Apariciones de la Virgen María a
Santa Catalina Laboure y la Medalla Milagrosa
París 1830
Santa Catalina Laboure y la Medalla Milagrosa
París 1830
El año de 1830 es un año clave: tiene lugar en París la primera
aparición moderna de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó
la “era de María”, una etapa de repetidas visitaciones celestiales.
Entre otras: La Salette, Lourdes, Fátima … Y como en su visita a Santa
Isabel, siempre viene para traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el
fruto bendito de su vientre. También para recordarnos el camino de
salvación y advertirnos las consecuencias de optar por otros caminos.
Sta. Catalina Labouré
Catalina nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña (
Francia ). Entró a la vida religiosa con la Hijas de la Caridad el 22 de
enero de 1830 y después de tres meses de postulantado, 21 de abril, fue
trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.
El Corazón de San Vicente
La novicia estaba presente cuando trasladaron los restos de su
fundador, San Vicente de Paul, a la nueva iglesia de los Padres Paules a
solo unas cuadras de su noviciado. El brazo derecho del santo fue a la
capilla del noviciado. En esta capilla, durante la novena, Catalina vio
el corazón de San Vicente en varios colores. De color blanco,
significando la unión que debía existir entres las congregaciones
fundadas por San Vicente. De color rojo, significando el fervor y la
propagación que habían de tener dichas congregaciones. De color rojo
oscuro, significando la tristeza por el sufrimiento que ella padecería.
Oyó interiormente una voz: ” el corazón de San Vicente está
profundamente afligido por los males que van a venir sobre Francia “.
La misma voz añadió un poco mas tarde: ” El corazón de San Vicente está
mas consolado por haber obtenido de Dios, a través de la intercesión de
la Santísima Virgen María, el que ninguna de las dos congregaciones
perezca en medio de estas desgracias, sino que Dios hará uso de ellas
para reanimar la fe “.
Visiones del Señor en la Eucaristía
Durante los 9 meses de su noviciado en la Rue du Bac, sor Catalina
tuvo también la gracia especial de ver todos los días al Señor en el
Santísimo Sacramento.
El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se
mostró durante el evangelio de la misa como un Rey, con una cruz en el
pecho. De pronto, los ornamentos reales de Jesús cayeron por tierra, lo
mismo que la cruz, como unos despojos desperdiciables. “Inmediatamente –
escribió sor Catalina – tuve las ideas mas negras y terribles: que el
Rey de la tierra estaba perdido y sería despojado de sus vestiduras
reales. Sí, se acercaban cosa malas “.
Catalina sueña con ver a la Virgen
El domingo 18 de Julio 1930, víspera de la fiesta de San Vicente de
Paúl, La maestra de novicias les había hablado sobre la devoción a los
santos, y en particular a la Reina de todos ellos, María Santísima. Sus
palabras, impregnadas de fe y de una ardiente piedad, avivaron en el
corazón de Sor Laboure el deseo de ver y de contemplar el rostro de la
Santísima Virgen. Como era víspera de San Vicente, les habían
distribuido a cada una un pedacito de lienzo de un roquete del santo.
Catalina se lo tragó y se durmió pensando que S. Vicente, junto con su
ángel de la guarda, le obtendrían esa misma noche la gracia de ver a la
Virgen como era su deseo. Precisamente, los anteriores favores recibidos
en las diversas apariciones de San Vicente a Sor Catalina alimentaban
en su corazón una confianza sin limites hacia su bienaventurado padre, y
su candor y viva esperanza no la engañaron. “La confianza consigue todo
cuanto espera” (San Juan de la Cruz).
El Angel la despierta
Todo era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina y cerca de las
11:30 PM oyó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y
apartando un poco las cortinas de su cama miro del lado que venia la
voz y vio entonces un niño vestido de blanco, que parecía tener como
cuatro o cinco años, y el cual le dijo: “Levántate pronto y ven a la
capilla; la Santísima Virgen te espera”.
