Oh, Santos Marcelino y Pedro,
vosotros sois los hijos del Dios
de la vida. Vos, Marcelino del
Dios Altísimo sacerdote y vos,
Pedro, sencillo y muy fervoroso
cristiano, con dones especiales
dotado: el de demonios expulsar.
Cada quien, su tarea había hecho,
desde el púlpito y en contra del
demonio, y por ello, la cárcel
fue vuestro destino, pero allí, con
más fervor y más fuerza, y más
entusiasmo, hablaron de Jesús, y
tanto que, carcelero, mujer e hijos;
y prisioneros convertidos fueron.
Y cuánto, debieron de haber dado
gracias a Dios, por ese milagro,
que, los herejes de aquél tiempo,
os dieron muerte. Sí, habían matado
vuestros cuerpos, pero no, vuestras
almas, que, felices marcharon a
la casa del Padre, donde con justicia
plena, coronados fueron de luz y
eternidad y, Constantino, una
basílica os regaló y quiso, que Elena
Santa, su madre santa, sepultada
fuera y las voces de aquél tiempo,
se escuchan hasta hoy: “Marcelino
y Pedro poderosos protectores,
escuchad nuestros clamores”.
oh, Santos Marcelino y Pedro, mártires.
© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Junio
Santos Marcelino y Pedro
Mártires
Año 304
El primero de estos dos santos mártires era un sacerdote muy estimado en Roma, y el segundo era un fervoroso cristiano que tenía el poder especial de expulsar demonios. Fueron llevados a prisión por los enemigos de la religión, pero en la cárcel se dedicaron a predicar con tal entusiasmo que lograron convertir al carcelero y a su mujer y a sus hijos, y a varios prisioneros que antes no eran creyentes. Disgustados por esto los gobernantes les decretaron pena de muerte.
A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado “la selva negra”, y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y los cristianos fueron y sacaron los restos de los dos santos, y les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.
Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: “Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores”.