07 enero, 2015

San Raimundo de Peñafort

 

Oh, San Raimundo de Peñafort, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, que, de Él,
“la eficacia de la palabra” recibisteis, y, con
ella, a propios y extraños conquistasteis, con
ardor de corazón, cuando os oían hablar en favor
de la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo. Con
vuestra pluma, constancia dejasteis de cómo, los
antiguos respondían respecto de la fe, en vuestros
libros “Summa” y los “Decretales”, para saber qué
ordenaron y qué prohibieron los Pontífices, en
los concilios del tiempo antiguo. Con San Pedro
Nolasco, la Orden de los “Mercedarios”, fundasteis,
dedicada al rescate de los secuestrados cristianos
en manos de los musulmanes. Y, además convertisteis
miles de musulmanes a la doctrina de Vuestro Maestro.
¿Qué premio del Creador recibisteis, padre del “Buen 
Consejo”?: ¡Corona de luz! como justo premio amor;
oh, San Raimundo de Peñafort, “padre del consejo”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Enero
San Raimundo de Peñafort

Raimundo significa “Buen consejo”. Nació en Peñafort, cerca de Barcelona, España, en 1175. A los 20 años ya era profesor de filosofía en un colegio de Barcelona, y a los 30 años era profesor en la famosa Universidad de Bolonia (Italia), donde se había doctorado.

En 1222 entró en la Comunidad de Padres Dominicos cuando apenas hacía ocho meses que había muerto San Domingo de Guzmán, el fundador de esa Comunidad.

Pidió a sus superiores que le pusieran oficios duros y humillantes para hacer penitencia de sus pecados, especialmente de su orgullo. Pero los superiores le pusieron por oficio y tarea el dedicarse a coleccionar las respuestas que los sabios antiguos de la Iglesia daban a ciertas preguntas difíciles de los fieles, lo cual llamó “Casos de conciencia” y compuso entonces su famoso libro llamado “Summa” o resumen de respuestas difíciles en la confesión.

Raimundo obtuvo de Dios la “eficacia de la palabra”, o sea que su predicación lograra conmover a los oyentes y convertirlos. Y así recorrió ciudades y campos de Aragón, Castilla y Cataluña y los que lo acompañaban decían que parecía casi imposible que un predicador lograra tantas transformaciones con sus sermones.

Junto con San Pedro Nolasco, Raimundo fundó la Comunidad de los Padres Mercedarios, dedicada a rescatar a los cristianos secuestrados por los mahometanos o turcos.
En 1230 el Papa Gregorio IX llamó a Raimundo a Roma y entre otros cargos que le dio, lo nombró su confesor. Una de las penitencias que éste santo le puso al Sumo Pontífice fue que atendiera siempre muy bien las peticiones que le hicieran los pobres.

El Papa le encomendó que recogiera y publicara todos los decretos que habían dado los Pontífices y los Concilios. Después de tres años de trabajo publicó su famosísimo libro titulado “Decretales”, el cual han tenido que consultar después por varios siglos todos los que quieren saber que ordenaron o qué prohibieron los Pontífices y Concilios de la antigüedad.

El Pontífice lo nombró obispo, pero poco después el santo obtuvo que el Papa le aceptara la renuncia. Los religiosos de su Comunidad lo eligieron Superior General, pero a los dos años renunció. Se consideraba apto para predicar y escribir, pero no para mandar.

Los últimos 33 años de su vida los dedicó a convertir cristianos pecadores y a obtener que muchos musulmanes se pasaran al cristianismo. En una carta a su superior en 1256 le informa que ya ha logrado que 10,000 mahometanos se vuelvan cristianos.

Este santo murió cuando estaba por cumplir los 100 años, en 1275. Dos reyes asistieron a su entierro y en su sepulcro se obraron maravillosos milagros.