Oh, San Isidoro, Arzobispo, vos,
sois el hijo del Dios de la vida
y, quiso Él, que, de santos fuera
vuestra familia, y, bastó ello,
para convertiros en hombre sabio
y prudente, para que, al Dios eterno
ensazalsarais con exégetas escritos
sobre cada uno de los Libros de la
Sagrada Biblia, cuya lectura de
verdad amabais y recomendabais
a los fieles y descreidos del tiempo
vuestro. Las viejas calles de Sevilla,
de vuestro amor a los pobres saben,
que, sustento vuestro era, el tiempo
todo. Vos, os alzasteis como “puente”
entre la Antigua y Media Edades,
y, cuando fue todo hecho, conforme
los caminos de Dios, Él, os recogió
para cubriros de gloria y eternidad;
oh, San Isidoro; “regalo divino”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Abril – (4 de abril en Perú)
San Isidoro Arzobispo de Sevilla
(año 636)
Isidoro significa: “Regalo de la divinidad (Isis: divinidad. Doro: regalo)”. Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos obispos. San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus hermanos.
Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran provecho para toda la vida.
Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.
Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej.
Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.
San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.
Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.
Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes.
Dice San Ildefonso que “la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas”.
Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas.
De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió, el 4 de abril del año 636.
La Santa Sede de Roma lo declaró “Doctor de la Iglesia”.