Enhorabuena que llegó Eva
De la costilla del hombre amado
Porque quiso Dios haberla dado
Para encaminar la vida nueva.
Bella, frágil, inteligente y cautivadora
La porfía del amor en el alma lleva
Y cual flor del paraíso derrama y lleva
Aroma que el hombre ama y ahora
Tiene en la novia, hermana y madre
La misma virtud que María: ser Madre
Madre, madres a las que jamás yo podré
Pagar siquiera sus desvelos madre
Ni con todo el oro del mundo madre
Porque para ser madre sólo la madre.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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María, Madre de Dios: la Madre Perfecta
La Iglesia Católica comienza el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de “María Madre de Dios”. Ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: “María, Madre de Dios”.
Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades no le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, sí formó a su propia madre. Y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener.
Pero, ¿es que Dios ha tenido principio? No. Dios nunca tuvo principio, y la Virgen no formó a Dios. Pero Ella es Madre de uno que es Dios, y por eso es Madre de Dios.
Y qué hermoso repetir lo que decía San Estanislao: “La Madre de Dios es también madre mía”. Quien nos dio a su Madre santísima como madre nuestra, en la cruz al decir al discípulo que nos representaba a nosotros: “He ahí a tu madre”, ¿será capaz de negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de la Madre Santísima?
Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella.
Cuando en el año 431 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.
El título “Madre de Dios” es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene.
Los santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de “María, Madre de Dios”.
Benedicto XVI, 2008
“El título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las festividades navideñas, es, por consiguiente, el apelativo fundamental con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos decir, desde siempre a la Virgen santísima. Expresa muy bien la misión de María en la historia de la salvación. Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino.
Y todos sabemos que estos privilegios no fueron concedidos a María para alejarla de nosotros, sino, al contrario, para que estuviera más cerca. En efecto, al estar totalmente con Dios, esta Mujer se encuentra muy cerca de nosotros y nos ayuda como madre y como hermana. También el puesto único e irrepetible que María ocupa en la comunidad de los creyentes deriva de esta vocación suya fundamental a ser la Madre del Redentor. Precisamente en cuanto tal, María es también la Madre del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Así pues, justamente, durante el concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI atribuyó solemnemente a María el título de “Madre de la Iglesia”.
Precisamente por ser Madre de la Iglesia, la Virgen es también Madre de cada uno de nosotros, que somos miembros del Cuerpo místico de Cristo.
Desde la cruz Jesús encomendó a su Madre a cada uno de sus discípulos y, al mismo tiempo, encomendó a cada uno de sus discípulos al amor de su Madre. El evangelista san Juan concluye el breve y sugestivo relato con las palabras: “Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn 19, 27). Así es la traducción española del texto griego: εiς tά íδια; la acogió en su propia realidad, en su propio ser. Así forma parte de su vida y las dos vidas se compenetran. Este aceptarla en la propia vida (εiς tά íδια) es el testamento del Señor. Por tanto, en el momento supremo del cumplimiento de la misión mesiánica, Jesús deja a cada uno de sus discípulos, como herencia preciosa, a su misma Madre, la Virgen María. – Benedicto XVI, 2008
HISTORIA DEL DÍA DE LA MADRE
La conmemoración oficial del “Día de la Madre” se remonta a los tiempos de la antigua Grecia cuando Rea era la gran madre de los Dioses. A lo largo de la historia se van encontrando manifestaciones de esta celebración. En la Inglaterra del siglo XVII se celebraba el “servir de domingo”. Ese día las sirvientas iban a sus hogares a visitar a su madre, y festejaban el encuentro con una torta. No sería hasta el siglo XX que esta conmemoración recibiría un carácter oficial de la mano de Anna M. Jarvis. Tras un encuentro familiar con motivo del tercer aniversario de la muerte de su madre, esta profesora americana tuvo la idea de dedicar un día a todas las madres. A raíz de aquí el segundo domingo de mayo de 1907 se celebró por primera vez el “Día de la Madre”.
Anna Jarvis prosiguió su campaña por el “Día de la Madre” y finalmente el 10 de mayo de 1908 se celebró esta fecha públicamente.
En la Iglesia Episcopal de Grafton en West Virginia hay constancia de este hecho con una placa conmemorativa. Esta fecha fue declarada oficial en 1910 por parte del gobernador del estado de West Virginia, William Glascock. En mayo de 1914 Anna consiguió que esta fecha fuera incluida en el calendario federal de los Estados Unidos. En poco tiempo, más de 40 países adoptaron esta conmemoración.
