¡Oh! San Pedro Claver, vos sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, que desde niño mostrasteis gran inteligencia
y espíritu, razón suficiente, para que vuestros padres os
pusieran al servicio de la Iglesia, en la Compañía de Jesús.
Gracias a la influencia y consejos de San Alfonso Rodríguez,
portero del monasterio, decidisteis salir de España y dirigiros
a evangelizar las Indias Occidentales, en lo que hoy se conoce
como Colombia. Fuisteis ordenado sacerdote en Cartagena, y
observando el servicio y entrega del P. Alfonso Sandoval
en los miles de esclavos negros provenientes del África,
tomasteis la decisión de convertiros en “esclavo de los negros
para siempre” y pese a vuestra timidez y falta de confianza
en sí mismo, vos os entregasteis a vuestra misión con valor
y entusiasmo. Vuestras labores empezaban con la visita diaria a
las barracas en el puerto, donde conversabais y predicabais
la palabra de Dios, logrando la conversión y el bautismo
de miles de ellos. También, atendíais a numerosos enfermos y
moribundos, a quienes llevabais medicinas y alimentos, y a
los niños, dulces y caramelos. Vuestra obra evangelizadora
también se extendió por los valles y haciendas donde predicabais
y velabais por el cuidado de vuestros “negros”, venciendo
obstáculos por parte de los hacendados. Vuestra intensa actividad,
os deterioró la salud, y luego de bendecir a vuestro sucesor,
voló, vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona de luz
como justo premio a vuestra entrega de amor, el día de la
Natividad de Nuestra Señora. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Pedro Claver, “vivo esclavo de los negros por Cristo”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de Setiembre
San Pedro Claver
Nació en 1581 en España, y desde niño mostró grandes cualidades de
inteligencia y de espíritu, siendo destinado por sus padres al servicio
de la Iglesia. Al terminar sus estudios en la universidad de Barcelona, y
tras recibir las órdenes menores, el santo fue aceptado por la Compañía
de Jesús.
Gracias a la influencia y consejos de San Alfonso Rodríguez -portero
del monasterio jesuita donde San Pedro vivía- el santo decidió abandonar
España en 1610 para asumir las misiones de evangelización en las Indias
Occidentales, específicamente en la colonia de Nueva Granada, hoy
república de Colombia.
En 1615 fue ordenado sacerdote en Cartagena, y fue ahí donde el
santo, al ver la entrega y servicio del P. Alfonso Sandoval por los
miles de esclavos negros provenientes del África, tomó la decición de
convertirse en “esclavo de los negros para siempre” y pese a su timidez y
falta de confianza en sí mismo, el santo se entregó a aquella misión
con tenacidad y mucho entusiasmo. Sus labores empezaban con la visita
casi diaria a las barracas en el puerto, donde conversaba y predicaba la
palabra de Dios, logrando la conversión y el bautismo de miles de
ellos.
Además, atendía a numerosos enfermos y moribundos, a quienes llevaba
medicinas y alimentos, y a los niños, algunos dulces y caramelos. Su
obra evangelizadora también se extendió por los valles y haciendas donde
el santo iba a predicar y velar por el cuidado de sus “negros”, no sin
antes vencer dificultades y penurias por parte de los hacendados.
La intensa actividad del santo deterioró su salud, y luego de
bendecir a su sucesor en su misión apostólica falleció el 8 de setiembre
de 1654, día de la Natividad de Nuestra Señora, y en medio de grandes
muestras de amor y cariño popular. Fue canonizado el 1888, al mismo
tiempo que su gran amigo San Alfonso Rodríguez.