
¡Oh! Santa Bibiana, vos, sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa, que, víctima fuisteis de la persecución
de Julián el Apóstata y que, éste os obligó a apostatar
de vuestra fe, encerrándoos en la cárcel. Vos, así os
enfrentasteis al gobernador con valor y arrojo, hasta
que os ataron a una columna y os flagelaron y jamás
desististeis de vuestra fe. Así, mataron vuestro cuerpo
pero, vuestra alma, intacta voló a su único Amo: ¡Dios!,
quien os coronó, con corona de luz y de eternidad, como
premio a vuestra entrega de amor, fe, valor y constancia.
Bernini, os representa con los instrumentos de vuestro martirio
y que, os dieron la vida: la columna donde fuisteis flagelada,
los azotes, la corona del martirio y vuestra sonrisa eterna.
Hoy, vos, tenéis una Iglesia, sobre el monte Esquilino cosntruida
por Simplicio Papa y restaurada por Urbano Papa en cuyo
pórtico se lee: “juxta Licinianum ubi corpus eius requiescit”,
Patrona de los que sufren crisis nerviosa, dolores de cabeza,
epilépticos y enfermos mentales. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, Santa Bibiana, “vivo amor por el Dios de la Vida y el Amor”.
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
__________________________________
2 de Diciembre
Santa Bibiana (Viviana)
Mártir y Patrona de los Epilépticos
Cada 2 de diciembre celebramos a Santa Bibiana -o, “Viviana”-, virgen y mártir romana de tiempos del emperador romano Juliano II, el Apóstata (siglo IV). Santa Bibiana es patrona de epilépticos e intercesora frente al dolor físico, especialmente aquellos relacionados a la cabeza, y se le invoca cuando alguien sufre convulsiones.
Los cristianos trataban a Juliano de ‘apóstata’ porque al ascender al poder rompió con el régimen establecido por su predecesor, Constantino, converso y autor del Edicto de Milán, y por haber renegado públicamente del cristianismo, declarándose pagano. Por estas razones, el periodo de Juliano II (361-363) significó un serio revés para el fortalecimiento de la joven Iglesia y su eventual expansión. El sucesor de Constantino intentó restablecer los antiguos cultos del imperio e inició una nueva persecución.
Se desconocen detalles sobre la vida de Santa Bibiana, pero su nombre está registrado en el Liber Pontificalis o Libro de los Pontífices, donde se precisa que el Papa San Simplicio (siglo V) mandó edificar en Roma una basílica dedicada a ella, en la que reposan sus reliquias hasta hoy.
Santa Bibiana nació alrededor del año 347 en el ambiente sereno de una familia cristiana. Sus padres fueron Flaviano, prefecto de Roma, y Dafrosa, una mujer perteneciente a la nobleza romana; Bibiana tuvo además una hermana llamada Demetria.
Con la llegada al poder de Juliano II en el año 361, Flaviano, padre de Bibiana y ferviente cristiano, fue depuesto de su cargo y en su lugar fue nombrado Aproniano, un pagano muy cercano al nuevo emperador.
El prefecto, forzado a retirarse de la vida pública, se dedicó entonces al cuidado de los necesitados y perseguidos, así como a asegurar que los cristianos sacrificados en el martirio pudiesen tener siempre una sepultura decorosa, de acuerdo al mandato de la caridad. Lamentablemente, en cuanto Aproniano se enteró de esta tarea asumida por su predecesor, lo mandó a asesinar.
Muerto Flaviano, Dafrosa y sus dos hijas se deshicieron de sus bienes y pasaron a vivir en la clandestinidad. Las tres se mantuvieron escondidas, dedicadas a la oración constante y viviendo con la mayor modestia. Sabían muy bien que los tiempos eran malos y debían estar preparadas para soportar lo que viniese.
“La sangre de tu hermano me pide a gritos que yo haga justicia” (Gén 4, 10)
Pese al esfuerzo por permanecer ocultas, las mujeres fueron ubicadas y obligadas infructuosamente a renegar de su fe en Cristo. Entonces, Aproniano mandó ejecutar primero a Dafrosa, quien murió decapitada el 6 de enero de 362.
Poco después, el cruel prefecto haría un nuevo intento por forzar a Bibiana y Demetria a cometer apostasía; esta vez, echando mano de otro repudiable “método”: las encerró en una celda y les retiró todo alimento. Demetria murió de hambre antes de que pudiesen someterla a otra terrible prueba.
Bibiana, que no corrió la misma suerte que su hermana, fue llevada a la presencia de Aproniano quien, para debilitar su voluntad, decidió no ejecutarla y la entregó en manos de una proxeneta para prostituirla. Como al final este sinuoso plan también fracasó, Aproniano ordenó que Bibiana fuera atada a una columna y flagelada hasta morir.
Llena de llagas en todo el cuerpo, habiendo soportado dolores indecibles, Bibiana entregó su alma a Dios en el altar del martirio, por amor a la fe. Aunque los soldados echaron su cuerpo a los perros, un grupo de cristianos lo rescataron y lo sepultaron junto a las tumbas de sus padres y de su hermana, muy cerca de la casa en la que había vivido.
Poco tiempo después, cuando la persecución acabó, los cristianos hicieron del lugar un sitio de culto, donde iban a rezar. Décadas más tarde, el Papa Simplicio (p.468-483) ordenó la construcción in situ de la actual basílica dedicada a la santa, ubicada sobre el monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma).(ACI Prensa).