¡Oh!, Espíritu Santo, que nunca os hallaría
pensé, pero, para mi felicidad os tengo
y a Vos, Oh, Dios; gracias me mantengo
y confiando seguro, en Cristo Jesús juraría,
que nada hay como vivir en plena alegría,
los Mandamientos cumpliendo, que tengo
en mi corazón guardados, vivos y sostengo
que con fe, esperanza y rebosante alegría,
hechos puro amor, y a los demás amando
como a mí mismo, y mi ser negando santo
para feliz, entregarlo solamente amando
y cada día, en el Altar perdonando Santo,
las injurias de aquellos que, renegando
de su fe, no te adoran ¡Oh!, Espíritu Santo
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Solemnidad de Pentecostés
Jesús había establecido los fundamentos de la Iglesia en el curso de su vida apostólica, y le había comunicado sus poderes después de resucitar. Pero el Espíritu Santo debía completar la formación de los apóstoles y revestirlos de la Fuerza de lo Alto.
Al reino visible de Cristo sucedía el reino
invisible del Espíritu Santo, que venía a terminar y pulir la obra ya admirable
de Jesús, “a renovar, la faz de la tierra”. Pentecostés celebra la primera
manifestación del Espíritu Santo a los discípulos de Jesucristo.
Jesús había anunciado a sus discípulos la llegada del Espíritu Paráclito. Se apodera del Cenáculo el Espíritu Santo, y un viento huracanado que de repente sopla en torno y la aparición de lenguas de fuego en el interior, el gozo y la pérdida de temor, son las señales maravillosas de Su presencia.
Meditación
El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo. Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. “Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes.Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes” (Jn 14, 16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará
Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo
de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos
en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su
Evangelio por el mundo.
El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás.
La gracia y vida divina que prodiga hacen a la
Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio;
la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús. El Espíritu
Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea
de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de
Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia:
solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud,
consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.
Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: “¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”(1 Cor 3, 16).
Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.
La Palabra de Dios “En verdad te digo: El que
no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de
la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu (Jn 3, 5-6). “Os he
dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo,
que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo
que yo os he dicho” (Jn 14, 25-26). ” Al llegar el día de Pentecostés, estaban
todos reunidos en un mismo lugar.
De repente vino del cielo un ruido como el de
una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Se
les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se postraron
sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron
a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hech 2,
1-4). ”
A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho
común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro,
palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a
otros carismas de curaciones, en el unico Espíritu; a otro, poder de milagros; a
otro, profecía, a otro, discernimiento de espíritus; a otro diversidad de
lenguas; a otro don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo
y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad”
(1Cor 12, 7-11).
ORACIONES
Oración propia de la Novena Espíritu Santo
Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Espíritu de Verdad, amor y santidad, que procedes del Padre y del Hijo y en todo son iguales, te adoro y te amo con todo mi corazón.
Espíritu Santo muy querido, confiando en el hondo y personal amor que me tienes, hago esta novena para pedirte, si así es tu voluntad, me concedas esta gracia en particular (Mencione el favor que desea).
Enséñame, Espíritu Divino, a conocer y buscar mi último fin; dame Santo temor de Dios, verdadera contrición y paciencia. No me dejes caer en pecado. Aumenta mi fe, esperanza y caridad y has florecer en mi alma las virtudes propias de mi estado de vida. Hazme fiel discípulo de Jesús y obediente hijo de la Iglesia.
Dame gracia eficaz con que pueda cumplir los Mandamientos y recibir dignamente los Sacramentos. Dame las cuatro virtudes cardinales, tus siete dones y los doce frutos. Llévame a perfección en el estado de vida al cual me has llamado y después de una muerte dichosa concédeme la vida eterna.
Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.
Consagración
Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y amor, te consagro mi entendimiento, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser, en el tiempo y en la eternidad.
Que mi entendimiento este siempre sumiso a tus divinas inspiraciones y enseñanzas de la doctrina de la Iglesia católica que tu guías infaliblemente.