Sor Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el
niño responde a su preocupación interior y le dice: “No temas; son las
11;30 p.m.; todas duermen muy bien. Ven yo te aguardo”.
Ella no se detiene ya ni un momento; se viste con presteza y se pone a
disposición de su misterioso guía, “que permanecía en pie sin separarse
de la columna de su lecho.”
Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue
marchando a “su lado izquierdo”. Por donde quiera que pasaban las luces
se encendían. El cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su
paso todo quedaba iluminado.
Al llegar a la puerta de la capilla la encuentra cerrada; pero el
niño toca la puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.
Dice Catalina: “Mi sorpresa fue mas completa cuando, al entrar a la
capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba
la Misa de media noche”. (todavía ella no ve a la Virgen)
El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al P.
Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, y allí se puso
de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo al lado
derecho.
La espera le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la
Virgen. Miraba ella con cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por
si las hermanas de vela, que solían detenerse para hacer un acto e
adoración, la veían.
Por fin llego la hora deseada, y el niño le dijo: “Ved aquí a la Virgen, vedla aquí”
Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, “fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio”.
Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, “fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio”.
Aparición de la VirgenSor Catalina en el fondo de su corazón dudaba
si verdaderamente estaba o no en presencia de la Reina de los Cielos,
pero el niño le dijo: “Mira a la Virgen”.
Le era casi imposible describir lo que experimentaba en aquel
instante, lo que paso dentro de ella, y le parecía que no veía a la
Santísima Virgen.
Entonces el niño le habló, no como niño, sino como el hombre mas
enérgico y palabras muy fuertes: -“¿Por ventura no puede la Reina de los
Cielos aparecerse a una pobre criatura mortal en la forma que mas le
agrade?” “
Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me
arrodille en el presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de
la Santísima Virgen. “Allí pasé los momentos más dulces de mi vida; me
sería imposible decir lo que sentí”.
Ella me dijo cómo debía portarme con mi director, la manera de
comportarme en las penas y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a
arrojarme al pie del altar y desahogar allí mi corazón, pues allí
recibiría todos los consuelos de que tuviera necesidad. Entonces le
pregunté que significaban las cosa que yo había visto, y ella me lo
explicó todo “.
Instrucciones de la Santísima Virgen
Fueron muchas las confidencias que Sor Catalina recibió de los labios
de María Santísima, pero jamas podremos conocerlas todas, porque
respecto a algunas de ellas, le fue impuesto el mas absoluto secreto.
La Virgen le dio algunos consejos para su particular provecho espiritual: (La Virgen es Madre y Maestra)
1- Como debía comportarse con su director (humildad profunda y
obediencia). Esto a pesar de que su confesor, el padre Juan María
Aladel, no creyó sus visiones y le dijo que las olvidara.
2- La manera de comportarse en las penas, (paciencia, mansedumbre, gozo)
3- Acudir siempre (mostrándole con la mano izquierda) a arrojarse al
pie del altar y desahogar su corazón, pues allí recibiría todos los
consuelos de que tuviese necesidad. (corazón indiviso, no consuelos
humanos)
La Virgen también le explicó el significado de todas las apariciones y
revelaciones que había tenido de San. Vicente y del Señor.
Luego continuó diciéndole:
Dios quiere confiarte una misión; te costara trabajo, pero lo
vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuan
bueno es Dios. Tendrás que sufrir hasta que los digas a tu director. No
te faltaran contradicciones; mas te asistirá la gracia; no temas.
Háblale a tu director con confianza y sencillez; ten confianza no temas.
Veras ciertas cosas; díselas. Recibirás inspiraciones en la oración.
Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover desgracias sobre
Francia. El trono será derribado. El mundo entero se verá afligido por
calamidades de todas clases (al decir esto la Virgen estaba muy triste).
Venid a los pies de este altar, donde se prodigaran gracias a todos los
que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.
Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me
causa dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se
cumplan las reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades a
pesar de que hay almas grandes en ellas. Díselo al que esta encargado de
ti, aunque no sea el superior. Pronto será puesto al frente de la
comunidad. El deberá hacer cuanto pueda para restablecer el vigor de la
regla. Cuando esto suceda otra comunidad se unirá a las de ustedes.