En homenaje a una persona tan especial, en el Día de la Madre no es necesario ningún regalo de gran valor, este concepto fue implantado por el comercio. Es suficiente ofrecer algo simbólico: una flor del jardín, una postal, un poema o un simple abrazo afectuoso, unas palabras de ternura, de reconocimiento o un simple gesto para que se sienta querida.
“Día de la Madre” en el Perú y muchos países del orbe
El segundo domingo del mes de mayo se celebra el “Día de la Madre” en el Perú y muchos países del orbe. Esa fecha es muy importante para todos ya que ese día se lo dedicamos al ser que nos trajo al mundo y le brindamos más amor, cariño y devoción .
La Madre es el ser más maravilloso de la tierra. Ella no sabe de cansancio ni le importa tener que esperar largas horas por los hijos para atenderlos. Es la persona más tolerante, comprensiva y cariñosa que pueda haber. Todos los días del año debemos demostrarle nuestro amor y cariño. No esperemos que nuestra madre ya no esté en este mundo para darnos cuenta de lo mucho que ella hizo por nosotros y de que pudimos hacerla sentir más feliz con tan sólo demostrarle día a día nuestro cariño, amor y agradecimiento hacia ella.
El compositor y estudioso de la música criolla, Don Manuel Acosta Ojeda, tiene más de mil composiciones de entre las cuales destaca una que por su mensaje y a quien va dirigida se ha convertido en una de las canciones clásicas de la música criolla, “Madre”.
El periodista Jesús Raymundo en el artículo titulado “Homenaje a Manuel Acosta Ojeda”, publicado en el diario “El Peruano” de Lima el 28 de junio del 2002, nos relata la historia de ese hermoso vals que la recogió del mismo compositor:
’En una de sus madrugadas de mayo, después de cantar en El Botellón, visitó con sus amigos el bar El Silletazo. Era víspera de Día de la Madre, en 1951. “Mareado escribí sobre la envoltura de una cajetilla de cigarrillos algunos versos para mi madre, que me había dado todo. Sentí pena y remordimiento. A las diez de la mañana, cuando terminé mi autoconfesión, fui a mi casa”. En 1956, el tema Madre fue grabado por el grupo Los Cholos. Pero fueron Los Chamas quienes lanzaron a la popularidad el valse de la sinceridad’.
El vals “Madre” es considerado, tanto por su letra como por su música, como un excelente aporte hacia nuestra música criolla y en el Perú es tema obligado en toda actuación en homenaje al Día de la Madre. A mi madre, hermanas y todas las madres les deseo un ¡Feliz Día de la Madre!
MADRE
Autor: Manuel Acosta Ojeda
Madre, cuando recojas con tu frente mis besos
todos los labios rojos
que en mi boca dejaron
huirán como sombras
cuando se hace la luz.
Madre, esas arrugas se formaron pensando
¿dónde estará mi hijo?
¿porqué no llegará?
y por más que las bese
no las podré borrar.
Madre, tus manos tristes
como aves moribundas
déjame que las bese
tanto, tanto han rezado
por mis locos errores
y mis vanas pasiones
y por último madre
deja que me arrodille
y sobre tu regazo
coloque mi cabeza
y dime hijo de mi alma
para llorar contigo.
Madre, esas arrugas se formaron pensando
¿dónde estará mi hijo?
¿porqué no llegará?
y por más que las bese
no las podré borrar.
Madre, tus manos tristes
como aves moribundas
déjame que las bese
tanto, tanto han rezado
por mis locos errores
y mis vanas pasiones
y por último madre
deja que me arrodille
y sobre tu regazo
coloque mi cabeza
y dime hijo de mi alma
para llorar… contigo.
Cuando el Perú saludo por primera vez a mamá
Carlos Alberto Izaguirre, diputado ancashino, sanmarquino de corazón, presidente del grupo cultural universitario ‘Ariel’, hijo bien, alzó la voz muy fuerte y anunció su deseo de romper con la orfandad en el Perú. Habló en el hemiciclo ante sus pares y les dijo que el país no podía sustraerse a una fiesta que cada vez se extendía más, por medio de la cual se honraba a mamá, sí, la de todos, la única, la reina de la casa.
Los políticos olvidaron entonces sus banderas partidarias y alzaron el pabellón filial. Aceptaron por unanimidad la petición, llegó el tema al Senado, al ministro de Instrucción y al presidente, y el 12 de abril de 1924 se promulgó la resolución suprema más mimosa: “Vista la solicitud que formula el ‘Ateneo Universitario Ariel’ de esta capital, sobre la constitución del ‘Día de la Madre’. Estando a lo acordado. Se resuelve: Declarar día solemne, bajo la denominación de Día de la Madre, el segundo domingo del mes de mayo”.
