29 noviembre, 2022

San Gregorio Taumaturgo

 SAN GREGORIO, Taumaturgo

 

¡Oh! San Gregorio Taumaturgo, vos sois el hijo del Dios de la Vida
y su amamdo santo y con razón, «El Taumaturgo» llamado,
porque vuestra fe os llevó a confiar en Aquél que todo
lo ve y juzga, y que, nada os era imposible de conseguir
y en cada gente de vuestro tiempo dejasteis cautivada
la imagen del Dios de la vida y la del Redentor Divino;
que os dio en vida, la gracia de ser escuchado en vuestras
peticiones, y hacer que los corazones duros, reblandeciesen
milagrosamente ante el altar del Dios Trino y eterno.
Vos, os propusiteis hacer que la religión fuera agradable
para la gente y así en las vísperas de las grandes fiestas
organizasteis festivales populares donde todo el mundo
estaba alegre y sin ofender a Dios. Esto os atrajo la
simpatía de la ciudad. Fascinado por la personalidad de
Orígenes, vos, renunciasteis a la abogacía y os consagrasteis
a los estudios religiosos. Más tarde diríais: «Cuando
estábamos estudiando nuestro maestro Orígenes era para
nosotros como un ángel de la guarda. Siempre cuidaba de
nuestra alma con un interés increíble. Parecía que cuando
íbamos a sus clases el ángel guardián no tenía nada que hacer
porque el maestro Orígenes lo reemplazaba cuidando amorosamente
el alma de cada uno de nosotros. Nos guiaba por el camino
de la virtud no sólo con sus luminosas palabras sino con los
admirables ejemplos de su buen comportamiento». Las gentes
os invocaban cuando habían inundaciones y terremotos, y es que
vos, con vuestras oraciones lograsteis detener inundaciones
que amenazaban acabar con todo. En vuestra vida vos, cumplisteis
aquello que decía Jesús: «Según sea tu fe, así serán las cosas
que te sucederán». Quiera Dios bendito y adorado darnos también
a cada uno de nosotros una gran fe que mueva montañas en medio
de las dificultades. Las gentes os invocaban cuando habían
inundaciones y terremotos, y es que vos, con vuestras oraciones
lograsteis detener inundaciones que amenazaban acabar con todo.
En vuestra vida vos, cumplisteis aquello que decía Jesús: «Según
sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán». Quiera Dios
bendito y adorado darnos también a cada uno de nosotros
una gran fe que mueva montañas en medios de las dificultades.
Poco antes de morir, dijisteis: «¿Cuántos infieles quedan aún
en la ciudad sin convertirse al cristianismo?» y os respondieron:
«Quedan diecisiete», y vos exclamasteis gozoso: «Gracias Señor:
ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando
yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no había sino diecisiete
cristianos, y ahora no hay sino diecisiete paganos». Y, luego
pedisteis que os enterraran en el cementerio de los pobres
porque vos queríais estar también junto a ellos hasta después
de muerto. Y, así, voló vuestra alma al cielo para coronada
ser con corona de luz, como premio a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, San Gregorio «viva luz del Dios de la Vida y del Amor».

 
© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado


29 de Noviembre

San Gregorio
Taumaturgo
 Año 268

Señor: Aumenta nuestra fe.

Se llama «taumaturgo» al que hace muchos milagros. A este santo le pusieron ese nombre porque según decía la gente, desde tiempos de Moisés, no se había visto a un simple hombre conseguir tantos milagros como los que obtuvo él. Nació Gregorio cerca del Mar Negro, de una familia pagana. Sus padres que eran de familia noble lo encauzaron hacia los estudios de las leyes. Cuando era joven tuvo que viajar a Cesarea, en Palestina, a acompañar a una hermana, y allá conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, el cual había puesto una escuela de teología en esa ciudad. Desde el primer encuentro el sabio Orígenes se dio cuenta de que Gregorio poseía unas cualidades excepcionales para el estudio y lo recibió en su famosa escuela.

Lo dedicó enseguida a que leyera todo lo que los antiguos autores habían escrito acerca de Dios y el joven se fue dando cuenta de que lo verdaderamente admirable y cierto acerca de Dios es lo que dice la S. Biblia, y se convirtió al cristianismo y se hizo bautizar.

