Oh, Santa Margarita de Escocia;
sois vos, la hija del Dios de la vida
y su amada santa, y, que, desde siempre
comprendisteis, que el amor a Dios,
no es la simpleza de decir “yo amo a
Dios”, sino, viva hacerla en cada
prójimo, en cada pobre y en cada
desvalido; porque, sabíais, -como lo
sabe todo el mundo, pero no lo lleva
a cabo-, que, en cada uno de ellos,
mora Dios y está Cristo, y su mismo
Santo Espíritu. Al saber la pérdida
de vuestro esposo e hijo, en batalla,
dijisteis:“Te doy gracias Dios mío,
porque al mandarme tan dolorosas
noticias me purificas de mis pecados”.
Y, así, más tarde, vuestra alma
santa
de esposa y de madre entregasteis,
a Dios, para, premiada ser, por quien
vos, habías imitado toda vuestra vida:
Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro,
como justo premio a vuestro amor santo;
oh Santa Margarita de Escocia, “luz”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón
Delgado
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16 de Noviembre
Santa Margarita de Escocia
Año 1093
Quiera Dios que todas las esposas de los jefes de las naciones sean tan
fervorosas y generosas como Santa Margarita de Escocia, y que las demás esposas
lo sean también.
Margarita era hija del rey San
Eduardo. Su padre tuvo que salir huyendo de Inglaterra cuando el rey Canuto de
Dinamarca invadió el país. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el
Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey
Malcon III, el cual al darse cuenta de las cualidades de bondad y caridad que
tenía la joven, se casó con ella. Y así Margarita, a los 24 años llegó a ser
reina de Escocia.
Para ella lo principal en la vida
era ayudar a los pobres. Cada día antes de ir a almorzar servía personalmente
el almuerzo a nueve niños huérfanos (y a veces les servía de rodillas, al
recordar que los favores que hacemos al pobre los recibe Jesucristo como hechos
a Él mismo). En su palacio de reina se atendía diariamente a centenares de
pobres, y cuando ella salía por las calles volvía a la casa sin dinero, sin
joyas y hasta sin el manto, porque todo lo regalaba a los necesitados. Era
estimadísima entre el pueblo por la inmensa compasión que demostraba hacia los
más miserables.
Tuvo seis hijos y dos hijas. Su
esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue
volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir el
almuerzo a los centenares de pobres que llegaban a pedir alimentos. De los
hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo
de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.
Costeó la construcción de
conventos y templos y organizó una asociación de señoras para dedicarse con
ellas a tejer y bordar ornamentos para las iglesias, a sus hijos los educó muy
cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien
el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo
hacía leer las vidas de santos. Se esmeraba en conseguir sacerdotes fervorosos
para las parroquias. A su esposo el rey, lo entusiasmaba continuamente para que
hiciera obras a favor de la Iglesia y de los pobres, y para que fuera compasivo
con sus enemigos.
Construyó una hermosísima
catedral. Insistía mucho a la gente en el deber de santificar el domingo. En
Cuaresma y en Adviento (las cuatro semanas anteriores a la Navidad) ayunaba
cada día. Le gustaba mucho leer los Evangelios y pasaba varias horas de la
noche en oración.
Su esposo y su hijo mayor
murieron batallando contra los ingleses que querían invadir el territorio de
Escocia. Santa Margarita sufrió inmensamente al saber tan trágica noticia.
Exclamó entonces: “Te doy gracias Dios mío, porque al mandarme tan dolorosas
noticias me purificas de mis pecados”, y cuatro días después ella también murió,
el 16 de noviembre del año 1093.
Inmediatamente el pueblo empezó a
honrarla como santa, y su popularidad ha sido inmensa en Escocia y en otros
países. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los
pobres y afligidos.