¡Oh!, San Claudio de la Colombiere, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, que fuisteis director espiritual
de Santa Margarita María Alacoque, propagadora de la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús. Al principio erais temeroso de
entrar a una comunidad religiosa, pero vuestro paso por un
colegio jesuita, os dio entusiasmo y luego ser religioso jesuita.
El año en que declararon santo a Francisco de Sales, os dieron
la responsabilidad de hacer el sermón ante las religiosas Salesas
o de la Visitación, brillando de manera divina, porque cada
sermón lo preparabais con esmero, escribiéndolos antes de
pronunciarlos. En Avignon, en Inglaterra, y en París, vos
impresionasteis a los que os escuchaban. En medio de ellos,
descubristeis vuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús,
tomado de las revelaciones que recibisteis de Santa Margarita.
A la edad de Cristo, propusisteis hacer un mes de Retiros
Espirituales y luego, morir al mundo y a sus vanidades y os
dedicasteis a la oración, a la vida interior, a la predicación,
a la enseñanza del catecismo, y a dirigir cuantas más almas
pudieseis por el camino de la santificación. Santa Margarita
escribió: “El Padre Claudio vino a predicarnos un sermón,
y mientras él hablaba oí en mi corazón que Jesucristo me decía:
He aquí al sacerdote que te he enviado’. Después del sermón
fui a confesarme con él, y me trató como si ya estuviera
enterado e informado de lo que me estaba sucediendo. En la
segunda confesión que hice con él, le informé que yo sentía
una gran aversión y repugnancia a confesarme, y me dijo que
me felicitaba por esto, pues con vencer la tal aversión podía
cumplir aquel mandato de Jesús, que dice: ‘El que quiera
seguirme, que se niegue a sí mismo’. Este piadoso sacerdote
me fue guiando con gran sabiduría, y demostrando un gran respeto
por mi alma me fue diciendo todo lo bueno y lo malo que había
en mi corazón, y con sus consejos me consoló muchísimo. Me
insistía continuamente que aceptara cada día el que se cumpliera
en mí todo lo que la Santa Voluntad de Dios permitiera que
me sucediera, y me enseñó a apreciar los dones de Dios y a
recibir las comunicaciones divinas con fe y humildad”. El
Sagrado Corazón, os escogió para haceros sus revelaciones y
dedicaros toda vuestra vida en propagar por todas partes la
devoción del Corazón de Jesús. Vuestro tema favorito era la
devoción al Sagrado Corazón, pero los protestantes, os
inventaron calumnias y fuisteis preso y condenado a muerte.
Pero, intervino a favor vuestro el rey Luis catorce de Francia,
quien os salvó, y fuisteis expulsado de Inglaterra a Paray le
Monial, donde se propagó a todo el mundo la devoción al Corazón
de Jesús. Santa Margarita os anunció que vos, moriríais en
aquella ciudad, y así sucedió, volando vuestra alma al cielo,
luego de haberla gastado en buena lid, para recibir corona
de luz y eternidad. Y, Margarita recibió una revelación en la
cual se le decía que vos, estabais ya en el cielo. El Papa
Juan Pablo II, os declaró santo, para gloria del Dios de la Vida;
¡Oh!, San Claudio, «Vivo apóstol del Vivo Sagrado Corazón de Jesús».
© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Febrero
San Claudio de la Colombiere
(año 1682)
En la Iglesia Católica hay 12 santos que se llaman Claudio, y éste es el más moderno. Tiene el honor de haber sido el director espiritual de la propagadora de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Santa Margarita María Alacoque. Nació cerca de Lyon, en Francia, en 1641. De familia muy piadosa y acomodada, al principio sentía mucho temor a entrar a una comunidad religiosa. Pero llevado a estudiar a un colegio de los Padres Jesuitas, adquirió un enorme entusiasmo por esta Comunidad y pidió ser admitido como religioso jesuita. Fue admitido y en la ciudad de Avignon hizo su noviciado y en esa misma ciudad dio clases por bastantes años.
