¡Oh!, Santos Mártires de China, San Agustín Zhao Rong y Compañeros
Mártires, vosotros, sois los hijos del Dios de la vida, y sus amados santos,
y que, en toda la China y en diferentes tiempos, testigos fueron del
Evangelio de Cristo, y que, con vuestras palabras y vuestras obras
predicasteis y confesasteis vuestra fe, sufriendo por ello persecución
y martirio, entregando vuestras almas al cielo, participando así,
del banquete de la gloria eterna, conjuntamente con un incontable
número de fieles laicos. ¡Política no, religión sí!, porque predicasteis
sólo amor, fraternidad, paz y justicia. ¡Sí!; los sicarios de la fe, os
mataron el cuerpo, pero, jamás pudieron con vuestras santas almas
que hoy están con quien deseaban estar por los siglos de los siglos:
¡Cristo Jesús! Así, un día, los Tártaros Manciù, invadieron Fujian
y mostrándose hostiles a la religión cristiana, dieron muerte a San
Francisco Fernández de Capillas, sacerdote de la OFP, convirtiéndose
en Proto mártir de la China. Hacia la mitad del siglo Diez y ocho,
otros cinco misioneros españoles, fueron asesinados en la época
de los emperadores Yung-Cheng y de su hijo K´ien-Lung. Ellos son:
San Pedro Sans i Iordà, O.P., Obispo, San Francisco Serrano, O.P.,
Sacerdote; San Joaquín Royo, O.P. Sacerdote; San Juan Alcober,
O.P., Sacerdote; San Francisco Díaz, O.P. Sacerdote; muertos
en Fuzhou. En el siglo veinte, el Emperador Kia-Kin, severos
decretos en su contra publicó y siguiendo su fidelidad a Cristo
murieron: San Pedro Wu, San José Zhang-Dapeng. El impío y falaz
Virrey del Sichuan, hizo decapitar a San Juan Gabriel Taurin
Dufresse, M.E.P., Obispo, y a vos, que siendo sacerdote diocesano
y tras haber sido eficiente soldado escolta de vuestro obispo,
quedasteis impresionado por su paciencia y os bautizasteis,
y luego, os ordenasteis sacerdote, para luego ser arrestado,
sufriendo crueles torturas y suplicios para después morir
para gloria de Cristo. Os acompañan en vuestra gloria: San
Giovanni da Triora, O.F.M., San José Yuan, San Francisco Regis
Clet, San Tadeo Liu, San Pedro Liu, San Joaquín Ho, San Augusto
Chapdelaine, M.E.P., San Lorenzo Bai Xiaoman, San Chapdelaine,
Santa Inés Cao Guiying. Los Mártires de MaoKou: San Jerónimo
Lu Tingmei, San Lorenzo Wang Bing, Santa Àgueda Lin Zao. Los
mártires de Qingyanzhen: San José Zhang Wenlan, San Pablo Chen
Changpin, San Juan Bautista Luo Tingying, Santa Marta Wang-Luo
Mande,San Juan Pedro Néel, San Martín Wu Xuesheng, San Juan
Zhang Tianshen, San Juan Chen Xianheng, Santa Lucía Yi Zhenmei.
