¡Oh!, San Antonio María Zaccaría; vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, que, viviendo poco tiempo, obrasteis,
como si lo hubierais hecho por mucho. Vuestra madre renunció
a nuevos matrimonios que se le ofrecían, para dedicarse totalmente
a vuestra educación con resultados increíbles. Estudiasteis
medicina y siempre huisteis de las juergas universitarias para
conservar la santa virtud de la castidad. De joven renunciasteis
a la vestimenta costosa y elegante, y vestíais como la gente
común y corriente, y el dinero que ahorrabais lo repartíais entre
los más necesitados. Os graduasteis muy joven y nunca dejasteis
vuestro deseo de dedicaros a atender a los pobres de manera
gratuita y a la vez, evangelizar a vuestros pacientes para
enseñarles a salvar el alma y ganarse el cielo. Años después,
vuestros directores espirituales os aconsejaron que entraseis al
seminario, cosa que aceptasteis y lograsteis ordenaros sacerdote.
Y Así, os convertisteis en doblemente médico: de los cuerpos y
de las almas. Vos tuvisteis desde pequeño un inmenso amor por
los pobres. A veces volvíais casa sin saco, porque lo habíais
regalado a algún pobre. Todo lo que recogíais como profesional
y sacerdote, lo repartíais entre los más necesitados. Por medio
de la hermana Luisa Torelli fundasteis la comunidad de las hermanas
“Angelicales”, para cuidar a jovencitas en peligro de caer en
vicios, y que volviesen por el camino del bien. Más tarde, junto
a otros compañeros fundasteis la Comunidad: los “Clérigos de San
Pablo”, que predicaba para convertir a los pecadores, extender
por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de Cristo,
y a su santa Cruz. San Carlos dijo de los "Clérigos de San Pablo":
“Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis”.
Vos, sentíais gran cariño por la Sagrada Eucaristía, donde Cristo
está en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad.
Y, vos, como amabais así a Cristo, propagasteis por todas partes
"la devoción de las Cuarenta Horas", que era, dedicar tres días
cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Santísima
Eucaristía con rezos, cantos, himnos y otros actos de fe y culto.
También amabais "la pasión y muerte de Cristo" y cada viernes,
a las tres de la tarde hacíais sonar las campanas, para recordar
a la gente, la hora en la que Cristo había muerto. Siempre llevabais
una imagen de Jesús crucificado, y os esmerabais por hacer que
vuestros oyentes meditasen en los sufrimientos de Jesús en su
Pasión y Muerte, para aumentar más el amor hacia nuestro Redentor.
Una tercera devoción que os acompañó fue el enorme entusiasmo
por las "Cartas de San Pablo", su lectura os emocionaba hasta las
lágrimas y luego predicabais a vuestros discípulos, insistiéndoles
en que siempre leyesen tan maravillosas cartas frecuentemente,
y que reflexionasen y meditasen en sus importantísimas enseñanzas.
A vos, os tocó vivir en tiempos difíciles en los que en Alemania
el falso reformador Lutero, proclamaba reformas falsarias en la
religión y, en Roma y España; San Ignacio y sus jesuitas empezaban
a trabajar para lograr una verdadera reforma de la Iglesia. Vos,
con vuestro enorme apostolado preparasteis la gran Reforma
de la Iglesia Católica, que iba a traer el Concilio de Trento.
Un día, siendo aún muy joven, sentisteis que de tanto trabajar
por el apostolado, os faltaban las fuerzas y os fuisteis a casa
de vuestra santa madre, y allí, en sus brazos voló vuestra alma
el cielo, para coronada ser con corona de luz como justo premio
a vuestra entrega increíble y extraordinaria de amor y fe. El Papa
León XIII os declaró santo y nosotros os pedimos que pidáis mucho
al nuestro Padre Creador, para que la Iglesia Católica se renueve
constantemente día por día y no vaya a caer nunca en la relajación;
¡Oh! San Antonio María Zaccaría; "Vivo, apóstol del Dios Vivo y Eterno."
© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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05 de Julio
San Antonio María Zaccaría
Fundador y Patrono de los Médicos
En este sacerdote que murió muy joven, sí que se cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia “Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga”.
Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenia muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años, renunció a nuevos matrimonios que se le ofrecían con tal de dedicarse totalmente a la educación de su hijita y los resultados que obtuvo fueron admirables.
Estudió medicina en la Universidad de Padua, y allí supo cuidarse muy bien para huir de las juergas universitarias y así conservar la santa virtud de la castidad. Desde joven renunció a los vestidos elegantes y costosos, y vistió siempre como la gente pobre, y el dinero que ahorraba con esto, lo repartía entre los más necesitados.
A los 22 años se graduó de médico y su gran deseo era dedicarse totalmente a atender a las gentes más pobres, la mayor parte de las veces gratuitamente, y aprovechar su profesión para ayudarles también a sus pacientes a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse de sacerdote. Así fue doblemente médico: de los cuerpos y de las almas.
Antonio María tuvo siempre desde muy pequeño un inmenso amor por los pobres. Ya en la escuela, volvía a veces a casa sin saco, porque lo había regalado a algún pobrecito que había encontrado por ahí tiritando de frío. Durante sus años de profesional y sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los más necesitados.
Se trasladó a Milán (la ciudad de mayor número de habitantes en Italia) porque en esa gran ciudad tenía más posibilidades de extender su apostolado a muchas gentes. Y allí, por medio de la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas llamadas “Angelicales” (nombre que les pusieron porque su convento se llamaba de “Los Santos Angeles”). El fin de esta comunidad era preservar a las jovencitas que estaban en peligro de caer en vicios, y redimir y volver al buen camino a las que ya habían caído. Estas hermanas le ayudaron muchísimo a nuestro santo en todos sus apostolados.
Luego con otros compañeros fundó la Comunidad llamada “Clérigos de San Pablo” los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por la gente “Los Padres Bernabitas”. Esta congregación tenía por fin predicar para convertir a los pecadores, extender por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de Cristo, y a su santa Cruz. Y esforzarse lo más posible por tratar de obtener la renovación de la vida espiritual y piadosa entre el pueblo, que estaba muy decaida y relajada. Estos religiosos hicieron tanto bien en la ciudad y sus alrededores que unos años mas tarde, San Carlos, gran arzobispo de Milán, dirá de ellos: “Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis”.
San Antonio María sentía un gran cariño por la Sagrada Eucaristía, donde está Cristo presente en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Por eso propagó por todas partes la devoción de las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Sma. Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de culto.
Otra de sus grandes devociones era la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las campanas, para recordar a la gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor. Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que sus oyentes meditaran en los sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor. Y una tercera devoción que lo acompaño en sus años de sacerdocio fue un enorme entusiasmo por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo emocionaba hasta el extremo, y de ellas predicaba, y a sus discípulos les insistía en que leyeran tan preciosas cartas frecuentemente, y que meditaran en sus importantísimas enseñanzas. A él le sucedió lo que le ha pasado a miles y millones de creyentes en el mundo entero, que al leer las Cartas de San Pablo han descubierto en ellas unos mensajes celestiales tan interesantes que quedan entusiasmados para siempre por su lectura y meditación.
A nuestro santo le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania el falso reformador Lutero proclamaba una falsa reforma en la religión, y en Roma y España, San Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar por conseguir una verdadera reforma de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían un intenso deseo de que empezara una era de mayor fervor y menos frialdad y maldad. San Antonio María fue uno de los que con su enorme apostolado preparó la gran Reforma de la Iglesia Católica que iba a traer el Concilio de Trento.
Siendo aún muy joven, sintió que de tanto trabajar por el apostolado, le faltaban las fuerzas. Se fue a casa de su santa madre, y en sus brazos murió el 5 de julio de 1539. Tenía apenas 37 años, pero había hecho labores apostólicas como si hubiera trabajado por tres docenas de años más. El Papa León XIII lo declaró santo en 1897. Y nosotros le pedimos a San Antonio Zaccaría, que pida mucho al buen Dios para que la Iglesia Católica se renueve día por día y no vaya a caer nunca en la relajación y que no se enfríe nunca en el santo fervor que Nuestro Señor quiere de cada uno de los creyentes.
(https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Antonio_Mar%C3%ADa_Zaccaria.htm)