6 de Abril
San Prudencio de Troyes
Obispo
Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Martirologio Romano: En Troyes, de Neustria, san
Prudencio, obispo, que preparó para los itinerantes un breviario del
Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los
candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina de los monasterios (
861).
Etimológicamente: Prudencio = Aquel que prevé, es de origen latino.
Parece que fue el primer controversista español. Probablemente de
origen pirenaico. Dejó su patria -como tantos- por la invasión de los
musulmanes y buscó fortuna al otro lado de los Pirineos, al amparo de la
corte de los carolingios. Supo encontrarla y, además, su vida y
ministerio sirvió como vehículo de la tradición isidoriana por tierras
más allá de los montes. Amén de historiador erudito y sabio teólogo, fue
obispo y santo.
Mantiene a lo largo de su vida con orgullo noble su condición de
español. De hecho, en el evangeliario de su biblioteca, bellamente
iluminado con las figuras simbólicas de los evangelistas, confiesa su
origen hispano: “Yo, Prudencio, soy quien mandó hacer esta obra; yo, que
nací en Hesperia y llevo la sangre de los celtíberos”. ¡Quién sabe si
el mismo nombre de Prudencio lo tomara en honor del paisano historiador y
poeta de los siglos IV y V!.
Gobernó la iglesia de Troyes, iluminándola con la doctrina y
defendiéndola con su pluma. Gran conocedor de la Sagrada Escritura y
consciente de que ella encierra el tesoro de la Palabra, enseñó a rezar a
sus fieles con los salmos escribiendo para ellos el Breviarium
Psalterii. También divulgó el Florilegium ex sacra Scriptura, un manual
de ética con sentencias espigadas de los libros santos.
Consiguió reunir una gran biblioteca -manía de todos los
intelectuales- donde se refugiaba en los momentos libres de atenciones
pastorales, para preparar otras labores pastorales futuras. Pasa ratos y
a veces temporadas dedicados a la reflexión y el estudio. Allí pudo
reunir ejemplares que encerraban gran parte del saber teológico del
tiempo; sus favoritos son Gregorio Magno, Isidoro de Sevilla, San
Agustín.
Adquirió gran erudición eclesiástica y agudeza discursiva que le
capacitaron para tomar parte en las controversias teológicas de altos
vuelos que hubo en su tiempo. Por ejemplo, la disputa entre Godescalco –
a quien es posible que conociera en la juventud, en las aulas de Fulda,
donde Rabano Mauro era maestro-, acusado de hereje por Hincmaro, el
temible arzobispo de Reims, que no paró hasta meterlo en prisión. Fueron
conflictos de pensamiento teológico en cuestiones de predestinación y
libre albedrío, y en ellas se vió envuelto el irlandés Escoto Erígena.
Tuvo que intervenir Prudencio para dar salida a la pureza de la fe,
poniendo en juego toda la agudeza del raciocinio del teólogo al tiempo
que supo conjugar la caridad con la más implacable fuerza dialéctica
No extraña que conste en su curriculum de historiador y teólogo el
hecho de llegar a ser capellán y consejero de Ludovico Pío y Carlos el
Calvo. Troyes lo veneró como santo desde su muerte por haber sido un
pastor celoso de la fe y de las almas, que supo hermanar la fuerza y
rigidez de pensamiento con la blandura de un padre en sus gestos.
(http://es.catholic.net/op/articulos/31823/prudencio-de-troyes-santo.html#modal)