San Gregorio Grassi, San Francisco Fogolla, San Elías Facchini,
San Teodorico Balat, San Andrés Bauer, San Antonino Fantosati,
San José María Gambaro, San Cesidio Giacomantonio, Santa María
Ermellina de Jesús, Santa María de la Paz, Santa María Clara,
Santa María de Santa Natalia, Santa María de San Justo, Santa
María Adolfina, Santa María Amandina. San Juan Zhang Huan, San
Patricio Dong Bodi, San Juan Wang Rui, San Felipe Zhang Zhihe,
San Juan, Zhang Jingguang, San Tomás Shen Jihe, San Simón Qin
Cunfu, San Pedro Wu Anbang, San Francisco Zhang Rong, San
Matías Feng De, San Pedro Zhang Banniu, San Santiago Yan Guodong,
San Santiago Zhao Quanxin, San Pietro Wang Erman, San León Mangin,
San Pablo Denn, San Remigio Isoré, San Modesto Andlauer, Santa
María Zhu, San Pedro Zhu Rixin, San Juan Bautista Zhu Wurui,
Santa María Fu Guilin, Santa Bárbara Cui Lian, San José Ma Taishun,
Santa Lucía Wang Cheng, Santa María Fan Kun, Santa María Chi Yu,
Santa María Zheng Xu, Santa María Du Zhao, Santa Magdalena Du
Fengju, Santa María Du Tian, San Pablo Wu Anjyu, San Juan Bautista
Wu Mantang, San Pablo Wu Wanshu,San Ramón Li Quanzhen,San Pedro
Li Quanhui, San Pedro Zhao Mingzhen, San Juan Bautista Zhao Mingxi,
Santa Teresa Chen Tinjieh, Santa Rosa Chen Aijieh, San Pedro Wang
Zuolong, anta María Gou Li, San Juan Wu Wenyin, San Zhang Huailu,
San Marcos Ki-T´ien-Siang, Santa Ana An Xin, Santa María An Guo,
Santa Ana An Jiao, Santa María An Linghua, San Pablo Liu Jinde,
San José Wang Kuiju, San Juan Wang Kuixin, Santa Teresa Zhang He,
Santa Lang Yang, San Pablo Lang Fu, Santa Isabel Qin Bian, San
Simón Qin Cunfu, San Pedro Liu Zeyu, Santa Ana Wang, San José
Wang Yumei, Santa Lucía Wang Wang, San Andrés Wang Tianqing,
Santa María Wang Li, San Chi Zhuze, Santa María Zhao Gou, Santa
Rosa Zhao, Santa María Zhao, San José Yuan Gengyin, San Pablo Ge
Tingzhu, Santa Rosa Fan Hui, San Alberico Crescitelli, San Luis
Versiglia, y San Calixto Caravario, entregasteis vuestras santas
vidas, para luego como almas santas volar al cielo, y ser coronadas
de luz como justo premio a vuestra entrega increíble de amor y fe;
¡Oh!, Santos Mártires de China, “viva fe de la Iglesia del Dios Vivo”.
© 2021 Luis Ernesto Chacón Delgado
_______________________________________
9 de julio
Mártires de China
San Agustín Zhao Rong y compañeros (119)
(+ 1815 ) ( + 1648 – 1930)
Martirologio Romano: Santos Agustín Zhao
Rong, presbítero, Pedro Sans i Jordá, obispo, y compañeros, mártires,
que en distintos lugares de China y en distintos tiempos fueron testigos
del Evangelio de Cristo con sus palabras y con sus obras, y, por haber
predicado y confesado la fe, sufrieron persecución, mereciendo por ello
pasar al banquete eterno de la gloria (siglos XVII/XVIII).
Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.
Desde los más remotos orígenes del pueblo chino (hacia la mitad del
tercer milenio antes de Cristo) el sentimiento religioso hacia el Ser
Supremo y la piedad filial y devota hacia los antepasados difuntos son
las características más relevantes de su cultura milenaria.
Esta nota de neta religiosidad se encuentra, más o menos, en los
chinos de todos los siglos, hasta el nuestro, cuando bajo el influjodel
ateísmo occidental, algunos intelectuales, especialmente los educados en
el exterior, han querido desprenderse, como algunosde sus maestros
occidentales, de cualquier idea religiosa.
El Evangelio se anunció en China en el siglo V y, a primerosdel VII,
se erigió allí la primera iglesia. Durante la dinastía T´ang(618-907) la
comunidad de los cristianos estuvo floreciente durante dos siglos. En
el XIII la comprensión del pueblo chino y de sus culturas, que supo
tener un misionero como Juan de Montecorvino, lograron que se pudiera
dar impulso a la primera misión católica en el «Reino del medio» con
sede episcopal en Beijin.
No es de extrañar que, especialmente en la época moderna (es decir,
desde el siglo XVI, cuando las comunicaciones entre oriente y occidente
comenzaron a ser en cierto modo más frecuentes), haya existido por parte
de la Iglesia Católica el deseo de llevar a este pueblo la luz del
Evangelio, a fin de que ésta enriqueciese aún más el tesoro de
tradiciones culturales y religiosas tan ricas y profundas.
