Oh, San León
Magno; vos, sois el hijo
del Dios de
la vida y su amado santo.
Aquél, que
se entregó de íntegra manera,
al servicio
de Dios, tanto que, las huestes
del mal, por
doquier aparecieron, para
atacar y
destruir la cristiana doctrina
de Cristo,
Señor y Dios Nuestro. Pero,
vos, a
vuestras convicciones fiel, con
todas
acabasteis, una a una, tanto que,
hasta Atila,
de vos huyó. Con vuestras
obras de
amor, de fe y llevando con vos,
la santidad
como coraza, a los hombres
exhortabais,
en aquellas navideñas noches,
con esta
maravillosa reflexión: “Reconoce
oh,
cristiano tu dignidad, El Hijo de Dios,
se vino del
cielo, por salvar tu alma”. Y,
de verdad
que la salvó, la salva y la seguirá
salvando,
como os consta, a vos mismo, que,
por vuestra
obra, premio justo recibisteis
y hoy,
corona de luz, lucís, que, brilla
iluminando
los caminos del amor, la fe y
de la
esperanza. Oh, San León Magno; por
el amor a
Dios, “grande en obra y santidad”.
© 2013 by
Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de
Noviembre
San León
Magno
Pontífice
Año 461
Bendito sea Dios que ha enviado a su Santa Iglesia, jefes tan santos y
tan sabios. Que no deje nunca el Señor de enviarnos pastores como San León
Magno.
Lo llaman “Magno”, porque fue grande en obras y en santidad. Es el
Pontífice más importante de su siglo. Tuvo que luchar fuertemente contra dos
clases de enemigos: los externos que querían invadir y destruir a Roma, y los
internos que trataban de engañar a los católicos con errores y herejías.
Nació en Toscana, Italia; recibió una esmerada educación y hablaba muy
correctamente el idioma nacional que era el latín. Llegó a ser Secretario del
Papa San Celestino, y de Sixto III, y fue enviado por éste como embajador a
Francia a tratar de evitar una guerra civil que iba a estallar por la pelea
entre dos generales. Estando por allá le llegó la noticia de que había sido
nombrado Sumo Pontífice, el año 440.
Desde el principio de su pontificado dio muestra de poseer grandes
cualidades para ese oficio. Predicaba al pueblo en todas las fiestas y de él se
conservan 96 sermones, que son verdaderas joyas de doctrina. A los que estaban
lejos los instruía por medio de cartas. Se conservan 144 cartas escritas por
San León Magno.
Su fama de sabio era tan grande que cuando en el Concilio de
Calcedonia los enviados del Papa leyeron la carta que enviaba San León Magno,
los 600 obispos se pusieron de pie y exclamaron: “San Pedro ha hablado por boca
de León”.
En el año 452 llegó el terrorífico guerrero Atila, capitaneando a los
feroces Hunos, de los cuales se decía que donde sus caballos pisaban no volvía
a nacer la yerba. El Papa San León salió a su encuentro y logró que no entrara
en Roma y que volviera a su tierra, de Hungría.
En el año 455 llegó otro enemigo feroz, Genserico, jefe de los
vándalos. Con este no logró San León que no entrara en Roma a saquearla, pero
sí obtuvo que no incendiara la ciudad ni matara a sus habitantes. Roma quedó
más empobrecida pero se volvió más espiritual.
San León tuvo que enfrentarse en los 21 años de su pontificado a
tremendos enemigos externos que trataron de destruir la ciudad de Roma, y a
peligrosos enemigos interiores que con sus herejías querían engañar a los
católicos. Pero su inmensa confianza en Dios lo hizo salir triunfante de tan
grandes peligros. Las gentes de Roma sentían por él una gran veneración, y
desde entonces los obispos de todos los países empezaron a considerar que el
Papa era el obispo más importante del mundo.
Una frase suya de un sermón de Navidad se ha hecho famosa. Dice así:
“Reconoce oh cristiano tu dignidad, El Hijo de Dios se vino del cielo por
salvar tu alma”. Murió el 10 de noviembre del año 461.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/León_Magno.htm)