20 julio, 2016

San Apolinar

 
 

 ¡Oh!, San Apolinar de Rávena, vos, sois el hijo del Dios de
la vida y su amado santo, las riquezas difundiendo de Cristo,
a la cabeza de vuestra grey, y que, además, la honrasteis
con vuestra santa vida. Discípulo de Pedro, lo acompañasteis
hasta Roma, para Nuestra Santa Madre Iglesia fundar. Y,
luego al norte de Italia y como embajador de la fe viajasteis,
para evangelizar, convirtiéndoos así, en el primer obispo
de Rávena. Os atribuyen el poder de curar a los enfermos
en el nombre de Cristo, y el haber muchos milagros realizado.
Vespasiano, creyó acabar con vuestra labor evangélica, al
terminar con vuestra vida, pero erró y vuestra alma, voló
al cielo, para coronada ser de luz, como premio justo a
vuestra entrega de amor y ser, vivo ejemplo de la cruenta
vida que pasasteis en aquél tiempo, para dejarnos gloriosa
y a la vez, rica herencia de luz. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleuya!
¡Oh!, San Apolinar de Rávena, “vivo camino y luz de Dios”.


 

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Julio
San Apolinar de Rávena
Obispo y Mártir


Martirologio Romano: En Classe, cerca de la ciudad de Rávena, en la vía Flaminia, conmemoración de san Apolinar, obispo, cuya memoria litúrgica se celebra el veinte de julio (c. s. II).

San Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio (c. s. II)

SAN APOLINAR DE RÁVENA nació probablemente en Antioquía, en la actual Turquía, en la época de mayor auge del Imperio Romano, apenas después de la muerte de Jesús.
Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma para fundar ahí la Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio.

Durante el reinado del emperador Claudio, San Apolinar recibió la comisión de viajar al norte de Italia como embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar adeptos para el cristianismo.
San Apolinar se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció durante veinte años. Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.
La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono imperial de Vespasiano, en 69, quien cuenta con el dudoso honor de haber organizado las primeras persecuciones con lujo de crueldad contra los cristianos.

Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido inmediatamente. Algunas fuentes cuentan que fue capaz de escapar hacia Dalmacia, donde habría predicado el Evangelio y habría puesto fin milagrosamente a una hambruna.

Sin embargo, al final San Apolinar fue apresado, torturado y martirizado.
Sobre su tumba, en Rávena, se edificó siglos más tarde la célebre Basílica de San Apollinare in Classe, de tres naves, consagrada en 549. Más tarde, en el siglo nueve, fue construida también ahí la iglesia de San Apollinare Nuovo.

SAN APOLINAR DE RÁVENA nos ofrece un ejemplo de la cruenta vida que tuvieron que padecer los santos fundadores del cristianismo.

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