¡Oh!, San Heriberto de Colonia, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y obispo, que al clero y pueblo
iluminasteis con vuestro ejemplo, tanto en la prédica, como
así en la obra. Y, a vuestro nombre, que significa “temido
en la batalla”, honor, le hicisteis, no por serlo en la pelea
con las armas de hierro y pólvora, sino, en las “batallas
por la justicia y la verdad”. Ordenado sacerdote y luego
canciller, fueron cargos que mantuvisteis con ejemplo y
dignidad, aconsejando a reyes y cortes, a propios y extraños.
No por nada, vuestra investidura y palio de Silvestre Papa,
recibisteis, cosa que, desde ya, mucho dice. Un Monasterio
y una Iglesia fundasteis y, como gratitud al Dios eterno
los cubristeis siempre con vuestra generosidad. Y, así,
de haberos conducido luego, por este mundo, entre páramos
de justicia y verdad, vuestra alma, voló hacia el Padre,
quien os coronó, con luz eterna de verdad y justicia, como
premio a vuestra entrega grande de amor y fidelidad;
¡oh!, San Heriberto, “temido en la justicia y la verdad”.
de la vida, su amado santo y obispo, que al clero y pueblo
iluminasteis con vuestro ejemplo, tanto en la prédica, como
así en la obra. Y, a vuestro nombre, que significa “temido
en la batalla”, honor, le hicisteis, no por serlo en la pelea
con las armas de hierro y pólvora, sino, en las “batallas
por la justicia y la verdad”. Ordenado sacerdote y luego
canciller, fueron cargos que mantuvisteis con ejemplo y
dignidad, aconsejando a reyes y cortes, a propios y extraños.
No por nada, vuestra investidura y palio de Silvestre Papa,
recibisteis, cosa que, desde ya, mucho dice. Un Monasterio
y una Iglesia fundasteis y, como gratitud al Dios eterno
los cubristeis siempre con vuestra generosidad. Y, así,
de haberos conducido luego, por este mundo, entre páramos
de justicia y verdad, vuestra alma, voló hacia el Padre,
quien os coronó, con luz eterna de verdad y justicia, como
premio a vuestra entrega grande de amor y fidelidad;
¡oh!, San Heriberto, “temido en la justicia y la verdad”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Marzo
San Heriberto de Colonia
Obispo
San Heriberto de Colonia
Obispo
Martirologio Romano: En Colonia, en Alemania, san Heriberto,
obispo, que, siendo canciller del emperador Otón III, fue elegido a la
fuerza para la sede episcopal, desde donde iluminó constantemente al
clero y al pueblo con el ejemplo de sus virtudes, que también
recomendaba en la predicación (1021).
Etimológicamente: Heriberto = Aquel que es temido en la batalla, es de origen germánico. Nació en Worms, en el año 970, murió el 16 de Marzo de 1021 en
Colonia. Fue arzobispo de Colonia, canciller del emperador Otón III y
fundador de la abadía de Deutz.
Heriberto era hijo del duque Hugo de Worms. Tras estudiar en la
escuela de la catedral de Worms, su ciudad natal, pasó algún tiempo en
el monasterio benedictino de Gorza, situado en el ducado de Lorena.
Después de este periodo fue nombrado rector de la catedral de Worms.
En 994 fue ordenado sacerdote. Ese mismo año el rey Otón III le nombró
canciller para Italia y cuatro años más tarde, también para Alemania,
cargo que mantuvo hasta la muerte del emperador en 23 de enero de 1002.
Como canciller, Heriberto se convirtió en el consejero más importante
de Otón III, a quien acompañó a Roma en 996 y 997. Todavía estaba en
Italia cuando en 999 fue elegido arzobispo de Colonia.
Recibió la investidura eclesiástica y el palio de parte del papa
Silvestre II el 9 de julio de 999 en la ciudad italiana de Benevento,
siendo consagrado en la Catedral de Colonia en día de Navidad de ese
mismo año.
El año 1002 estuvo presente en el lecho de muerte del emperador en
Paterno. Caundo regresaba a Alemania con los restos del emperador y la
insignia imperial, fue hecho prisionero por un tiempo por el futuro rey
Enrique II, a cuya candidatura Heriberto se había opuesto inicialmente.
Tan pronto como Enrique fue elegido nuevo rey, el 7 de junio de 1002,
cambió de postura para pasar a reconocer al nuevo rey y servirlo
fielmente, acompañándolo a Roma en 1004 y mediando entre el monarca y la
Casa de Luxemburgo entre otras obras.
Sin embargo Heriberto nunca se ganó la total confianza de Enrique II
hasta el año 1021, cuando el rey reconoció su error y pidió perdón al
arzobispo, el mismo año de la muerte del santo.
Heriberto fundó el monasterio benedictino y la iglesia de Deutz, al
que hizo generosos donativos y donde se encuentra su tumba. Heriberto
fue considerado santo ya en vida.
El papa Gregorio VII lo canonizó entre 1073 y 1075. Su fiesta se celebra el mismo día de su fallecimiento, el 16 de marzo