Oh, Santa Matilde; vos, sois la
hija del Dios de la vida y
la
que, reina siendo, nunca del
título vuestro os ufanasteis,
y, mas bien, disteis a manos
llenas del tesoro vuestro, a
los pobres y desposeídos de
aquél tiempo, a imitación del
Divino Maestro. En vuestro reino,
paz y sosiego, lograsteis y,
aunque sufristeis la insidia
de vuestros enemigos, vos, en
silencio, lo ofrecíais ante
el Sacramento Santo, y Dios,
os escuchaba y os respondía
solícito, y os daba sus dones
y bondades a raudales. Vos,
que habías dado todo de sí,
sin medida alguna. El día que
vos, partisteis abrieron sé
los cielos de par en par, para
coronaros, no ya, con metal,
sino; con corona de luz que
brilla, eternamente y jamás
marchita, como significa vuestro
nombre: “Valiente y batalladora”;
oh, Santa Matilde, “fe y luz”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Marzo
Santa Matilde
Reina
Otón adquirió tan grande veneración y tan plena confianza con su santa madre, que cuando se fue a Roma a que el Sumo Pontífice lo coronara emperador, la dejó a ella encargada del gobierno de Alemania.
Sus últimos años los pasó Matilde dedicada a fundar conventos y a repartir limosnas a los pobres. Otón, que al principio la criticaba diciendo que era demasiado repartidora de limosnas, después al darse cuenta de la gran cantidad de bendiciones que se conseguían con las limosnas, le dio amplia libertad para dar sin medida. Dios devolvía siempre cien veces más.
Cuando Matilde cumplió sus 70 años se dispuso a pasar a la eternidad y repartió entre los más necesitados todo lo que tenía en sus habitaciones, y rodeada de sus hijos y de sus nietos, murió santamente el 14 de marzo del año 968.
que, reina siendo, nunca del
título vuestro os ufanasteis,
y, mas bien, disteis a manos
llenas del tesoro vuestro, a
los pobres y desposeídos de
aquél tiempo, a imitación del
Divino Maestro. En vuestro reino,
paz y sosiego, lograsteis y,
aunque sufristeis la insidia
de vuestros enemigos, vos, en
silencio, lo ofrecíais ante
el Sacramento Santo, y Dios,
os escuchaba y os respondía
solícito, y os daba sus dones
y bondades a raudales. Vos,
que habías dado todo de sí,
sin medida alguna. El día que
vos, partisteis abrieron sé
los cielos de par en par, para
coronaros, no ya, con metal,
sino; con corona de luz que
brilla, eternamente y jamás
marchita, como significa vuestro
nombre: “Valiente y batalladora”;
oh, Santa Matilde, “fe y luz”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Marzo
Santa Matilde
Reina
Matilde significa: “valiente en la batalla”. Era descendiente del
famoso guerrero Widukind e hija del duque de Westfalia. Desde niña fue educada
por las monjas del convento de Erfurt y adquirió una gran piedad y una fortísima
inclinación hacia la caridad para con los pobres.
Muy jóven se casó con Enrique, duque de Sajonia (Alemania). Su
matrimonio fue excepcionalmente feliz. Sus hijos fueron: Otón primero, emperador
de Alemania; Enrique, duque de Baviera; San Bruno, Arzobispo de Baviera;
Gernerga, esposa de un gobernante; y Eduvigis, madre del famoso rey francés,
Hugo Capeto.
Su esposo Enrique obtuvo resonantes triunfos en la lucha por defender su
patria, Alemania, de las invasiones de feroces extranjeros. Y él
atribuía gran parte de sus victorias a las oraciones de su santa esposa
Matilde.
Enrique fue nombrado rey, y Matilde al convertirse en reina no dejó
sus modos humildes y piadosos de vivir. En el palacio real más
parecía una buena mamá que una reina, y en su piedad se asemejaba más a una
religiosa que a una mujer de mundo. Ninguno de los que acudían a ella en busca
de ayuda se iba sin ser atendido.
Era extraordinariamente generosa en repartir limosnas a los pobres.
Su esposo casi nunca le pedía cuentas de los gastos que ella hacía, porque
estaba convencido de que todo lo repartía a los más necesitados.
Tampoco se disgustaba por las frecuentes prácticas de piedad a que ella se
dedicaba, la veía tan bondadosa y tan fiel que estaba convencido de que Dios
estaba contento de su santo comportamiento.
Después de 23 años de matrimonio quedó viuda, al morir su esposo Enrique.
Cuando supo la noticia de que él había muerto repentinamente de un derrame
cerebral, ella estaba en el templo orando. Inmediatamente se arrodilló
ante el Santísimo Sacramento y ofreció a Dios su inmensa pena y mandó llamar a
un sacerdote para que celebrara una misa por el descanso eterno del
difunto. Terminada la misa, se quitó todas sus joyas y las dejó
como un obsequio ante el altar, ofreciendo a Dios el sacrificio de no volver a
emplear joyas nunca más.
Su hijo Otón primero fue elegido emperador, pero el otro hermano Enrique,
deseaba también ser jefe y se declaró en revolución. Otón creyó que Matilde
estaba de parte de Enrique y la expulsó del palacio. Ella se fue a un
convento a orar para que sus dos hijos hicieran las paces. Y lo consiguió.
Enrique fue nombrado Duque de Baviera y firmó la paz con Otón. Pero
entonces a los dos se les ocurrió que todo ese dinero que Matilde afirmaba que
había gastado en los pobres, lo tenía guardado. Y la sometieron a pesquisas
humillantes. Pero no lograron encontrar ningún dinero. Ella decía con
humor: “Es verdad que se unieron contra mí, pero por lo menos se
unieron”.
Y sucedió que a Enrique y a Otón empezó a irles muy mal y comenzaron a
sucederles cosas muy desagradables. Entonces se dieron cuenta de que su gran
error había sido tratar tan mal a su santa madre. Y fueron y le pidieron
humildemente perdón y la llevaron otra vez a palacio y le concedieron amplia
libertad para que siguiera repartiendo limosnas a cuantos le
pidieran.
Ella los perdonó gustosamente. Y le avisó a Enrique que se preparara a bien
morir porque le quedaba poco tiempo de vida. Y así le sucedió.Otón adquirió tan grande veneración y tan plena confianza con su santa madre, que cuando se fue a Roma a que el Sumo Pontífice lo coronara emperador, la dejó a ella encargada del gobierno de Alemania.
Sus últimos años los pasó Matilde dedicada a fundar conventos y a repartir limosnas a los pobres. Otón, que al principio la criticaba diciendo que era demasiado repartidora de limosnas, después al darse cuenta de la gran cantidad de bendiciones que se conseguían con las limosnas, le dio amplia libertad para dar sin medida. Dios devolvía siempre cien veces más.
Cuando Matilde cumplió sus 70 años se dispuso a pasar a la eternidad y repartió entre los más necesitados todo lo que tenía en sus habitaciones, y rodeada de sus hijos y de sus nietos, murió santamente el 14 de marzo del año 968.
Petición
Matilde; reina santa y generosa: haz que todas las mujeres del
mundo que tienen altos puestos o bienes de fortuna, sepan compartir sus bienes
con los pobres con toda la generosidad posible, para que así se ganen los
premios del cielo con sus limosnas en la tierra.