¡Oh!, Santa Regina, vos sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa. ¿Qué diré de vos, si fue todo dicho,
aquél día por vos? ¡Nada diré!, pues vuestro martirio, en
medio de prodigios del cielo; lo saben la blanca paloma
aquella y los paganos convertidos en vuestro holocausto.
Reina y virgen a imitación de María, la vida por Cristo
disteis y rechazaste al pagano aquél, ganando el cielo.
Os suplicamos pues, que; en base a vuestros méritos
intercedáis ante el Dios de la Vida, para que las niñas
de nuestro tiempo, sepan acumular para el cielo riquezas,
y se libren del mal que sólo brinda espejismos de vida,
pues vos, cuando teníais quince años conocisteis a Cristo
y le entregasteis vuestro corazón y bautizándoos decidisteis
darle para siempre vuestra virginidad. El prefecto de vuestro
tiempo se enamoró de vos al solo veros. Pero, en presencia
de aquél, le confesasteis vuestra fe. Y, allí mismo, comenzaron
vuestros problemas, siendo puesta en la cárcel y con una
amenaza: que, al regreso del prefecto vos, deberíais cambiar
de religión. Y, a la vuelta del sujeto vos, os negasteis
a hacer sacrificio a los ídolos, padeciendo terribles torturas
y en el ambiente hay prodigios en él: se producen terremotos,
se oyen voces celestiales y una paloma se acerca a curaros.
Y en ese instante, la gente se convierte a centenares, hasta
que pr fin, os deguellan, y así, alza vuelo vuestra alma para
recibir corona de luz como premio justo a vuestra fidelidad;
¡oh!, Santa Regina; “viva fideliad al Dios de la Vida y del Amor”
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Septiembre
Santa Regina
Mártir
Los niños piden -al menos así lo hacían en tiempos pasados- a los mayores que les cuenten un cuento a la hora de dormir. La condescendencia de los que les quieren, procurando su bien dormir, les lleva a ilustrar su imaginación con historias que unas veces son sólo producto del genio humano y otras… adornan la verdad de hechos ocurridos en la ordinariez de la vida con amplificaciones que hacen fantástica, amable y hasta apasionante la historia real. No sé si la historia de Regina servirá para rellenar esos momentos previos al descanso nocturno de los pequeños, pero no me cabe duda de que sí servirán a los adultos para que detengamos un momento nuestro ardoroso caminar.
Regina es palabra latina que se vierte al castellano por Reina. Así se llamaba nuestra protagonista de hoy. Fue una francesita hija de padre romano y de madre gala. Era el tiempo del Imperio. Cuando tenía quince años conoció a Cristo y le entregó su corazón, se bautizó y decidió darle para siempre su virginidad.
Es hermosa en demasía. El prefecto romano se enamoró de ella al verla. En su presencia, Regina confiesa su fe. Desde este momento comienzan las dificultades para la fidelidad. Fue puesta en la cárcel y con una amenaza: al regreso del prefecto, que necesariamente ha de ausentarse, ella debe haber cambiado de religión o conocerá el furor romano.
Sucede a la vuelta del personaje lo previsible con la gracia de Dios. Ella se niega a sacrificar a los ídolos, llegan las torturas, los hierros arañan y cortan su carne. También hay prodigios del Cielo: se producen terremotos, se oyen voces celestiales… hasta una paloma se acerca para consolarla, darle ánimos y curarla.
El ejemplo es tan llamativo que la gente se convierte a centenares. Por fin, es degollada. La candidez de la historia narrada, pletórica de elementos hiperbólicos y de adornos donados por la fantasía, expone un drama común y diario de mucha gente que bien merece la atención y el mimo del poeta, me refiero a todos esos que están dispuestos en serio a dar la vida por la fe que tienen y, llegado el momento, darla.
Fuente: Archidiócesis de Madrid
(http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/09/09-07_S_regina_martir.htm)