13 noviembre, 2013

San Leandro

 
 
Oh, San Leandro, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, que nacido
en familia de santos, predestinado estabais
para serlo, como que así lo fuisteis, pues
con vuestros hermanos Isidoro, Fulgencio y
Florentina, hoy, os acompañan en el santoral.
Creasteis, la escuela, en la que se enseñaban
no sólo las ciencias sagradas, sino también
todas las artes y entre los alumnos, Hermenegildo
y Recaredo, del rey visigodo, Leovigildo, hijos.
Así, la conversión de Hermenegildo, comenzó,
el arrianismo abandonando y abrazando
la fe católica, desterrado terminasteis. Pero,
a Dios gracias, volvisteis a Sevilla y terminó
la Arriana herejía, imponiéndose la fe Católica,
y con ella, el resurgir la cristiana vida, con
la fundación de monasterios, parroquias por
pueblos y ciudades, adornados de sabias
legislaciones en materias religiosas y civiles.
A vos, os conocen de estadista y santo. Y, así
fue, porque, desarrollasteis vastísima labor
como tal, y como amoroso obispo, una profunda
dedicación pastoral intensa a vuestro pueblo,
con prédicas de maravillosos sermones. Escribíais
teológicos tratados y os dedicabais largo
tiempo a la oración, a la penitencia y al ayuno.
Y así, un día de la vida, entregasteis vuestra
alma a quien le pertenece: ¡Dios!, y, coronada
fue, con corona de luz y de gloria eterna, como
premio justo por vuestra entrega de amor;
Oh, San Leandro, “imitación amorosa de Dios”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Noviembre
San Leandro
Obispo
 
Nació en Cartagena, hacia el año 540. Pertenecía a una familia de santos: sus hermanos Isidoro (que le sucedería como Obispo de Sevilla), Fulgencio (Obispo de Écija) y Florentina, le acompañan en el santoral.
 
Elegido Obispo de Sevilla, creó una escuela, en la que se enseñaban no sólo las ciencias sagradas, sino también todas las artes conocidas en aquel tiempo. Entre los alumnos, se encontraban Hermenegildo y Recaredo, hijos del rey visigodo Leovigildo. Allí comenzó el proceso de conversión de Hermenegildo, que lo llevaría a abandonar el arrianismo y a abrazar la fe católica. Y, también, el enfrentamiento con su padre, que desembocaría en una guerra. A consecuencia de esta guerra, a Leandro le tocó ir al destierro.
 
Cuando mejoró la situación, pudo volver a Sevilla. Hermenegildo había sido ajusticiado por orden de su padre. Pero este, en los últimos años de su vida, influenciado, sin duda, por el testimonio del hijo mártir, aconsejó bien a su otro hijo, Recaredo, que le sucedería en el trono. El nuevo rey, aconsejado por Leandro, convocó el Concilio III de Toledo, en el que rechazó la herejía arriana y abrazó la fe católica.
 
A Leandro le debemos no sólo la conversión del rey, sino también el haber contribuido al resurgir de la vida cristiana por todos los rincones de la Península: se fundaron monasterios, se establecieron parroquias por pueblos y ciudades, nuevos Concilios de Toledo dieron sabias legislaciones en materias religiosas y civiles.
 
Se ha dicho que Leandro fue un verdadero estadista y un gran santo. Y es verdad. Porque, al mismo tiempo que desarrollaba esa vasta labor como hombre de Estado, nunca olvidaba que, como obispo, su ministerio le exigía una profunda vida religiosa y una dedicación pastoral intensa a su pueblo. Predicaba sermones, escribía tratados teológicos, dedicaba largos ratos a la oración, a la penitencia y al ayuno.
 
Murió el Obispo Leandro, en Sevilla, hacia el año 601. Su fiesta se celebra el 13 de noviembre.