02 junio, 2015

Santos Marcelino y Pedro



¡Oh!, Santos Marcelino y Pedro, vosotros, sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados santos. Vos, Marcelino,
sacerdote del Dios Altísimo. Y, vos, Pedro, cristiano
ferviente y, con dones especiales dotado, el de demonios
expulsar. Cada quien, con vuestra tarea cumplisteis, uno
desde el púlpito y el otro, en contra del demonio. Y,
por ello, la cárcel fue vuestro destino. Pero, allí, con
más fervor, fuerza y entusiasmo, de Jesús hablaron, tanto
que, carcelero, mujer e hijos, y prisioneros convertidos
fueron. Y, cuánto, debieron de haber dado gracias al Dios
vivo, por ese milagro, que, los herejes de aquél tiempo,
os dieron muerte. Sí, habían matado vuestros cuerpos,
pero no, vuestras almas, que, felices marcharon a la casa
del Padre, donde, con justicia, coronados fueron de luz y
eternidad. Y, Constantino, una basílica os regaló y, quiso,
que Elena, su madre Santa, sepultada fuera allí mismo. Y,
las voces de aquél tiempo, se escuchan hasta hoy: “Marcelino
y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores”.
¡oh!, Santos Marcelino y Pedro, “verbos de la fe en Dios”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Junio
Santos Marcelino y Pedro
Mártires
Año 304

El primero de estos dos santos mártires era un sacerdote muy estimado en Roma, y el segundo era un fervoroso cristiano que tenía el poder especial de expulsar demonios. Fueron llevados a prisión por los enemigos de la religión, pero en la cárcel se dedicaron a predicar con tal entusiasmo que lograron convertir al carcelero y a su mujer y a sus hijos, y a varios prisioneros que antes no eran creyentes. Disgustados por esto los gobernantes les decretaron pena de muerte.
A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado “la selva negra”, y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y los cristianos fueron y sacaron los restos de los dos santos, y les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.
Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: “Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores”.