Así pues, a partir de las últimas décadas del siglo XVI, varios
misioneros católicos fueron invitados a China: se habían elegido con
gran esmero personas como Matteo Ricci y otros, teniendo en cuenta,
además de su espíritu de fe y de amor, sus capacidades culturales y sus
cualidades en diversos campos de la ciencia, en especial de la
astronomía y de la matemática. De hecho, gracias a éstos y al aprecio
que demostraron los misioneros por el notable espíritu de investigación
presente en los estudiosos chinos, pudieron establecerse relaciones de
colaboración científica muy provechosas. Éstas sirvieron a su vez para
abrir muchas puertas, incluso las de la corte imperial, y para así
entablar relaciones muy útiles con varias personas de grandes
capacidades.
La calidad de la vida religiosa de estos misioneros fue lo que indujo
a no pocas personas de alto nivel a sentir la necesidad de conocer
mejor el espíritu evangélico que los animaba y, luego, de instruirse en
los postulados de la religión cristiana: lo cual se hizo de manera
conveniente a sus características culturales y a su modo de pensar. A
finales del siglo XVI y primeros del XVII, fueron numerosos los que, una
vez adquirida la debida preparación, pidieron el bautismo y llegaron a
ser cristianos fervientes, manteniendo siempre con justo orgullo su
identidad de chinos y su cultura.
El cristianismo se vio en aquel período como una realidad que no se
oponía a los más altos valores de las tradiciones del pueblo chino, ni
se superponía a ellos, sino que los enriquecía con una nueva luzy
dimensión.
Gracias a las óptimas relaciones existentes entre algunos misioneros y
el mismo emperador K´ang Hsi; gracias a sus servicios prestados por
restablecer la paz entre el «zar» de Rusia y el «hijo del cielo», o sea
el emperador, éste promulgó en 1692 el primer decreto de libertad
religiosa, en virtud del cual todos sus súbditos podían seguir la
religión cristiana y todos los misioneros podían predicarla en sus
vastos dominios.
Como consecuencia, la acción misionera y la difusión del mensaje
evangélico se desarrollaron notablemente y fueron muchos los chinos que,
atraídos por la luz de Cristo, pidieron recibir el bautismo.
Pero desgraciadamente la cuestión espinosa de los «ritos chinos»,
irritó sobremanera al emperador K´ang Hsi y preparó la persecución
(fuertemente influenciada por la del vecino Japón), que en unos sitios
más en otros menos, abierta o solapada, violenta o velada,se extendió
prácticamente con sucesivas oleadas desde la primera década del siglo
XVII hasta la mitad del siglo XIX, matando a misioneros y a fieles
laicos y destruyendo no pocas iglesias.
Fue exactamente el 15 de enero de 1648 cuando los Tártaros Manciù,
habiendo invadido la región del Fujian y mostrándose hostiles a la
religión cristiana, dieron muerte a San Francisco Fernández de Capillas,
sacerdote de la Orden de los Frailes Predicadores. Después de haberlo
encarcelado y torturado, lo decapitaron mientras rezaba con otros los
misterios dolorosos del Rosario.
San Francisco Fernández de Capillas ha sido reconocido por la Santa Sede como Proto mártir de China.
Hacia la mitad del siglo siguiente, el XVIII, otros cinco misioneros
españoles, que habían ejercido su actividad entre los años 1715-1747,
fueron también asesinados como resultado de una nueva ola de persecución
iniciada en 1729 y con secuaces más encarnizados en 1746. Era la época
de los emperadores Yung-Cheng y de su hijo K´ien-Lung.
San Pedro Sans i Iordà, O.P., Obispo, martirizado el 26 de mayo de 1747 en Fuzhou.
San Francisco Serrano, O.P., Sacerdote,
San Joaquín Royo, O.P. Sacerdote,
San Juan Alcober, O.P., Sacerdote,
San Francisco Díaz, O.P. Sacerdote, los cuatro fueron matados el 28 de octubre de 1748 en Fuzhou.
Una nueva fase de régimen de persecución en relación con la religión cristiana se desató posteriormente en el siglo XIX.