Vendrá un momento en que el peligro será grande; se creerá todo
perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi
visita y la protección de Dios y de San Vicente sobre las dos
comunidades..
Mas no será lo mismo en otras comunidades, en ellas habrá
víctimas..(lagrimas en los ojos). El clero de París tendrá muchas
víctimas..Morirá el señor Arzobispo.
Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo será otra
vez traspasado; correrá la sangra por las calles ( la Virgen no podía
hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante
pálido). El mundo entero se entristecerá . Ella piensa: ¿cuando ocurrirá
esto? y una voz interior asegura: cuarenta años y diez y después la
paz.
La Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina como una sombra que se desvanece.
En esta aparición la Virgen:
Le comunica una misión que Dios le quiere confiar.
La prepara con sabios consejos para que hable con sumisión y confianza a su director.
Le anuncia futuros eventos para afianzar la fe de aquellos que pudieran dudar de la aparición.
Le Regala una relación familiar de madre-hija: la ve, se acerca a ella, hablan con familiaridad y sencillez, la toca y la Virgen no solo consiente, sino que se sienta para que Catalina pueda aproximarse hasta el extremo de apoyar sus brazos y manos en las rodillas de la Reina del Cielo.
Le comunica una misión que Dios le quiere confiar.
La prepara con sabios consejos para que hable con sumisión y confianza a su director.
Le anuncia futuros eventos para afianzar la fe de aquellos que pudieran dudar de la aparición.
Le Regala una relación familiar de madre-hija: la ve, se acerca a ella, hablan con familiaridad y sencillez, la toca y la Virgen no solo consiente, sino que se sienta para que Catalina pueda aproximarse hasta el extremo de apoyar sus brazos y manos en las rodillas de la Reina del Cielo.
Todas las profecías se cumplieron:
1-la misión de Dios pronto le fue indicada con la revelación de la medalla milagrosa.
2-una semana después de esta aparición estallaba la revolución. Los
revoltosos ocupaban las calles de París, saqueos, asesinatos, y
finalmente era destronado Carlos X, sustituido por el “rey ciudadano”
Luis Felipe I, gran maestro de la masonería.
3-El P. Aladel (director) es nombrado en 1846 Director de las Hijas
de la Caridad, establece la observancia de la regla y hacia la década
del 60 otra comunidad femenina se une a las Hijas de la Caridad.
4-En 1870 (a los 40 años) llegó el momento del gran peligro, con los
horrores de la Comuna y el fusilamiento del Arzobispo Mons. Darboy y
otros muchos sacerdotes.
5- solo queda por cumplir la ultima parte.
Aparición del 27 de noviembre del 1830
La tarde el 27 de Nov. de 1830, sábado víspera del primer domingo de
Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación,
cuando le pareció oír el roce de un traje de seda que le hace recordar
la aparición anterior.
Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y
túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin
ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso
describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su
mayor belleza.
Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la
parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas.
Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño
de oro, coronado por una crucecita.
La Stma. Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el
globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus
dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que
brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en
este momento de tal claridad, que no era posible verla.
Tenia tres anillos en cada dedo; el mas grueso junto a la mano; uno
de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño, en la extremidad. De
las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban
hacia abajo; llenaban toda la parte baja.
Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:
Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo
entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos
simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las
perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden.
Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo.
El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las
manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los
rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.
La Medalla Milagrosa
En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la
Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación:
“María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti”
Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la
altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la
Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda .
Oyó de nuevo la voz en su interior: “Haz que se acuñe una
medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán
grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven
con confianza”.
La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla.
En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz
descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio
de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales
el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo
traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.
La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias,
hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La
Virgen dijo a Catalina: “En adelante, ya no veras , hija mía; pero oirás
mi voz en la oración”.
Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que
inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la
Virgen le dijo: “La M y los dos corazones son bastante elocuentes”.
