¡Oh!, San Hilario, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y defensor de la fe en vuestro tiempo,
que, con vuestro verbo lúcido, esclarecer lograsteis
los cimientos de luz, que reposaban gracias a vos, más
fuertes por los siglos de los siglos, todo por la gloria
de Aquél que todo lo ve y juzga: ¡El Dios eterno! Vos,
sosteníais la unidad de las Tres Personas distintas y,
un solo Dios, y que, el Verbo, Hombre se había hecho,
para nuestra salvación, igual en todo a nosotros, menos
en el pecado. Pero, sucedió que, Constancio emperador,
parte tomó de la arriana herejía, y os desterró a Frigia y
desde allí, decíais asi: “Permanezcamos siempre en el
destierro, con tal que se predique la verdad”. El “Tratado
de los Sínodos” y los doce libros Sobre la Trinidad, nos
legasteis como prueba viva de vuestro amor a Dios. Pero,
todo mal, su fin tiene, y volvisteis a Poitiers, y os
recibieron los católicos y pronto estuvisteis listo para
realizar vuestra labor de exégesis. Compusisteis también
himnos y con justicia os atribuyen el “Gloria in excelsis”,
y además fuisteis el primero en introducir los cánticos
en las iglesias de Occidente. Y, por vuestro profundo amor
a ella, y su defensa, os llaman el “Atanasio de Occidente”.
Además, tuvisteis numerosos discípulos y el más ilustre
de todos ellos fue San Martín de Tours. Hoy, corona de luz
lucís, como premio justo a vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Hilario de Poitiers, “vivo defensor de la fe”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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su amado santo y defensor de la fe en vuestro tiempo,
que, con vuestro verbo lúcido, esclarecer lograsteis
los cimientos de luz, que reposaban gracias a vos, más
fuertes por los siglos de los siglos, todo por la gloria
de Aquél que todo lo ve y juzga: ¡El Dios eterno! Vos,
sosteníais la unidad de las Tres Personas distintas y,
un solo Dios, y que, el Verbo, Hombre se había hecho,
para nuestra salvación, igual en todo a nosotros, menos
en el pecado. Pero, sucedió que, Constancio emperador,
parte tomó de la arriana herejía, y os desterró a Frigia y
desde allí, decíais asi: “Permanezcamos siempre en el
destierro, con tal que se predique la verdad”. El “Tratado
de los Sínodos” y los doce libros Sobre la Trinidad, nos
legasteis como prueba viva de vuestro amor a Dios. Pero,
todo mal, su fin tiene, y volvisteis a Poitiers, y os
recibieron los católicos y pronto estuvisteis listo para
realizar vuestra labor de exégesis. Compusisteis también
himnos y con justicia os atribuyen el “Gloria in excelsis”,
y además fuisteis el primero en introducir los cánticos
en las iglesias de Occidente. Y, por vuestro profundo amor
a ella, y su defensa, os llaman el “Atanasio de Occidente”.
Además, tuvisteis numerosos discípulos y el más ilustre
de todos ellos fue San Martín de Tours. Hoy, corona de luz
lucís, como premio justo a vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Hilario de Poitiers, “vivo defensor de la fe”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de enero
San Hilario de Poitiers
Obispo y doctor de la Iglesia
Su nombre significa “sonriente”, nació en Poitiers, Francia, hacia el
año 315. Sus padres eran nobles, pero gentiles. Ávido de saber, cultivó
las letras y la filosofía. Después dio con los libros sagrados, y el
Evangelio de San Juan iluminó su espíritu. En el año 345 recibió el
bautismo. Desde entonces vivió con tanta honestidad y virtud que, al
fallecer el obispo de Poitiers, fue escogido para ocupar aquella sede.
Era el año 350.
El siglo en que vivió Hilario estaba convulsionado por contiendas
dogmáticas, sobre todo por la herejía arriana, que afirmaba que el Verbo
no era Dios, sino sólo la primera de las criaturas creadas por Dios.
Hilario sostenía, de acuerdo con la ortodoxia, la unidad de las tres
personas, y que el Verbo divino se había hecho hombre para convertir en
hijos de Dios a los que lo recibiesen. Los seguidores de Arrio
consiguieron que el emperador Constancio, inficionado de la herejía,
desterrase a Hilario a Frigia, provincia romana de Asia, situada en la
extremidad del Imperio. Hacia allí se dirigió a fines del 356.
Durante cuatro años recorrió las ciudades de Oriente, discutiendo.
“Permanezcamos siempre en el destierro -repetía- con tal que se predique
la verdad”. Al mismo tiempo enviaba a Occidente su tratado de los
Sínodos y en 359 los doce libros Sobre la Trinidad, que se consideraba
su mejor obra.
Llamado por una orden general del emperador, asistió al concilio que
se realizó en Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región
montañosa de Tauro. Allí trató Hilario sobre los altos y dificultosos
misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla, donde en un escrito
presenta al emperador como Anticristo. Considerado como un agitador e
intimidados por su intrepidez, sus mismos enemigos trabajaron para
echarlo de Oriente.
Así volvió Hilario a Poitiers. San Jerónimo refiere el júbilo con que
fue recibido por los católicos. Allí realizó una profunda labor de
exégesis, en los tratados que escribió sobre los divinos misterios,
sobre los salmos y sobre san Mateo. Compuso también himnos y algunos le
atribuyeron el “Gloria in excelsis”.
Según Isidoro de Savella, Hilario fue el primero que introdujo los
cánticos en las iglesias de Occidente. Vuelve a la lucha. En Milán está
el arriano Auxencio. Hilario lo combate con su característica intrepidez
y es condenado a abandonar Italia bajo pretexto de introducir la
discordia en la Iglesia de esa ciudad.
Tuvo Hilario numerosos discípulos, el más ilustre de ellos san Martín
de Tours, y muchos fueron los herejes que convirtió. Murió el 13 de
enero del año 368. Sus reliquias reposaron en Poitiers hasta el año
1652, en que fueron sacrílegamente quemadas por los hugonotes. Se le ha
dado el título de Atanasio de Occidente.
San Jerónimo y san Agustín lo llaman gloriosísimo defensor de la fe.
Por la profunda influencia que ejerció como escritor, el papa Pío IX, a
petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos, declaró a san
Hilario doctor de la Iglesia.
(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Hilario.htm)