Mientras algunos Emperadores de los siglos precedentes habían
autorizado el catolicismo, el Emperador Kia-Kin (1796-1821) publicó en
cambio numerosos y severos decretos en contra. El primero se remonta al
1805; dos edictos del 1811 iban dirigidos contra aquellos de entre los
chinos que hacían los estudios para recibir las órdenes sagradas y
contra los sacerdotes que propagaban la religión cristiana. Un decreto
del 1813 exoneraba de cualquier castigo a los apóstatas voluntarios, es
decir, a los Cristianos que declaraban espontáneamente que abandonaban
la fe cristiana, pero amenazaba a todos los demás.
En este período sufrió el martirio el San Pedro Wu, laico catequista,
chino, nacido de familia pagana, recibió el bautismo en 1796 y pasó el
resto de su vida anunciando la verdad de la religión cristiana. Todas
las tentativas para hacerlo apostatar fueron vanas. Emitida contra él la
sentencia de muerte, fue estrangulado el 7 de noviembre de 1814.
Siguió sus pasos en la fidelidad a Cristo el San José Zhang-Dapeng,
laico catequista, comerciante, bautizado en el 1800, llegó a ser después
el alma de la misión en la ciudad de Kony-Yang. Encarcelado, murió
estrangulado el 12 de marzo de 1815.
Este año (1815) se promulgaron otros dos Decretos, en los que se
aprobaba la conducta del Virrey del Sichuan, que había hecho decapitar a
Mons. Dufresse, de las Misiones Exteriores de París,y a muchos
cristianos chinos. Siguió una persecución más exacerbada.
Son de este período los siguientes mártires:
San Juan Gabriel Taurin Dufresse, M.E.P., Obispo, arrestado el 18 de
mayo de 1815, conducido a Chengdu, condenado y ajusticiado el 14 de
septiembre de 1815.
San Agustín Zhao Rong, Sacerdote diocesano chino que, siendo antes
uno de los soldados que escoltaron a Mons. Dufresse desde Chengdu hasta
Beijin, había quedado impresionado por la paciencia de éste y había
pedido ser contado entre los neófitos: una vez bautizado, se le mandó al
Seminario y después se ordenó sacerdote. Arrestado, sufrió crueles
suplicios y después murióen 1815.
San Giovanni da Triora, O.F.M., Sacerdote, hecho prisionero junto con
otros en el verano del 1815, después condenado a muerte y murió
estrangulado el 7 de febrero de 1816.
San José Yuan, Sacerdote diocesano chino, el cual, habiendo escuchado
a Mons. Dufresse hablar de la fe cristiana, quedó prendado de la
belleza de ésta y después llegó a ser un neófito ejemplar. Más tarde,
ordenado sacerdote y, como tal, entregado a la evangelización en varios
distritos; fue apresado en agosto de 1816, condenado a la estrangulación
y matado de esta suerte el 24 de junio de 1817.
San Francisco Regis Clet de la Congregación de la Misión que, después
de haber obtenido el permiso para ir a las misiones de China, se había
embarcado para el Oriente en 1791. Llegado allí, llevó durante treinta
años una vida sacrificada de misionero: sostenido por un celo
incansable, evangelizó tres inmensas Provincias del Imperio Chino:
Jiangxi, Hubei, Hunan. Traicionado por un cristiano, fue arrestado y
llevado a prisión donde sufrió atroces suplicios. Mediante sentencia del
Emperador fue matado por estrangulación el 17 de febrero de 1820.
San Tadeo Liu, Sacerdote diocesano, chino, que se negó a apostatar,
diciendo que era sacerdote y quería ser fiel a la religión que había
predicado. Condenado a muerte, fue estrangulado el 30 de noviembre de
1823.
San Pedro Liu, catequista laico, chino, arrestado en 1814 y condenado
al exilio en Tartaria, donde permaneció casi veinte años. Vuelto a la
patria, fue de nuevo apresado y estrangulado el 17 de mayo de 1834.
San Joaquín Ho, catequista laico, chino, fue bautizado a la edad de
casi 20 años. En la gran persecución del 1814 había sido prendido con
muchos otros fieles y sometido a crueles torturas. Desterrado a
Tartaria, allí permaneció unos 20 años; regresado a la patria fue
nuevamente apresado y rehusó apostatar. A continuación, una vez
confirmada la sentencia de muerte por parte del Emperador, fue
estrangulado el 9 de julio de 1839.