Símbolos de la Medalla y mensaje espiritual
En el Anverso:
-María aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre el
mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia
para triunfar sobre Satanás.
-El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.
-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal
de su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el
mundo y a quienes pidan.
-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la
definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir
a la Madre.
-El globo bajo sus pies: Reina del cielos y tierra.
-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.
En el reverso:
-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. obediencia, sacrificio, entrega
-La M: símbolo de María y de su maternidad espiritual.
-La barra: es una letra del alfabeto griego, “yota” o I, que es monograma del nombre, Jesús.
Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.
-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda
sobre los apóstoles y que nace en el Calvario de su corazón traspasado.
-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.
Nombre
La Medalla se llamaba originalmente: “de la Inmaculada
Concepción”, pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros
concedidos a través de ella, se le llamó popularmente “La Medalla
Milagrosa”.
Conversión de Ratisbone
Alfonso Ratisbone era abogado y banquero, judío, de 27 años.
Tenía gran odio hacia los católicos porque su hermano Teodoro se había
convertido y ordenado sacerdote, tenía como insignia la medalla
milagrosa y luchaba por la conversión de los judíos.
Alfonso pensaba casarse poco después con una hija de su
hermano mayor, Flora, diez años menor que el, cuando en enero de 1842,
haciendo un viaje de turismo a Nápoles y Malta, por una equivocación de
trenes llego a Roma. Aquí se creyó en la obligación de visitar a un
amigo de la familia, el barón Teodoro de Bussiere, protestante
convertido al catolicismo.
El barón le recibió con toda cordialidad y se ofreció a
enseñarle Roma. En una reunión donde Ratisbone hablaba horrores de los
católicos, este barón lo escuchó con mucha paciencia y al final le dijo:
“Ya que usted está tan seguro de si, prométame llevar consigo lo que le
voy a dar- ¿Que cosa?. Esta medalla. Alfonso la rechazó indignado y el
barón replicó: “Según sus ideas, el aceptarla le debía dejar a usted
indiferente. En cambio a mi me causaría satisfacción.” Se echó a reír y
se la puso comentando que él no era terco y que era un episodio
divertido. El barón se la puso al cuello y le hizo rezar el Memorare.
El barón pidió oraciones a varias personas entre ellas al
conde La Ferronays quien le dijo: “si le ha puesto la medalla milagrosa y
le ha hecho rezar el Memorare, seguro que se convierte.” El conde murió
de repente dos días después. Se supo que durante esos dos días había
ido a la basílica de Sta. María la Mayor a rezar cien Memorares por la
conversión de Ratisbone.
Por la Plaza España se encuentra el barón con Ratisbone en su
último día en Roma y este le invita a pasear. Pero antes tenía que
pasar por la Iglesia de San Andrés a arreglar lo del funeral del conde.
Ratisbone le acompaña a la Iglesia. He aquí su testimonio de lo que
entonces sucedió: “a los pocos momentos de encontrarme en la Iglesia, me
sentí dominado por una turbación inexplicable. Levanté los ojos y me
pareció que todo el edificio desaparecía de mi vista. Una de las
capillas (la de San Miguel) había concentrado toda la luz, y en medio de
aquel esplendor apareció sobre el altar, radiante y llena de majestad y
de dulzura, la Virgen Santísima tal y como esta grabada en la medalla.
Una fuerza irresistible me impulsó hacia la capilla. Entonces la Virgen
me hizo una seña con la mano como indicándome que me arrodillara… La
Virgen no me habló pero lo he comprendido todo.”
El barón lo encuentra de rodillas, llorando y rezando con las
manos juntas, besando la medalla. Poco tiempo mas tarde es bautizado en
la Iglesia del Gesu en Roma. Por orden del Papa, se inicia un proceso
canónico, y fue declarado “verdadero milagro”.
Alfonso Ratisbone entró en la Compañía de Jesús. Ordenado
sacerdote, fue destinado a París donde estuvo ayudando a su hermano
Teodoro en los catecumenados para la conversión de los judíos.
