07 octubre, 2014

Nuestra Señora del Rosario

 

¡Oh!, Nuestra Señora del Rosario, Santa Madre
de Dios, Vos, sois la corona mariana, que invitáis
a vuestros hijos, a la meditación de los misterios
de Cristo, amadísimo Hijo vuestro, porque Vos,
estuvisteis unida a la encarnación, pasión y
resurrección del Hijo de Dios, por vuestro filial
y grande amor. Así, os aparecisteis a Santo
Domingo de Guzmán, con un rosario en las manos,
y enseñándole a rezarlo, le pedisteis que lo
difundiera entre los hombres; ofreciéndole además
diferentes promesas para quienes así lo hicieran.
Y, Domingo, fiel y leal siervo vuestro, así
lo hizo, enseñándolo a los soldados liderados
por su amigo Simón IV de Montfort, antes de medir
fuerzas en la Batalla de Muret, y cuya victoria
se os atribuyó a Vos, Santa Madre del Redentor.
Por ello, Montfort erigió la primera capilla
dedicada a Vos. Y, cuando vuestra devoción había
decaído, nuevamente os aparecisteis al beato Alano
de la Rupe, pidiéndole, para que la reviviese,
y que recogiera en un libro todos los milagros
llevados a cabo por el rezo del santo rosario y
le recordasteis las promesas que siglos atrás
disteis a Santo Domingo. Y, así, vuestra devoción
se arraigó más en nuestro pueblo, que popularizó
y extendió San Pío V, Papa, el día de la victoria
de la batalla de Lepanto, atribuida a Vos, Santa
Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario.
¡Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor
está contigo y bendita eres entre todas las mujeres!
¡Oh!, Nuestra Señora del Rosario, Madre de Dios.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado


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7 de Octubre
Nuestra Señora del Rosario
Advocación Mariana
Fiesta


Martirologio Romano: Memoria de la santísima Virgen María del Rosario. En este día se pide la ayuda de la santa Madre de Dios por medio del Rosario o corona mariana, meditando los misterios de Cristo bajo la guía de aquélla que estuvo especialmente unida a la encarnación, pasión y resurrección del Hijo de Dios.

Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen.

En el siglo XV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo.

El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más firmemente arraigada en el pueblo cristiano. Popularizó y extendió esta devoción el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla de Lepanto (1571), victoria atribuída a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario. Más hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María. La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.