San Augusto Chapdelaine, M.E.P., sacerdote de la Diócesis de
Coutances. Habiendo ingresado en el Seminario de las Misiones Exteriores
de París, se embarcó directamente a China en 1852; llegó a Guangxi a
finales del 1854. Arrestado en 1856, torturado, condenado a muerte
enjaulado, expiró en febrero de 1856.
San Lorenzo Bai Xiaoman, laico, chino, obrero modesto, que acompañó
al San Chapdelaine en el asilo que habían ofrecido al misionero y fue
con él apresado y conducido al tribunal. Nada pudo hacerlo apostatar.
Fue decapitado el 25 de febrero de 1856.
Santa Inés Cao Guiying, viuda, había nacido de antigua familia
cristiana; habiéndose dedicado a la instrucción de las muchachas jóvenes
convertidas por el B. Chapdelaine, fue arrestada y, condenada a morir
enjaulada, fue ajusticiada el 1 de marzo de 1856.
El 28 de enero de 1858, por orden del mandarín de MaoKou (en la
provincia de Guizhou), fueron matados tres catequistas, conocidos como
Mártires de MaoKou:
San Jerónimo Lu Tingmei,
San Lorenzo Wang Bing,
Santa Àgueda Lin Zao.
Se pidió a los tres que renunciaran a la religión cristiana. Como su
respuesta fuese negativa, fueron condenados a la decapitación.
El 29 de julio de 1861 sufrieron el martirio simultáneamente dos
seminaristas y dos laicos, de los cuales uno era cultivador y la otra
una viuda que prestaba sus servicios como cocinera en el seminario. Se
los conoce como Mártires de Qingyanzhen (Guizhou):
San José Zhang Wenlan, seminarista,
San Pablo Chen Changpin, seminarista,
San Juan Bautista Luo Tingying, laico,
Santa Marta Wang-Luo Mande, laica.
El año siguiente, el 18 y 19 de febrero de 1862, dieron su vidapor
Cristo otras 5 personas, conocidas como Mártires de Guizhou,a saber:
San Juan Pedro Néel, Sacerdote de las Misiones Exterioresde París,
San Martín Wu Xuesheng, catequista laico,
San Juan Zhang Tianshen, catequista laico,
San Juan Chen Xianheng, catequista laico,
Santa Lucía Yi Zhenmei, catequista laica.
Mientras tanto habían ocurrido, en el campo de la política, algunos
episodios que tuvieron notables repercusiones en la vida de las misiones
cristianas.
En junio de 1840 el Comisario imperial de Guangdong, queriendo con
razón suprimir el comercio del opio, que estaba en manos de los
ingleses, había hecho arrojar al mar más de veinte mil cajas de esta
droga. Este había sido el pretexto de la guerra inmediata, con victoria
de los ingleses. Terminada la guerra, China debió firmar en 1842 el
primer tratado internacional de los tiempos modernos, al que siguieron
muy pronto otros con América y Francia. Aprovechando la ocasión, Francia
sustituyó a Portugal como potencia protectora de las misiones y como
consecuencia se promulgó un doble decreto: uno del 1844, por el cual se
permitía a los chinos seguir la religión católica, otro del 1846,
mediante el cual se suprimían las antiguas penas contra los católicos.
La Iglesia pudo entonces vivir abiertamente y ejercer su acción
misionera, desarrollándola también en el ámbito de la educación
superior, universitaria y de la investigación científica.
Al multiplicarse los diversos Institutos culturales de alto nivel y
gracias a su actividad muy apreciada, se establecieron gradualmente
lazos cada vez más profundos entre la Iglesia y China con sus ricas
tradiciones culturales.
Esta colaboración con las autoridades chinas favoreció de un modo
creciente la mutua estima y participación en aquellos valores que deben
regir siempre toda sociedad civil.
Transcurrió así un siglo de expansión de las misiones cristianas, con
la excepción hecha del período en que se abatió sobre ellas la
desgracia de la insurrección de la «Asociación de la justicia y de la
armonía» (conocida comúnmente como de los “Boxers”), que ocurrió al
principio del siglo XX y causó el derramamiento de sangre de muchos
cristianos.
