¡Oh!, San Quirino, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo. Fuisteis vos, el primero en recibir el martirio
entre los demás “quirinos”, así, llamados como vos.
Diocleciano, cruel emperador, ordenó que todos vieran,
que sacrificios hicierais a sus paganos dioses y, vos, con
valor os negasteis a esta infeliz propuesta y, así, feliz
a las mazmorras os fuisteis. Allí, ni los barrotes, os
impidieron que dejaseis de predicar sobre Cristo Jesús.
Y, de pronto, el milagro se produjo: Marcelo, el guardián
de la prisión la Cruz de Cristo, abrazó. Y, el enemigo
enterado, continuó para haceros cambiar de actitud,
pero vos, más firme que nunca, rechazasteis aquella
infeliz propuesta y os mantuvisteis, a vuestra fe, fiel.
Y, así, vencisteis, tanto que, el idólatra Diocleciano,
de rabia lleno, y viendo vuestra valentía, ordenó que os
arrojaran al río, atándoos una piedra al cuello, mientras
que vos, orabais al Dios de la vida a voz viva. Más tarde,
recogieron vuestro cuerpo los cristianos y os dieron
sepultura digna. En el siglo quinto, os llevaron a Roma
para colocaros en un mausoleo. ¡Sí, en verdad os quitaron
la vida, pero, al hacerlo, os dieron vida eterna a vuestra
alma!, que luce hoy, corona de luz eterna como premio
a vuestra increíble entrega de amor y fe cristiana. ¡Aleluya!
¡Oh!, San Quirino de Tivoli, “vivo mártir de la luz de Cristo”.
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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y su amado santo. Fuisteis vos, el primero en recibir el martirio
entre los demás “quirinos”, así, llamados como vos.
Diocleciano, cruel emperador, ordenó que todos vieran,
que sacrificios hicierais a sus paganos dioses y, vos, con
valor os negasteis a esta infeliz propuesta y, así, feliz
a las mazmorras os fuisteis. Allí, ni los barrotes, os
impidieron que dejaseis de predicar sobre Cristo Jesús.
Y, de pronto, el milagro se produjo: Marcelo, el guardián
de la prisión la Cruz de Cristo, abrazó. Y, el enemigo
enterado, continuó para haceros cambiar de actitud,
pero vos, más firme que nunca, rechazasteis aquella
infeliz propuesta y os mantuvisteis, a vuestra fe, fiel.
Y, así, vencisteis, tanto que, el idólatra Diocleciano,
de rabia lleno, y viendo vuestra valentía, ordenó que os
arrojaran al río, atándoos una piedra al cuello, mientras
que vos, orabais al Dios de la vida a voz viva. Más tarde,
recogieron vuestro cuerpo los cristianos y os dieron
sepultura digna. En el siglo quinto, os llevaron a Roma
para colocaros en un mausoleo. ¡Sí, en verdad os quitaron
la vida, pero, al hacerlo, os dieron vida eterna a vuestra
alma!, que luce hoy, corona de luz eterna como premio
a vuestra increíble entrega de amor y fe cristiana. ¡Aleluya!
¡Oh!, San Quirino de Tivoli, “vivo mártir de la luz de Cristo”.
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Junio
San Quirino de Tivoli
Mártir
Etimológicamente significa “del dios Qurinal”. Viene de la lengua latina. Fue uno de los cinco mártires con este nombre en los
primeros siglos. Todos sabemos ya los duros golpes que les infligían a
los cristianos por el sólo hecho de confesarse como tales. Los
emperadores pensaban que era una afrenta contra el imperio y sus muchos
dioses protectores.
El Quirino de hoy fue el primero que recibió el martirio. Su cuerpo
lo enterraron en las catacumbas de san Ponciano, una vez que lo sacaron
del río Tíber, en donde lo habían arrojado.
Pero según César Baronio, está en la iglesia de san Lorenzo de
Tivoli. Pero hay otro santo con el mismo nombre que se celebra también
en este día. Este homonimo fue obispo en Siscia (Croacia).
Siguiendo con la historia de Quirino de Tivoli, cuando Diocleciano
hacía de las suyas contra los creyentes. Lo mandó prender para que,
delante de todo el mundo, hiciera sacrificios a los dioses, tal y como
prescribía el edicto imperial; con la fuerza interior que Dios da a sus
amigos, rechazó tal oferta. Entonces lo metieron en la cárcel. Incluso
en ella no dejaba de predicar y enseñar la vida de Jesús. De este modo,
pudo convertir al guardián Marcelo.
Al cabo de los tres días, otro juez le hizo recapacitar en su decisión. Y se mantuvo fiel en su fe.
Cansado y al mismo tiempo admirado de su valentía, dictaminó que lo echaran al río Sava con una piedra atada al cuello.
Los cristianos recogieron su cuerpo y le dieron sepultura. Ya en el
siglo V se lo llevaron a Roma y lo colocaron en un mausoleo, detrás de
la basílica de san Sebastián en la Via Apia.
Su nombre se hizo muy popular entre los romanos para designar a los Sabinos y los Quirites.
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=10370)