Día litúrgico: 10 de Enero (Feria del tiempo de Navidad)
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Lc 4,14-22): En aquel tiempo, Jesús
volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por
toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su
costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para
hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y
desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a
los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los
cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y
proclamar un año de gracia del Señor».
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se
sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues,
a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y
todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas
de gracia que salían de su boca.
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«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy recordamos que «quien ama Dios, ame también a su hermano» (1Jn
4,21). ¿Cómo podríamos amar a Dios a quien no vemos, si no amamos a
quien vemos, imagen de Dios? Después que san Pedro renegara, Jesús le
preguntó si le amaba: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn
21,17), respondió. Como a san Pedro, también a nosotros nos pregunta
Jesús: «¿Me amas?»; y queremos responderle ahora mismo: «Tú lo sabes
todo, Señor, tú sabes que te amo a pesar de mis deficiencias; pero
ayúdame a demostrártelo, ayúdame a descubrir las necesidades de mis
hermanos, a darme de verdad a los otros, a aceptarlos tal como son, a
valorarlos».
La vocación del hombre es el amor, es vocación a darse, buscando la
felicidad del otro, y encontrar así la propia felicidad. Como dice san
Juan de la Cruz, «al atardecer seremos juzgados en el amor». Vale la
pena que nos preguntemos al final de la jornada, cada día, en un breve
examen de conciencia, cómo ha ido este amor, y puntualizar algún aspecto
a mejorar para el día siguiente.
«El Espíritu del Señor está sobre mí» (Lc 4,18), dirá Jesús, haciendo
suyo este texto mesiánico. Es el Espíritu del Amor que así como hizo
del Mesías el «ungido para llevar la buena nueva a los pobres» (cf. Lc
4,18), también “reposa” encima nuestro y nos conduce hacia el amor
perfecto: como dice el Concilio Vaticano II, «todos los fieles, de
cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida
cristiana y a la perfección de la caridad». El Espíritu Santo nos
transformará como hizo con los Apóstoles, para que podamos actuar bajo
su moción, otorgándonos sus frutos y, así, llevarlos a todos los
corazones: «El fruto del Espíritu es: caridad, paz, alegría, paciencia,
afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22-23).
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2020-01-10)