Fascinado por la personalidad de Orígenes, el joven Gregorio renunció a su antiguo plan de dedicarse a la abogacía y se consagró totalmente a los estudios religiosos. Más tarde dirá: «Cuando estábamos estudiando nuestro maestro Orígenes era para nosotros como un ángel de la guarda. Siempre cuidaba de nuestra alma con un interés increíble. Parecía que cuando íbamos a sus clases el ángel guardián no tenía nada que hacer porque el maestro Orígenes lo reemplazaba cuidando amorosamente el alma de cada uno de nosotros. Nos guiaba por el camino de la virtud no sólo con sus luminosas palabras sino con los admirables ejemplos de su buen comportamiento» (¡Quisiera Dios que los alumnos de hoy pudieran decir lo mismo de sus maestros!)

El año 238 cuando ya Gregorio terminó sus estudios hizo un hermoso discurso de despedida a su gran profesor, alabando los métodos que Orígenes tenía para educar. En este discurso, que aún se conserva, se señalan ciertos datos de importancia para conocer como aquel sabio se preocupaba no sólo de que sus alumnos fueran muy instruidos sino también de que fueran sumamente virtuosos.

Al llegar a su patria, a su ciudad Neocesarea del Ponto, fue nombrado obispo, y empezó entonces una cadena incontable de milagros. San Gregorio de Nisa al hacer el discurso fúnebre de nuestro santo, narra unos cuantos como por ej. El poder tan extraordinario que tenía de expulsar los malos espíritus. En cierta ocasión dos familias se peleaban a muerte por un nacedero de agua. Viendo que la pelea no acababa nunca, el santo le envió una bendición al nacedero y este se secó y ya no hubo más peleas.

La casa del obispo Gregorio estaba siempre llena de gente aguardando en su puerta para que les diera la bendición. Él los instruía en la religión y luego les obtenía de Dios su curación. Y así con su predicación y sus milagros logró aumentar enormemente el número de cristianos en aquella ciudad.

San Gregorio Taumaturgo necesitaba construir un nuevo templo porque el número de creyentes había aumentado mucho, pero no tenía como terreno sino un cerro abrupto. Y un día dijo: «Vamos a ver si es cierto lo que Jesús dijo: «si tenéis fe, podréis decir a un monte: ¡quítate de ahí! – y este obedecerá». Y se puso a rezar con mucha fe, y sobrevino un terremoto y el cerro se derrumbó quedando allí una buena explanada para construir el templo.

San Gregorio de Nisa y San Basilio comentaban cómo su abuela Santa Macrina, que había conocido a este santo les narraba que la vida de Gregorio era como un retrato de lo que el evangelio dice que debe ser la vida de un buen amigo de Dios; que nadie veía en él jamás un estallido de cólera; que siempre sus respuestas eran sencillas: «si, si» o «no, no», como lo manda el evangelio. Que su piedad era tan admirable que al rezar parecía estar viendo al invisible».

Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos. Y él mismo ser retiró a un bosque, acompañado de un antiguo sacerdote pagano, al cual él había convertido al cristianismo. Y sucedió que un infante fue y avisó a la policía dónde estaban escondidos los dos. Y llegó un numeroso grupo de policías y por más que requisaron todo el bosque no lo lograron encontrar. Cuando la policía se fue, llegó el informante y al verlos allí y darse cuenta de que por milagro no los habían logrado ver los policías, se convirtió el también al cristianismo.

San Gregorio se propuso hacer que la religión fuera muy agradable para la gente y así en las vísperas de las grandes fiestas organizaba resonantes festivales populares donde todo el mundo estaba contento y alegre sin ofender a Dios. Esto le atrajo la simpatía de la ciudad. Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran santo poco antes de morir. Preguntó: «¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?» Le respondieron: «Quedan diecisiete», y él exclamó gozoso: «Gracias Señor: ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos».

Poco antes de morir pidió que lo enterraran en el cementerio de los pobres porque él quería estar también junto a ellos hasta después de muerto. Las gentes lo invocaban después cuando había inundaciones y terremotos, y es que él con sus oraciones logró detener terribles inundaciones que amenazaban acabar con todo.

En verdad que en la vida de San Gregorio Taumaturgo sí que se cumplió aquello que decía Jesús: «Según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán». Quiera Dios bendito y adorado darnos también a cada uno de nosotros una gran fe que mueva montañas de dificultades. Amen. 

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Gregorio.htm)