El año en que fue declarado santo San Francisco de Sales (1665) los superiores encomendaron a Claudio de la Colombiere que hiciera el sermón del nuevo santo ante las religiosas Salesas o de la Visitación. Y en aquella ocasión brillaron impresionantemente las cualidades de orador de este joven jesuita, y las religiosas quedaron muy entusiasmadas por seguir escuchando sus palabras. El Padre Claudio preparaba con mucho esmero cada uno de sus sermones, y los escribía antes de pronunciarlos. No los leía al público, porque la lectura de un sermón le quita muchísima de su vitalidad, pero antes de proclamarlos se esmeraba por ponerlos por escrito. En Avignon, en Inglaterra, y en París impresionó muy provechosamente a los que lo escuchaban predicar. Uno de los más provechosos descubrimientos de su vida fue el de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, tomado de las revelaciones que recibió Santa Margarita.
Cuando Claudio cumplió los 33 años (edad en que murió Cristo) se propuso, después de hacer un mes de Retiros Espirituales, morir al mundo y a sus vanidades y dedicarse totalmente a la oración, a la vida interior, a la predicación y a la enseñanza del catecismo, y a dirigir cuantas más almas pudiera, por el camino de la santificación. En 1675 el Padre Claudio fue nombrado superior del colegio de los jesuitas en Paray le Monial, la ciudad donde vivía Santa Margarita.
Esta santa se encontraba en un mar de dudas, y no hallaba un director espiritual que lograra comprenderla. Le había contado a un sacerdote las revelaciones y apariciones que le había hecho el Sagrado Corazón de Jesús, pero aquel sacerdote, que sabía poco de mística, le dijo que todo eso eran engaños del demonio. Entonces ella se dedicó a pedirle a Nuestro Señor que le enviara un santo y sabio sacerdote que la comprendiera, y su oración fue escuchada. Escribe así Santa Margarita: “El Padre Claudio vino a predicarnos un sermón, y mientras él hablaba oí en mi corazón que Jesucristo me decía: ‘He aquí al sacerdote que te he enviado’. Después del sermón fui a confesarme con él, y me trató como si ya estuviera enterado e informado de lo que me estaba sucediendo. En la segunda confesión que hice con él le informé que yo sentía una gran aversión y repugnancia a confesarme, y me dijo que me felicitaba por esto, pues con vencer la tal aversión podía cumplir aquel mandato de Jesús que dice: ‘El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo’. Este piadoso sacerdote me fue guiando con gran sabiduría, y demostrando un gran respeto por mi alma me fue diciendo todo lo bueno y lo malo que había en mi corazón, y con sus consejos me consoló muchísimo. Me insistía continuamente que aceptara cada día el que se cumpliera en mí todo lo que la Santa Voluntad de Dios permitiera que me sucediera, y me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir las comunicaciones divinas con fe y humildad”. Claudio no sólo dirigió espiritualmente a la santa que el Sagrado Corazón escogió para hacerle sus revelaciones sino que dedicó toda su vida restante y sus muchas energías en propagar por todas partes la devoción del Corazón de Jesús. Fue enviado el santo sacerdote a Inglaterra, y allí, como predicador de los altos empleados del gobierno, logró muchas conversiones de protestantes hacia el catolicismo.
Su tema favorito era la devoción al Sagrado Corazón. Pero los protestantes, que eran muy poderosos en aquel país, le inventaron toda clase de calumnias y obtuvieron que fuera puesto preso y condenado a muerte. Sólo la intervención del rey Luis XIV de Francia logró que no lo mataran.
Pero los meses pasados en la prisión le destruyeron casi por completo su salud. Fue expulsado de Inglaterra a Paray le Monial, la ciudad desde donde se propagó a todo el mundo la devoción al Corazón de Jesús. Santa Margarita le anunció que él moriría en aquella ciudad, y así sucedió el 15 de febrero del año 1682. Santa Margarita recibió una revelación en la cual se le decía que el Padre Claudio estaba ya en el cielo. El Papa Juan Pablo II lo declaró santo en 1992.
(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Claudio_de_la_Colombiere.htm)