17 agosto, 2016

San Jacinto de Polonia



 


¡Oh!, San Jacinto de Polonia, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y que siendo de la Orden
de Predicadores, os designó santo Domingo para propagar
la Orden en Bohemia y Silesia acompañado de Ceslao y
Enrique Germánico, vuestros compañeros. Os encontrasteis
en Roma, con el santo fundador, a quien os suplicasteis
conseguir religiosos misioneros para vuestra ciudad. Y,
cuatro de vuestros acompañantes, siendo ya sacerdotes,
formación específica les brindaron: corto noviciado,
retoques de espíritu y a predicar y fundar conventos. Y,
ellos aprendieron normas sencillas: alabar a Dios, dar
doctrina y estar dispuestos a dar su vida por la verdad.
El día de todos los santos llegasteis a Cracovia, hecho
dominico y misionero y os hicisteis conocido por labriegos
y artesanos y también por taumaturgo. Construisteis un
convento de madera y con él, os convertisteis a Cracovia
en cuna de predicadores del norte de Europa. Decidisteis
ir a Prusia, país pagano, semibárbaro e idólatra, donde
fuisteis su misionero y claro, su hombre de milagros. Luego
os fuisteis a Rusia, llegando hasta Kiev. Por aquellas tierras
sí conocen al Dios de la Vida, Jesús. Y, una curación
milagrosa de la ceguera de la hija del príncipe Wladimiro
os abrió la fundación del primer monasterio occidental.
Vos, más tarde, interrumpisteis vuestra tarea apostólica y
os replegasteis al interior, debido, a las invasiones tártaras
con Batou, hijo de Gengis-Kan. Fundasteis conventos
en Noruega, Suecia, Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria,
Hungría y sabe Dios, cuántos más. Y, así, y luego de haber
gastado vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra
alma al cielo, para coronada ser, con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega increíble de amor y fe.
Patrono principal de Polonia, predicador y evangelizador;
¡oh!, San Jacinto de Polonia, “vivo San Pablo de amor y fe”.


© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de agosto
San Jacinto de Polonia
Patrono de Polonia


Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en Bohemia y Silesia (1257).

Etimológicamente: Jacinto = Aquel que se parece a un Jacinto (tipo de flor), es de origen griego. La Iglesia está en plena era feudal propia de la época. Los obispos y abades son grandes señores con mucho poder e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís habla a las aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se escapan a su control.

Jacinto en hijo de los condes de Konskie; nació en el castillo de Lanka, fortaleza que domina la villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo derecho en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum es nombrado canónigo de Cracovia.

Un viaje a Roma va a influir de modo decisivo en su vida. Iba a la Ciudad Eterna acompañando con otros clérigos a su tío Yvon Odrowaz, entonces obispo de Cracovia, para hacer visita reglamentaria al Papa; ésta es la ocasión para conocer a Santo Domingo de Guzmán que está allí cumpliendo encargos de Honorio III. El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo fue la súplica y el ruego esperanzado de conseguir religiosos misioneros para Cracovia que estaba necesitada de sacerdotes y de instrucción. No cuenta Domingo con predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de los acompañantes del obispo polaco se muestran dispuestos a ser recibidos por el fundador entre los dominicos; como son ya sacerdotes, reciben una formación específica intensiva: corto noviciado, retoques de espíritu y ¡a predicar y fundar conventos!. Han aprendido unas normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina y estar dispuestos a sellar con su sangre su verdad.

Cracovia está situada en una planicie ondulada, bañada por el Vístula y cercada de bosques de pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas. El día de todos los santos del 1222 llegó Jacinto ya dominico y misionero. Se va haciendo conocer por los labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo. Construye un primer convento de madera y luego le llegan donaciones hasta que Cracovia se llega a convertir en cuna de predicadores del norte de Europa.

La frontera oriental limita con Prusia, aún un país pagano, semibárbaro e idólatra. Allí va Jacinto a ser su misionero. Y le sigue la fama de los milagros. Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y desiertas, la que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev. Por aquellas tierras sí que conocen las gentes a Jesús; pero son cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La Iglesia católica occidental que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero una curación milagrosa de la ceguera de la hija del príncipe Wladimiro le abre la posibilidad de fundar el primer monasterio occidental en Rusia.

Vienen las invasiones tártaras con Batou, hijo de Gengis-Kan, al frente de sus implacables y demoledoras huestes que llegaron a las mismas puertas de Hungría, Polonia y Austria, haciendo temblar a todo el occidente; hicieron que Jacinto hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse al interior del continente hasta que pudiera volverse a reemprender la siembra.

La leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia, Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por cuántos sitios más. No se dispone de datos históricos con los que puedan apoyarse todas estas correrías del santo. Más bien parece que son producto de la imaginación o que intentan afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a hacer lo que materialmente él no pudo.

Muere Jacinto (o Jacek, como debió ser su genuino nombre) en su convento de Cracovia, el 15 de Agosto de 1257, dejando sembrada Polonia de innumerables conventos y de frailes. No extraña por ello que los polacos lo tengan como patrón principal. Hizo irradiar el Evangelio hasta los confines de Europa con éxitos apostólicos en ocasiones no muy duraderos, pero que afianzaban la fe en su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior de sus fronteras.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=572)