El padre Eugenio quería descubrir la estafa
“La Reina de la Paz insiste en que debemos rezar. Así, después de
haberla negado por no haber creído en sus apariciones, intenté
remediarlo dando vida a San Pablo, una nueva realidad de consagrados en
la oración.”
Padre Eugenio La Barbera, milanés trasladado a Brasil, donde fundó
una comunidad religiosa que se inspira en Medjugorje, y se puede
apreciar en el nombre: Regina Pacis. Esta comunidad fue aprobada por el
obispo en 1995 y en 2005 construyó un monasterio sui juris.
Hay que decir que el padre Eugenio, excelente teólogo, fue a
Herzegovina en 1987 “para desmontar el engaño de Herzegovina”, del que
había prohibido que hablasen sus feligreses.
La noche de su llegada, dos peregrinos “entre los más devotos”, le
pidieron que les acompañara a un Vía Crucis en el Krizevac. El padre
Eugenio no estaba muy de acuerdo porque era medianoche y llovía!
“Acepté pero me propuse agotarlos a base de ¡meditaciones de rodillas!”.
Sin embargo, durante el ascenso tuvo que revisar su plan porque algo
inexplicable lo asustó muchísimo: “Diluviaba; mis compañeros estaban
calados, el terreno era un barrizal y yo estaba totalmente seco”.
Decidió continuar, con paso decidido, de estación en estación hacia
la cima, donde el fenómeno adquiría límites más evidentes: “Ahora había
dejado de llover en el lugar que ocupábamos nosotros tres, y sobre
nuestras cabezas se veía el cielo estrellado”.
El sacerdote trató de contenerse pero estaba desconcertado y decidió
lanzar un reto: “Gospa (Señora en croata)”, le dijo desde lo profundo
del corazón: “yo no creo que Tú te aparezcas, pero si estás aquí quiero
que sepas que soy un buen sacerdote!”. Y relacionando una lista de mis
méritos le hice algunas peticiones particulares”.
Al día siguiente, cuando subí de nuevo al Krizevac, se me acercó un
señor de mediana edad al que no había visto nunca… “Me dice: la Virgen
confirma que eres un buen sacerdote, pero que no puedes contrarrestar la
fe del pueblo de Dios hacia Ella, como has hecho en tu parroquia”; y
continuó respondiendo a mis reflexiones nocturnas.
KrizevakAntes de despedirse añadió: “La Gospa te dará una señal de su
presencia”. El buen padre se quedó sin palabras, descartando la
hipótesis de haber caído en manos de un agente comunista.
Antes de marcharse subió al Krizevac por tercera vez, al frente de un
grupo de peregrinos que se habían dirigido a él por encontrarse sin
sacerdote. El llanto estrepitoso de un joven molestó al grupo que rezaba
el Vía Crucis y nuestro sacerdote se molestó bastante con las continuas
interrupciones; hasta que al finalizar aquel chico vino a nuestro
encuentro.
“Padre, disculpe mi comportamiento de antes; sin embargo ahora le
necesito sin falta”. Viendo la mirada interrogante del religioso añadió:
“La Virgen me ha hecho ver la historia de mi vida y al final me ha
dicho: “tus pecados han sido limpiados por tu arrepentimiento, pero
necesitas el perdón sacramental de la Iglesia; ve a confesarte con el
padre Eugenio”.
El buen sacerdote, evidentemente no podía disimular su sorpresa, por
lo que el joven sintió que debía precisar: “He escuchado realmente una
voz clara y diferente”.
Después de la absolución el confesor se dio cuenta de que el chico
era drogadicto –“sus brazos estaban llenos de pinchazos”– y, preocupado,
le aconsejó que fuera sin falta al médico. Pero el joven le interrumpió
y entonces con el rostro radiante le dijo: “Padre, ¿todavía no lo ha
entendido? Usted me ha confesado y me ha curado. ¡Yo soy el signo que la
Gospa le prometió!”
Fuente: Medjugorje tutti i giorni
Traducción del italiano a cargo del equipo de: