellas os dan
las gracias eternamente. Vuestro sueño, alcanzar la unión de todas
las Iglesias separadas, y que, ojala, pronto así sea. La libertad,
la unidad de la Iglesia, la “cuestión romana”, el modernismo,
el socialismo y, la cristianización del mundo obrero, fueron
problemas de los que os interesasteis, con sublime esperanza.
Y, cuando tembló la tierra, en medio de devastadores terremotos,
la mano tendisteis a vuestros hermanos de aquél tiempo y, sin
más duda, la “Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras
de la Caridad”, las “Hermanas Adoratrices Sacramentinas Invidentes”
y las “Contemplativas de Jesús Crucificado”, para gloria de Dios
Padre fundasteis. Los “Pequeños Cottolengos”, para los que sufren y
para los abandonados, fueron los “nuevos púlpitos” para, de Cristo
hablar y de la Iglesia. América y Europa saben de vos, y, de vuestra
entrega de amor, y más, Nuestra Señora, a quien os encomendabais
vuestro trabajo y la paz del mundo. Vos, decíais: “no es entre
las palmeras donde deseo vivir y morir, sino entre los pobres
que son Jesucristo”. Y, así, pasado un tiempo, voló vuestra alma
al cielo, suspirando: “!Jesús! !Jesús! Voy”. Y, Dios, os premió
coronanándoos de luz, como justo premio a vuestro grande amor;
¡oh!, San Luis Orione, “fidelidad a Cristo Jesús y al Santo Padre”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Marzo
San Luis Orione
Fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y de la
Congregación de las Pequeñas Religiosas Misioneras de la Caridad
San Luis Orione
Fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y de la
Congregación de las Pequeñas Religiosas Misioneras de la Caridad
Luis Orione nació en Pontecurone, diócesis de Tortona, el 23 de junio
de 1872. A los 13 años fue recibido en el convento franciscano de
Voghera (Pavía) que abandonó después de un año por motivos de salud. De
1886 a 1889 fue alumno de San Juan Bosco en el Oratorio de Valdocco de
Turín.
El 16 de octubre de 1889 entró en el seminario de Tortona. Siendo
todavía un joven clérigo, se dedicó a vivir la solidaridad con el
prójimo en la Sociedad de Mutuo Socorro San Marciano y en la Conferencia
de San Vicente. El 3 de julio de 1892, abrió en Tortona el primer
Oratorio para cuidar la educación cristiana de los jóvenes. Al año
siguiente, el 15 de octubre de 1893, Luis Orione, un clérigo de 21 años,
abrió un colegio para chicos pobres en el barrio San Bernardino.
El 13 de abril de 1895, Luis Orione fue ordenado sacerdote y, al
mismo tiempo, el Obispo impuso el hábito clerical a seis alumnos de su
colegio. En poco tiempo, Don Orione abrió nuevas casas en Mornico Losana
(Pavía), en Noto (Sicilia), en Sanremo, en Roma.
Alrededor del joven Fundador crecieron clérigos y sacerdotes que
formaron el primer núcleo de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
En 1899 inició la rama de los ermitaños de la Divina Providencia. El
Obispo de Tortona, Mons. Igino Bandi, con Decreto del 21 de marzo de
1903, reconoció canónicamente a los Hijos de la Divina Providencia
(sacerdotes, hermanos coadjutores y ermitaños), congregación religiosa
masculina de la Pequeña Obra de la Divina providencia, dedicada a
«colaborar para llevar a los pequeños, los pobres y el pueblo a la
Iglesia y al Papa, mediante las obras de caridad», profesando un IV voto
de especial «fidelidad al Papa».En las primeras Constituciones de 1904,
entre los fines de la nueva Congregación aparece el de trabajar «para
alcanzar la unión de las Iglesias separadas».
Animado por una gran pasión por la iglesia y por la salvación de las
almas, se interesó activamente por los problemas emergentes en aquel
tiempo, como la libertad y la unidad de la Iglesia, la «cuestión
romana», el modernismo, el socialismo, la cristianización de las masas
obreras.
Socorrió heroicamente a las poblaciones damnificadas por los
terremotos de Reggio y de Messina (1908) y por el de la Marsica (1915).
Por deseo de Pío X fue Vicario General de la diócesis de Messina durante
tres años.
A los veinte años de la fundación de los Hijos de la Divina
Providencia, como en «una única planta con muchas ramas», el 29 de junio
de 1915 dio inicio a la Congregación de las Pequeñas Hermanas
Misioneras de la Caridad, animadas por el mismo carisma fundacional y,
en el 1927, las Hermanas adoratrices Sacramentinas invidentes, a las que
se añadirán después las Contemplativas de Jesús Crucificado.
Organizó a los laicos en las asociaciones de las «Damas de la Divina
Providencia», los «Ex Alumnos» y los «Amigos». Después tomará cuerpo el
Instituto Secular Orionino y el Movimiento Laical Orionino.
Después de la primera guerra mundial (1914-1918) se multiplicaron las
escuelas, colegios, colonias agrícolas, obras caritativas y
asistenciales. Entre las obras más características, creó los «Pequeños
Cottolengos», para los que sufren y los abandonados, surgidos en la
periferia de las grandes ciudades como «nuevos púlpitos» desde los que
hablar de Cristo y de la Iglesia, «faros de fe y de humanidad».
El celo misionero de Don Orione, que ya se había manifestado con el
envío a Brasil en 1913 de sus primeros religiosos, se extendió después a
Argentina y Uruguay (1921), Inglaterra (1935) y Albania (1936). En
1921-1922 y en 1934-1937, él mismo realizó dos viajes a América Latina,
Argentina, Brasil y Uruguay, llegando hasta Chile.
Gozó de la estima personal de los Papas y de las autoridades de la
Santa Sede, que le confiaron numerosos y delicados encargos para
resolver problemas y curar heridas tanto dentro de la Iglesia como en
las relaciones con el mundo civil. Fue predicador, confesor y
organizador infatigable de peregrinaciones, misiones, procesiones,
«belenes vivientes» y otras manifestaciones populares de la fe. Muy
devoto de la Virgen, promovió su devoción por todos los medios y, con el
trabajo manual de sus clérigos, construyó los santuarios de la Virgen
de la Guardia en Tortona y de la Virgen de Caravaggio en Fumo.
En el invierno de 1940, intentando aliviar los problemas de corazón y
pulmones que sufría, fue a la casa de San Remo, aunque, como decía, «no
es entre las palmeras donde deseo vivir y morir, sino entre los pobres
que son Jesucristo». Después de tan sólo tres días, rodeado del afecto
de sus hermanos, Don Orione falleció el 12 de marzo de 1940, suspirando
«!Jesús! !Jesús! Voy».
Su cuerpo, intacto en el momento de la primera exhumación en 1965,
fue puesto en un lugar de honor en el santuario de la Virgen de la
Guardia de Tortona, después de que, el 26 de octubre de 1980, Juan Pablo
II inscribiera su nombre en el elenco de los Beatos.
Su Santidad Juan Pablo II lo canonizó el 16 de Mayo de 2004.
Reproducido con autorización de Vatican.va