Que mi corazón se inflame siempre en amor de Dios y del prójimo. Que mi voluntad este siempre conforme a tu divina voluntad. Que toda mi vida sea fiel imitación de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El, contigo y el Padre sea dado todo honor y gloria por siempre.
Dios Espíritu Santo,
infinito amor del Padre y del Hijo, por las manos purísimas de María, tu esposa
inmaculada, me pongo hoy y todos los días de mi vida sobre tu altar escogido, el
Sagrado Corazón de Jesús, como un sacrificio en tu honor, fuego consumidor, con
firme resolución ahora más que nunca de oír tu voz y cumplir en todas las cosas
tu santísima y adorable voluntad.
Por los Siete Dones del Espíritu Santo
Bendito Espíritu de Sabiduría, ayúdame a buscar a Dios. Que sea el centro de mi vida, orientada hacia Él para que reine en mi alma el amor y armonía.
Bendito
Espíritu de Entendimiento, ilumina mi mente, para que yo conozca y ame las
verdades de fe y las haga verdadera vida de mi vida.
Bendito
Espíritu de Consejo, ilumíname y guíame en todos mis caminos, para que yo pueda
siempre conocer y hacer tu santa voluntad. Hazme prudente y
audaz.
Bendito
Espíritu de Fortaleza, vigoriza mi alma en tiempo de prueba y adversidad. Dame
lealtad y confianza.
Bendito
Espíritu de Ciencia, ayúdame a distinguir entre el bien y el mal. Enséñame a
proceder con rectitud en la presencia de Dios. Dame clara visión y decisión
firme.
Bendito
Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón; inclinalo a creer con
sinceridad en Ti, a amarte santamente, Dios mio, para que con toda mi alma pueda
yo buscarte a ti, que eres mi Padre, el mejor y más verdadero
gozo.
Bendito
Espíritu de Santo Temor, penetra lo mas intimo de mi corazón para que yo pueda
siempre recordar tu presencia. Hazme huir del pecado y concédeme profundo
respeto para con Dios y ante los demás, creados a imagen de
Dios.
Oración
Te pedimos, Dios todopoderoso, nos concedas agradar al Espíritu Santo con nuestras oraciones de tal modo que podamos con su gracia vernos libres de tentaciones y merezcamos obtener el perdón de los pecados. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen
Ven, Espíritu Santo
Oh, Espíritu
Santo, ven,
Danos el ansiado
bien
De Tu lumbre
celestial;
Padre del pobre
clemente,
De eternos dones
la fuente,
Luz para todo
mortal.
Supremo consolador,
Huésped del alma,
dulzor,
Refrigerio en los
rigores,
Dulce tregua en
la fatiga,
Templanza que
ardor mitiga,
Consuelo en
nuestros dolores.
Luz sacrosanta
del mundo,
Abraza lo mas
profundo
Del corazón de
tus fieles;
Sin tu bella
claridad,
Sólo existiría
maldad,
Y serían los
hombres crueles.
Limpia toda
sordidez,
Fructifica la
aridez,
Sana lo que se
halla herido,
Doblega la
vanidad,
Enardece la
frialdad,
Torna recto lo
torcido.
Bríndales la concesión
De tu septiforme
don
A la grey que en
Ti confía,
Úngelos con la
virtud,
Dales éxito y
salud,
Y perdurable
alegría.
Amén. ¡Aleluya!
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos
¡Oh Dios! Tu has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor. R. Amen
Oración corta al Espíritu Santo
Sopla sobre mí, Espíritu Santo, para que todos mis pensamientos sean santos. Actúa en mi, Espíritu Santo, para que también mi trabajo sea santo. Induce mi corazón, Espíritu Santo, para que ame solamente a aquello que es santo. Fortaléceme, Espíritu Santo, para defender todo lo que es santo. Guárdame, Espíritu Santo, para que yo siempre sea santo.