Es sabido que en esta revuelta confluyeron todas las sociedades
secretas y el odio acumulado y reprimido contra los extranjeros de los
últimos decenios del siglo XIX a causa de las vicisitudes políticas y
sociales que siguieron a la «guerra del opio» y a la imposición de los
así llamados «Tratados desiguales» por parte de las Potencias
Occidentales.
Sin embargo fue muy distinto el móvil de la persecución a los
Misioneros, aunque fueran de nacionalidad europea. Su matanza fue
determinada por una causa puramente religiosa: fueron matados por el
mismo motivo con que lo fueron los fieles chinos que se habían hecho
cristianos. Documentos históricos indiscutibles ponen en evidencia el
odio anticristiano que impulsó a los “Boxers” a asesinar a los
Misioneros y a los fieles locales que se habían adherido a su doctrina.
Respecto a ellos se emitió un edicto el 1 de julio de 1900, en el cual
se decía, en síntesis, que ya había pasado el tiempo de las buenas
relaciones con los Misioneros europeos y sus cristianos: que los
primeros debían ser repatriados inmediatamente y los fieles obligados a
la apostasía, bajo pena de muerte.
Como resultado de esto tuvo lugar el martirio de algunos misioneros y
de muchos chinos que se agruparon en los siguientes grupos:
a) Mártires de Shanxi, muertos el 9 de julio de 1900, que son Frailes Menores Franciscanos:
San Gregorio Grassi, Obispo,
San Francisco Fogolla, Obispo,
San Elías Facchini, Sacerdote,
San Teodorico Balat, Sacerdote,
San Andrés Bauer, Hermano Religioso;
b) Mártires del Hunan Meridional, muertos el 7 de julio de 1900, también Frailes Menores Franciscanos:
San Antonino Fantosati, Obispo,
San José María Gambaro, Sacerdote,
San Cesidio Giacomantonio, Sacerdote ( 4 julio).
A los mártires franciscanos de la Orden Primera se añaden siete
Franciscanas Misioneras de María, de las cuales 3 francesas,2 italianas,
1 belga y 1 holandesa:
Santa María Ermellina de Jesús (en el siglo: Irma Grivot),
Santa María de la Paz (en el siglo: María Anna Giuliani),
Santa María Clara (en el siglo: Clelia Nanetti),
Santa María de Santa Natalia (en el siglo: Juana María Kerguin),
Santa María de San Justo (en el siglo: Ana Moreau),
Santa María Adolfina (en el siglo: Ana Dierk),
Santa María Amandina (en el siglo: Paula Jeuris).
De los mártires chinos de la familia franciscana forman parte también 11 Franciscanos seglares, todos chinos:
San Juan Zhang Huan, seminarista,
San Patricio Dong Bodi, seminarista,
San Juan Wang Rui, seminarista,
San Felipe Zhang Zhihe, seminarista,
San Juan , Zhang Jingguang, seminarista,
San Tomás Shen Jihe, laico, sirviente,
San Simón Qin Cunfu, catequista laico,
San Pedro Wu Anbang, laico,
San Francisco Zhang Rong, laico agricultor,
San Matías Feng De, laico neófito,
San Pedro Zhang Banniu, obrero laico.
A ellos se añaden algunos fieles laicos chinos:
San Santiago Yan Guodong, agricultor,
San Santiago Zhao Quanxin, sirviente,
San Pietro Wang Erman, cocinero.
Cuando la rebelión de los “Boxers”, iniciada en Shandong, difundida
luego en Shanxi y en Hunan, llegó también al sudeste de Tcheli, en aquel
entonces Vicariato Apostólico de Xianxian, confiado a los Jesuitas, los
cristianos matados se cuentan por millares.
Entre éstos se encuentran 4 misioneros jesuitas franceses y 52
cristianos laicos chinos, hombres, mujeres y niños, el más anciano de
ellos tenía la edad de 79 años, mientras que los dos más jóvenes sólo 9
años. Todos sufrieron el martirio en el mes de julio de 1909; muchos de
ellos fueron matados en la Iglesia del Pueblo di Tchou-Kia-ho, donde se
habían refugiado y estaban en oración junto con los dos primeros de los
misioneros que a continuación se enumeran:
San León Mangin, S.J. sacerdote,
San Pablo Denn, S.J., sacerdote,
San Remigio Isoré, S.J., sacerdote,
San Modesto Andlauer, S.J., sacerdote.
