¡Oh!, San Adrián de Cesarea, vos, sois el hijo Dios
de la vida, y su amado santo y, como tal, a vuestros
captores, vuestra fe, en Cristo confesasteis. Y, por
ello, os azotaron, desgarraron vuestro cuerpo y
arrojados a las fieras fue, conjuntamente, con Eusebio,
amigo vuestro. Y, más tarde, a espada os mataron,
porque las fieras no pudieron hacerlo. Sí, cierto es
que vuestro cuerpo mataron, pero jamás nunca vuestra
alma, que, premio justo recibió por vuestra fidelidad,
coronándoos de luz, como premio a vuestro grande amor;
No celebrasteis nada por la “fortuna de los cesarienses”
pero, sí, otra más grande y eterna: ser de Cristo Jesús;
¡Oh!, San Adrián de Cesarea, “mártir del Dios vivo”.
de la vida, y su amado santo y, como tal, a vuestros
captores, vuestra fe, en Cristo confesasteis. Y, por
ello, os azotaron, desgarraron vuestro cuerpo y
arrojados a las fieras fue, conjuntamente, con Eusebio,
amigo vuestro. Y, más tarde, a espada os mataron,
porque las fieras no pudieron hacerlo. Sí, cierto es
que vuestro cuerpo mataron, pero jamás nunca vuestra
alma, que, premio justo recibió por vuestra fidelidad,
coronándoos de luz, como premio a vuestro grande amor;
No celebrasteis nada por la “fortuna de los cesarienses”
pero, sí, otra más grande y eterna: ser de Cristo Jesús;
¡Oh!, San Adrián de Cesarea, “mártir del Dios vivo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de marzo
San Adriano (Adrián) de Cesarea
Mártir
San Adriano (Adrián) de Cesarea
Mártir
Martirologio Romano: En Cesarea de Palestina, san Adriano,
mártir, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, en el día
en que solían celebrarse los festejos de la Fortuna de los Cesarienses,
por mandato del procurador y por su fe de Cristo fue arrojado ante un
león y después degollado a espada (309).
Etimológicamente: Adriano = Adrián = Aquel que viene del mar, es de origen latino.
En el sexto año de la persecución de Diocleciano, siendo Firmiliano
gobernador de Palestina, Adrián y Eubulo (o Eusebio) fueron de Batenea a
Cesarea para visitar a los confesores de la fe.
Cuando los guardias de la ciudad les interrogaron sobre el motivo de
su viaje, los mártires respondieron sin rodeos que habían ido a visitar a
los cristianos.
Inmediatamente fueron conducidos ante el gobernador, quien los mandó
azotar y desgarrar las carnes con los garfios de hierro, para ser
arrojados después a las fieras.
Dos días más tarde, durante las fiestas de la diosa Fortuna, Adrián fue decapitado, después de haber sido atacado por un león.
Eubolo corrió la misma suerte, uno o dos días después. El juez le
había prometido la libertad a este último, con tal de que sacrificara a
los ídolos, pero el santo prefirió la muerte.
Autor: Fuente: Oremosjuntos.com