Después de haber sido por 10 años Jesuita, con permiso sale
de la orden y funda en 1848, las religiosas y las misiones de Ntra. Sra.
de Sión. En solo los diez primeros años Ratisbone consiguió la
conversión de 200 judíos y 32 protestantes. Trabajó lo indecible en
Tierra Santa, logrando comprar el antiguo pretorio de Pilato, que
convirtió en convento e Iglesia de las religiosas. También consiguió que
estas religiosas fundasen un hospicio en Ain-Karim, donde murió
santamente en 1884 a los 70 años.
Triduo en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa
Por la señal de la Santa Cruz, etc.
ACTO DE CONTRICION.
Oración para todos los días:
¡Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
¡Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
¡Dulcísima Reina de los cielos y de la tierra!; que por amor a los hombres te dignastes a manifestarte, a vuestra sierva Sor Catalina, con las manos llenas de rayos de luz; a fìn de hacer saber al mundo que deseas derramar abundantes gracias sobre todos los que con confianza te piden; Concèdeme Madre mía, que a imitación de Sor Catalina derrames en mi alma la luz necesaria para conocer mi nada y mi miseria; y lo mucho que debo a mi Padre Dios, por tantísimos beneficios, como me ha dispensado; y que cumpliendo su voluntad en esta vida; pueda gozarle en Tu compañía eternamente en el cielo. Amén.
Tres Ave Marías, y 3 veces la jaculatoria “Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.
Primer Día:
¡Amorosísima Madre mía!, que placer tiene mi alma, cuando
considero que tantos deseos tienes en concederme vuestros favores; que
no esperas otra cosa, sino que acuda a Tì, para remediar nuestros males y
llenarnos de vuestras gracias y dones.
Oh María, mi Madre amada, reina de la Corte Celestial, te ruego que todos acudamos siempre a Tì, como nuestra única esperanza.
Oh María, mi Madre amada, reina de la Corte Celestial, te ruego que todos acudamos siempre a Tì, como nuestra única esperanza.
Oración Final:
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Siempre Virgen María!, que no se
ha oído decir jamás; que ninguno de los que han recurrido a vuestra
protección, e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado de Tì.
Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen de las Vírgenes!, a Tì vengo;
gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a Tus pies.
¡Oh Madre del Divino Verbo!, no desprecies mis súplicas; antes bien, escúchalas favorablemente, y dignate acogerlas. Amén.
¡Oh Madre del Divino Verbo!, no desprecies mis súplicas; antes bien, escúchalas favorablemente, y dignate acogerlas. Amén.
Tres veces la jaculatoria: “Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.
Segundo Día:
¡Santísima Madre de Dios!, ¡Señora nuestra y mi tierna
Madre!; que consuelo tan grande siente mi corazón, cuando contempla Tu
imagen, como te viò Sor Catalina, con un globo en vuestras Divinas
Manos, que representaba toda la tierra, y lo estrechabas sobre vuestro
pecho; simbolizando así el amor que tienes a los hombres. Concèdeme, ¡oh
Divina Madre Eterna! ¡Oh Madre mía!, el que sepamos corresponder a
tanto amor, procurando imitar vuestras virtudes. Así sea.
Continúe con la oración final.
Tercer Día:
¡Virgen Inmaculada!. ¡Celestial Madre mía! Con que placer
llego ante Tu Santísimo Altar; para contemplar Tus virtudes y exponer
mis penas. Que aliento santo cobra mi espíritu, al acercarme ante Tu
Sagrada Imagen; donde veo representada la más profunda humildad; una
modestia admirable y el resto de todas las perfecciones con que el Señor
Dios te adornó.
Haz ¡Madre Santísima!, ¡Divina y Celestial Señora! ¡Reina del
Clero, de los apóstoles! ¡Madre del Mecías! ¡Hija predilecta de Dios
Padre! Que oigamos siempre Tus maternales avisos, para que arrepentidos
de nuestras culpas, e imitando vuestras virtudes; logremos la inmensa
dicha de estar contigo en el cielo, por toda la eternidad. Así sea.
Continúe con la oración final.