He aquí los nombres y edades de los laicos cristianos chinos:
Santa María Zhu, de unos 50 años,
San Pedro Zhu Rixin, de 19 años,
San Juan Bautista Zhu Wurui, de 17 años,
Santa María Fu Guilin, de 37 años,
Santa Bárbara Cui Lian, de 51 años,
San José Ma Taishun, de 60 años,
Santa Lucía Wang Cheng, 18 años,
Santa María Fan Kun, de 16 años,
Santa María Chi Yu, de 15 años,
Santa María Zheng Xu, de 11 años,
Santa María Du Zhao, de 51 años,
Santa Magdalena Du Fengju, de 19 años,
Santa María Du Tian, de 42 años,
San Pablo Wu Anjyu, de 62 años,
San Juan Bautista Wu Mantang, 17 años,
San Pablo Wu Wanshu, de 16 años,
San Ramón Li Quanzhen, de 59 años,
San Pedro Li Quanhui, de 63 años,
San Pedro Zhao Mingzhen, de 61 años,
San Juan Bautista Zhao Mingxi, de 56 años,
Santa Teresa Chen Tinjieh, de 25 años,
Santa Rosa Chen Aijieh, de 22 años,
San Pedro Wang Zuolong, de 58 años,
Santa María Gou Li, de 65 años,
San Juan Wu Wenyin, de 50 años,
San Zhang Huailu, de 57 años,
San Marcos Ki-T´ien-Siang, de 66 años,
Santa Ana An Xin, de 72 años,
Santa María An Guo, de 64 años,
Santa Ana An Jiao, de 26 años,
Santa María An Linghua, de 29 años,
San Pablo Liu Jinde, de 79 años,
San José Wang Kuiju, de 37 años,
San Juan Wang Kuixin, de 25 años,
Santa Teresa Zhang He, de 36 años,
Santa Lang Yang, de 29 años,
San Pablo Lang Fu, de 9 años,
Santa Isabel Qin Bian, de 54 años,
San Simón Qin Cunfu, de 14 años,
San Pedro Liu Zeyu, de 57 años,
Santa Ana Wang, de 14 años,
San José Wang Yumei, de 68 años,
Santa Lucía Wang Wang, de 31 años,
San Andrés Wang Tianqing, de 9 años,
Santa María Wang Li, de 49 años,
San Chi Zhuze, de 18 años,
Santa María Zhao Gou, de 60 años,
Santa Rosa Zhao, de 22 años,
Santa María Zhao, de 17 años,
San José Yuan Gengyin, de 47 años,
San Pablo Ge Tingzhu, de 61 años,
Santa Rosa Fan Hui, de 45 años.
El hecho de que este considerable número de fieles laicos chinos haya
ofrecido la vida a Cristo juntamente con los misioneros que les habían
anunciado el Evangelio y se habían prodigado por ellos pone en evidencia
la profundidad de los vínculos que la fe en Cristo establece, reuniendo
en una sola familia personas de razas y culturas diversas,
estrechamente hermanados entre sí, no ya por motivos políticos, sino en
virtud de una religión que predica el amor, la fraternidad, la paz y la
justicia.
Además de todos los matados por los “Boxers” hasta ahora mencionados,
debe recordarse también al San Alberico Crescitelli, sacerdote del
Instituto Pontificio de las Misiones Exteriores de Milán, que desarrolló
su ministerio en el Shanxi Meridional y fue martirizado el 21 de julio
de 1900.
Años después, al nutrido ejército de los Mártires arriba recordados
iban a unirse algunos Miembros de la Sociedad Salesiana de S. Juan
Bosco:
San Luis Versiglia, Obispo,
San Calixto Caravario, Sacerdote.
Fueron asesinados juntos el 25 de febrero de 1930 en Li-Thau-Tseul.
Todos ellos fueron proclamados santos de la Iglesia el 1 de Octubre del año 2000 por el Papa Juan Pablo II.
Reproducido con autorización de Vatican.va
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=33162)