De inmediato, Lima tomó partido por el tema y empezaron las sugerencias. La educadora Elvira García y García, por ejemplo, expuso la conveniencia de honrar a las madres que habían perdido a sus hijos en la guerra de 1879. Sin embargo, pronto el grupo ‘Ariel’ anunció las que serían las actividades centrales. Entre ellas, una romería ante el busto de la protectora de los niños Juana Alarco de Dammert, una ceremonia cultural y artística en la Casona de San Marcos en el Parque Universitario, y otras similares a nivel de los colegios.
Pronto surgieron las adhesiones del Círculo de Estudiantes Piuranos, de la Asociación Estudiantil Ancashina, de la Escuela Técnica de Comercio, de la Liga de Cultura y Bondad del Instituto Molinares, de la Legión Feminista Pro Cultura y en especial de la Asociación Cristiana de Jóvenes. También se prestaron a colaborar los colegios Nuestra Señora de Guadalupe, el Anglo Peruano, los Sagrados Corazones, Rodó, Corazón de Jesús, la Escuela Normal de Señoritas, el Liceo Lima y muchos más.
”No se piensa por ningún motivo en premios que sólo opacarían la inmaculada belleza de la fiesta materna”, escribiría un lector en El Comercio, y como ésta se publicaron varias misivas y reflexiones en torno al significado de la fecha.
Los promotores acordaron con los colegios que a las actuaciones fueran invitadas las madres de los estudiantes y que éstos, al igual que en otros países latinoamericanos, colocaran en sus ojales “los que tienen a la madre viva (…) una flor roja en todo el día y los que la tienen muerta una flor blanca”.
A la campaña se aunó el arzobispado de Lima que dispuso que en los templos se hicieran rogativas y que en todos los hogares católicos se dedique una especial consideración a la fiesta.
Además se imprimieron y repartieron volantes con oraciones dedicadas a las madres y una poesía que redactó la mencionada García y García. “En muchos hogares, los hijos preparan sencillas fiestas en honor a sus madres. Los niños podrían repetir en nuestro medio lo que ya se ha hecho en otros lugares: en la semana de la madre, el primer día se dedica, por ejemplo, a la narración de un cuento que alguno de los hijos hace, estando por la noche la familia reunida; en los otros días tienen lugar las comidas en honor de la madre. Aquí todo queda a la espontaneidad del momento”, escribió uno de los organizadores.
Un domingo 11 de mayo empezó todo. Por la mañana, cientos de escolares y bandas de música llegaron ante el busto a Juana Alarco de Dammert, ubicado en la Plaza de la Exposición, en tanto que en el Liceo Grau se celebraba una misa de salud por las madres, Elvira García y García recitaba su composición, y las alumnas Teresa Franco, Hilda Cánepa y Clelia Rojas hacían lo propio con sus trabajos.
La ceremonia central, como estaba previsto, empezó a las cinco de la tarde. “La impresión que ofrecía ayer el General de San Marcos con este motivo era imponente y simpática”.
Fue el rector Manuel Vicente Villarán el primero en hablar a la enorme concurrencia, saludando la iniciativa del grupo ‘Ariel’. “Me es grato que la Universidad, templo de educación, auspicie y presida este homenaje que la piedad filial tributa a las madres, a las perennes y supremas educadoras, a las maestras nativas del género humano”
Después le tocó el turno al principal gestor del homenaje, Carlos Alberto Izaguirre, quien muy emocionado enfrentó los ojos clavados sobre él. “En este instante de crisis en todos los órdenes de la vida estamos de parte del ideal y hemos querido dar un jalón moral a la conciencia de todos los hijos del Perú. (…) La liberación del hombre, su redención, sólo pueden venir de un esfuerzo del corazón, de las fuentes puras del silencio, del heroísmo cotidiano, pero sobre todo de una gran ternura: la madre”.
El ‘significado de la fiesta’ fue ampliado por el catedrático Luis Varela y Orbegoso y posteriormente, llegó el clímax poético con la timbrada voz del vate Daniel Ruzo. Al término de la ceremonia todos se pusieron de pie durante unos minutos recordando a la madre querida. Por la noche se llevó a cabo una actuación literaria en el local de la Asociación Cristiana de Jóvenes, en la que tomaron parte los poetas José Gálvez y Ricardo Martínez de la Torre, y se dictó una conferencia sobre el concepto de la madre a través de los tiempos a cargo del doctor John Mackay, quien “ensalzó a la mujer y condenó al hombre que la hace víctima de sus impulsos”.
(El Comercio, mayo 03)