¡Oh! Santos Inocentes, vosotros sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados santos, que,
entregasteis vuestras inocentes y santas vidas
por el Dios de la Vida, a manos del cruel Herodes.
Y, en esa donación y martirio, a Jesús “Vivo”
nos legasteis eternamente para salvación eterna
de los hombres todos. Y, Herodes, vuestro cruel
verdugo, hoy, convertido en habitante del averno
y vosotros todos en el cielo eterno prometido a
Abraham, Isaac y Jacob. Sois, además, protomártires
angélicos, viviendo en aquella mansión dulce
de paz y amor eternos, y coronados todos de luz
eterna, como premio a la entrega prístina de
vuestras santas e inocentes vidas a favor y gloria
del Dios Vivo y verdadero. “Un griterío se oye
en Ramá, es Raquel que llora a sus hijos, y no
se quiere consolar, porque ya no existen” ¡No,
Raquel no lloreis más porque conmigo están! Dice
el Señor, desde lo insondable de la eternidad
de su Amor santo, eterno y misericordioso;
¡Oh!, Santos Inocentes y gloriosos del Dios Vivo.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Diciembre
Los Santos Inocentes
Dios hace fracasar los planes de los malvados (S. Biblia).
Hoy celebramos la fiesta de los Niños Inocentes que mandó matar el
cruel Herodes. Nos cuenta el evangelio de San Mateo que unos Magos
llegaron a Jerusalén preguntando dónde había nacido el futuro rey de
Israel, pues habían visto aparecer su estrella en el oriente, y
recordaban la profecía del Antiguo Testamento que decía: “Cuando
aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que
reinará sobre todas las naciones” (Números 24, 17) y por eso se habían
venido de sus lejanas tierras a adorar al recién nacido.
Dice San Mateo que Herodes se asustó mucho con esta noticia y la
ciudad de Jerusalén se conmovió ante el anuncio tan importante de que
ahora sí había nacido el rey que iba a gobernar el mundo entero. Herodes
era tan terriblemente celoso contra cualquiera que quisiera
reemplazarlo en el puesto de gobernante del país que había asesinado a
dos de sus esposas y asesinó también a varios de sus hijos, porque tenía
temor de que pudieran tratar de reemplazarlo por otro. Llevaba muchos
años gobernando de la manera más cruel y feroz, y estaba resuelto a
mandar matar a todo el que pretendiera ser rey de Israel. Por eso la
noticia de que acababa de nacer un niñito que iba a ser rey
poderosísimo, lo llenó de temor y dispuso tomar medidas para precaverse.
Herodes mandó llamar a los especialistas en Biblia (a los Sumos
Sacerdotes y a los escribas) y les preguntó en qué sitio exacto tenía
que nacer el rey de Israel que habían anunciado los profetas. Ellos le
contestaron: “Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta
Miqueas diciendo: “Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de
Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de
Israel” (Miq. 5, 1).
Entonces Herodes se propuso averiguar bien exactamente dónde estaba
el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y
fingiendo todo lo contrario, les dijo a los Magos: – “Vayan y se
informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren vienen y me
informan, para ir yo también a adorarlo”. Los magos se fueron a Belén
guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de
Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a
la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de
oro, incienso y mirra.
Y sucedió que en sueños recibieron un aviso de Dios de que no
volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el
pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto
lo enfureció hasta el extremo.
Entonces rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y mandó a
sus soldados a que mataran a todos los niñitos menores de dos años, en
la ciudad y sus alrededores. Ya podemos imaginar la terribilísima
angustia para los papás de los niños al ver que a sus casas llegaban los
herodianos y ante sus ojos asesinaban a su hijo tan querido. Con razón
el emperador César Augusto decía con burla que ante Herodes era más
peligroso ser Hijo (Huios) que cerdo (Hus), porque a los hijos los
mataba sin compasión, en cambio a los cerdos no, porque entre los judíos
esta prohibido comer carne de ese animal.
San Mateo dice que en ese día se cumplió lo que había avisado el
profeta Jeremías: “Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es
Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere
consolar, porque ya no existen” (Jer. 31, 15).
Como el hombre propone y Dios dispone, sucedió que un ángel vino la
noche anterior y avisó a José para que saliera huyendo hacia Egipto, y
así cuando llegaron los asesinos, ya no pudieron encontrar al niño que
buscaban para matar.
Y aquellos 30 niños inocentes, volaron al cielo a recibir el premio
de las almas que no tienen mancha y a orar por sus afligidos padres y
pedir para ellos bendiciones. Y que rueguen también por nosotros, pobres
y manchados que no somos nada inocentes sino muy necesitados del perdón
de Dios.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Inocentes.htm)