25 marzo, 2014

Solemnidad de la Anunciación de Jesús


Oh, Dios mío, Solemne Anunciación de Jesús;
en la que Vos, Padre creador de la vida,
amoroso y generoso como sois, a Gabriel
vuestro ángel de las “buenas nuevas”,
enviasteis a María, sierva humilde
vuestra, a anunciarle que, en su seno
virginal, al Varón Perfecto y Salvador
del mundo albergaría: Sí, Jesús, Hijo
amadísimo Vuestro, para la grande obra
Redentora cumplir de la salvación, que
Vos, Dios del amor, diseñado habíais
desde antes de que, el mundo hecho fuera.
Porque Vos, nos amasteis y nos amas
de tal forma y manera, que nos donasteis
gratuitamente a vuestro único Hijo, Jesús.
Él, Divino sí, porque Vos, el distes vuestra
Divinidad, y Humano, -y ¡qué ser Humano!-,
por María, pues ella, su humanidad compartió
feliz. por ello, ¡Alegraos pues, pueblos
todos del orbe de la tierra, porque,
si en el pasado, por un hombre, Adán,
el pecado en el mundo, entró, por otro,
Jesús, Divino y a la vez Humano, la salvación
para todos llegó en el seno de María virgen;
oh, Dios mío, solemne Anunciación de Jesús.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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La voluntad de María coincide con la voluntad del Hijo en el único proyecto de amor del Padre.

La Anunciación de Jesús

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios. Dijo María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y el ángel dejándola se fue.
 
Oración introductoria
 
Oh María, qué gran regalo nos ha hecho Jesús desde su cruz: en Ti tenemos una verdadera Madre que nos acompaña en este peregrinar por el mundo y guía nuestros pasos hasta el cielo. Por eso celebramos con júbilo la Pascua y, en este momento, pido tu intercesión para que esta oración aumente mi fe y sepa decir siempre «sí» al Señor.

Petición
 
Señor, dame tu gracia para que se haga tu voluntad en mi vida con la perfección, delicadeza y amor de María.

Meditación del Papa Francisco
 
La Virgen Inmaculada intercede por nosotros en el Cielo como una buena madre que cuida de sus hijos. Que María nos enseñe con su vida qué significa ser discípulo misionero. Cada vez que rezamos el Angelus, recordamos el evento que ha cambiado para siempre la historia de los hombres. Cuando el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser la Madre de Jesús, del Salvador, ella, aun sin comprender del todo el significado de aquella llamada, se fio de Dios y respondió: “Aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”.

Pero, ¿qué hizo inmediatamente después? Después de recibir la gracia de ser la Madre del Verbo encarnado, no se quedó con aquel regalo; se sintió responsable, y marchó, salió de su casa y se fue rápidamente a ayudar a su pariente Isabel, que tenía necesidad de ayuda; realizó un gesto de amor, de caridad y de servicio concreto, llevando a Jesús en su seno. Y este gesto lo hizo diligentemente.
Queridos amigos, éste es nuestro modelo. La que ha recibido el don más precioso de parte de Dios, como primer gesto de respuesta se pone en camino para servir y llevar a Jesús. (S.S. Francisco, 28 de julio de 2013).

Reflexión
 
Ante esta escena uno no sabría qué pensar, ¿cuál de los dos personajes se habrá maravillado más? Penetremos atrevidamente en los pensamientos del arcángel Gabriel para comprender desde otro punto de vista la enorme gracia concedida a la humanidad entera en este grandioso momento.
En efecto, estamos situados, -y es preciso decirlo despacio y como midiendo cada palabra -, en la plenitud de los tiempos. Parece que toda la creación dependía de este punto culminante. Y así es, sin ninguna exageración. En ese momento se encarna Dios Hombre en las entrañas de María. Y ante este misterio, ¿qué puede hacerse sino contemplar con nuestro corazón y sin palabras este misterio?
El arcángel, debía comunicar el sublime mensaje de la Encarnación del Verbo. Quizás habrá dicho: Voy a encontrar otra creatura de Dios, quiera o no, esclava del pecado de Adán y Eva. Era lógico. Todos los hombres nacían pecadores, nacían con el pecado original. Nada de común habría de encontrar en ella, salvo que habría de ser afortunadísima. Y hasta podríamos pensar que no conocía a fondo, con ser ángel, el misterio que comunicaría.
 
Y he aquí que cuando llega ante ella, ¡magnífico prodigio de la Mano Providente de Dios! Ni en el cielo había criatura tan brillante, tan pura, tan sublime como esa dulce mujer sencilla de pueblo. ¿Ella? Sí, Ella sería la Madre del Verbo. Qué bien ha hecho Dios todo se habrá dicho para sí, estremecido de su hermosura y pureza. Era la mejor Madre.
 
Probemos un poco también nosotros de este sobrecogimiento, de este estremecimiento ante el misterio, de verla tan pura y bendita, Ella, Nuestra Madre; y que sea Ella quien nos enseñe a amar a su Hijo, como la mejor de las madres.

Diálogo con Cristo

Señor, conocer lo que quieres y seguir tu voluntad es la alegría y el camino para dar plenitud a mi vida. Como María, no debo apegarme ciegamente a las propias ideas, sino que debo abrir el corazón para saber escucharte. Por el amor a tu santísima Madre, te suplico la gracia para serte fiel y perseverar en el cumplimiento de tu voluntad hasta el día de mi muerte.
 
Propósito
 
Rezar un rosario pidiendo a María su intercesión para crecer en mi fe y mi esperanza, a fin de aceptar con docilidad la voluntad de Dios.
 
La Anunciación del Ángel a la Virgen Máría. Fiesta de Jesús que se encarnó y fiesta de la Virgen, que fue la que dijo “Hágase en mí según tu palabra”.

Autor: Andrés Pérez | Fuente: Catholic.net

(http://es.catholic.net/evangeliodehoy/)