Día litúrgico: Domingo VII (A) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Mt 5, 38-48): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo:
‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal;
antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también
la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale
también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la
espalda.
»Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a
tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los
que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e
injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a
tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más
que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo
también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial».
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«Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial»
Rev. P. José PLAZA Monárdez
(Calama, Chile)
Hoy, la Palabra de Dios, nos enseña que la fuente original y la
medida de la santidad están en Dios: «Sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial» (Mt 5,48). Él nos inspira, y hacia Él
caminamos. El sendero se recorre bajo la nueva ley, la del Amor. El amor
es el seguro conductor de nuestros ideales, expresados tan certeramente
en este quinto capítulo del Evangelio de san Mateo.
La antigua ley del Talión del libro del Éxodo (cf. Ex 21,23-35) —que
quiso ser una ley que evitara las venganzas despiadadas y restringir al
“ojo por ojo”, el desagravio bélico— es definitivamente superada por la
Ley del amor. En estos versículos se entrega toda una Carta Magna de la
moral creyente: el amor a Dios y al prójimo.
El Papa Benedicto XVI nos dice: «Solo el servicio al prójimo abre mis
ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama». Jesús nos
presenta la ley de una justicia sobreabundante, pues el mal no se vence
haciendo más daño, sino expulsándolo de la vida, cortando así su
eficacia contra nosotros.
Para vencer —nos dice Jesús— se ha de tener un gran dominio interior y
la suficiente claridad de saber por cuál ley nos regimos: la del amor
incondicional, gratuito y magnánimo. El amor lo llevó a la Cruz, pues el
odio se vence con amor. Éste es el camino de la victoria, sin
violencia, con humildad y amor gozoso, pues Dios es el Amor hecho
acción. Y si nuestros actos proceden de este mismo amor que no defrauda,
el Padre nos reconocerá como sus hijos. Éste es el camino perfecto, el
del amor sobreabundante que nos pone en la corriente del Reino, cuya más
fiel expresión es la sublime manifestación del desbordante amor que
Dios ha derramado en nuestros corazones por el don del Espíritu Santo
(cf. Rom 5,5).
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2020-02-23)