21 julio, 2014

San Lorenzo de Brindis



Oh, San Lorenzo de Brindis, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, que, honor
hicisteis al significado de vuestro nombre:
“coronado de laurel”. Y, así fue. Vuestra vida
de predicador, hizo de vos, ser famoso entre
los Capuchinos. De memoria asombrosa dotado,
amasteis tanto a Jesús, que, el día que iríais
al convento preguntasteis: “Padre, ¿en mi celda
habrá un crucifijo?”. “Si, lo habrá”, respondió
vuestro superior y vos, le dijisteis: “Pues eso
me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré
fuerzas para sufrir por amor a Él, cualquier
padecimiento”. Y, cuando os preguntó un sacerdote
cómo predicabais con tanta facilidad, dijisteis:
“En buena parte se debe a mi buena memoria. En
otra buena parte a que dedico muchas horas a
prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo
mucho a Dios, mis predicaciones, y cuando empiezo
a predicar se me olvida todo el plan que tenía
y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en
un libro misterioso venido del cielo”. ¡Respuesta
maravillosa! Conventos fundasteis; contra los
protestantes y herejes predicasteis y trabajasteis
por la conversión de los hombres y la paz. La piedad
practicabais y durante la Misa Santa, erais a
menudo, arrebatado en éxtasis. Sobre duras tablas
dormíais, huíais de los honores, y, ayunabais
con frecuencia. Vuestra meditación preferida, era
la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, a
quien amasteis en vida y ahora, a Dios gracias
lo hacéis desde vuestra morada eterna, luciendo
corona de luz, que brilla, como premio justo a
vuestra entrega increíble de amor, fe y esperanza;
oh, San Lorenzo de Brindis, “coronado de laurel”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de julio
San Lorenzo de Brindis
Predicador
Año 1619
 
Lorenzo significa: coronado de laurel. Laureado. Este santo ha sido quizás el más famoso predicador de la comunidad de Padres Capuchinos. Nació en Brindis (Italia) cerca de Nápoles. Desde pequeño demostró tener una memoria asombrosa. Dicen que a los ocho años repitió desde el púlpito de la Catedral un sermón escuchado a un famoso predicador, con gran admiración de la gente.
 
Cuando pidió ser admitido como religioso en los Padres Capuchinos, el superior le adevirtió que le iba a ser muy difícil soportar aquella vida tan dura y tan austera. El joven le preguntó: “Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?”. “Si, lo habrá”, respondió el superior. “Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor a El, cuaquier padecimiento”.
 
La facilidad de Lorenzo para aprender idiomas y para grabarse en la memoria todo lo que leía, dejó atónitos a sus superiores y compañeros. Prácticamente se aprendía de memoria capítulos enteros de la S. Biblia y muchas páginas más de libros piadosos. Hablaba seis idiomas: griego, hebreo, latín, francés, alemán e italiano.
 
Y su capacidad para predicar era tan excepcional, que siendo simple seminarista, ya le fue encomendado el predicar los 40 días de Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años seguidos. Las gentes vibraban de emoción al oir sus sermones, y muchos se convertían.
 
Un sacerdote le preguntó: “Fray Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?” Y él respondió: “En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo”.
 
Los capuchinos nombraron a Fray Lorenzo superior del convento y luego superior de Italia. Más tarde al constatar las grandes cualidades que tenía para gobernar, lo nombraron superior general de toda su comunidad en el mundo. En sus años de superiorato recorrió muchos países visitando los conventos de sus religiosos para animarlos a ser mejores y a trabajar mucho por el reino de Cristo. Había días que caminaba a pie 50 kilómetros. No le asustaba desgastarse en su salud con tal de conseguir la salvación de las almas y la extensión del reino de Dios. La gente lo amaba porque era sumamente comprensivo y bondadoso, y porque sus consejos hacían un gran bien. Siendo superior, sin embargo servía a la mesa a los demás, y lavaba los platos de todos.
 
El Santo Padre, el Papa, lo envió a Checoslovaquia y a Alemania a tratar de extender la religión católica en esos países. Se fue con un buen grupo de capuchinos, y empezó a predicar. Pero en esos días un ejército de 60 mil turcos mahometanos invadió el país con el fin de destruir la religión, y el jefe de la nación pidió al Padre Lorenzo que se fuera con sus capuchinos a entusiasmar a los 18 mil católicos que salían a defender la patria y la religión. La batalla fue terriblemente feroz. Pero San Lorenzo y sus religiosos recorrían el campo de batalla con una cruz en alto cada uno, gritando a los católicos: “Ánimo, estamos defendiendo nuestra santa religión”. Y la victoria fue completa. Los soldados victoriosos exclamaban: “La batalla fue ganada por el Padre Lorenzo”.
 
El Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él solo más que un ejército.El Sumo Pontífice lo envió de delegado suyo a varios países, y siempre estuvo muy activo de nación en nación dirigiendo su comunidad y fundando conventos, predicando contra los protestantes y herejes, y trabajando por la paz y la conversión. Pero lo más importante en cada uno de sus días eran las prácticas de piedad. Durante la celebración de la Santa Misa, frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y su orar era de todas las horas y en todos los sitios. Por eso es que obtuvo tan grandes frutos apostólicos.
 
Dormía sobre duras tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos. Ayunaba con frecuencia. Su alimento era casi siempre pan y verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buen humor con todos. La gente lo admiraba como a un gran santo. Su meditación preferida era acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
 
En 1859 fue declarado “Doctor de la Iglesia”, por el Sumo Pontífice Juan XXIII. Y es que dejó escritos 15 volúmenes de enseñanzas, y entre ellos 800 sermones muy sabios. En Sagrada Escritura era un verdadero especialista.
 
Cuando viajaba a visitar al rey de España enviado por la gente de Nápoles para pedirle que destituyera a un gobernador que estaba haciendo mucho mal, se sintió sin fuerzas y el 22 de julio de 1619, el día que cumplía sus 60 años, murió santamente. Ha sido llamado el “Doctor apostólico”.
 
Ruega por nosotros, querido San Lorenzo, para que no tengamos miedo a gastarnos y desgastarnos por Cristo y su Santa Iglesia, como lo hiciste tú. Dijo Jesús: “Si el grano de trigo muere, produce mucho fruto”.
 
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Lorenzo_de_Brindis.htm)