¡Oh!, Sagrado Corazón de María, Vos,
fuente y principio de todas las grandezas
y excelencias que os adornan y que os hacen
estar por encima de todas las creaturas
por ser Hija predilecta de Dios Padre
Madre Amada de Cristo Jesús
Amadísimo Hijo Vuestro
y Esposa fiel del Espíritu Santo.
Vuestro Corazón fue profeta en Fátima
y los Pastorcillos fieles testigos a quienes
dijisteis que Dios, salvaría al mundo,
por medio de Vuestro Inmaculado Corazón
Corazón, que como un tesoro conservó
el anuncio del Ángel sobre vuestra Maternidad
la adoración de los pastores ante el pesebre
la visita de los Magos de Oriente
la profecía del anciano Simeón y el viaje a Egipto.
Corazón que sufrió la pérdida de Jesús en Jerusalén
y que nunca olvidó cómo murió en la Cruz
ni las palabras que dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo”.
Y cuando miró a Juan, Vos, nos visteis a todos nosotros
y desde ese instante nos amasteis con Amor Materno
con el mismo Corazón, que amasteis a Jesús.
Y, así, Vos, ejercisteis Vuestra maternidad desde antes
que se consumase la redención en el Calvario
pues Vos, sois Madre y corredentora nuestra desde siempre;
¡Oh!, Sagrado Corazón de María, “viva vida, virtud y luz”.
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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fuente y principio de todas las grandezas
y excelencias que os adornan y que os hacen
estar por encima de todas las creaturas
por ser Hija predilecta de Dios Padre
Madre Amada de Cristo Jesús
Amadísimo Hijo Vuestro
y Esposa fiel del Espíritu Santo.
Vuestro Corazón fue profeta en Fátima
y los Pastorcillos fieles testigos a quienes
dijisteis que Dios, salvaría al mundo,
por medio de Vuestro Inmaculado Corazón
Corazón, que como un tesoro conservó
el anuncio del Ángel sobre vuestra Maternidad
la adoración de los pastores ante el pesebre
la visita de los Magos de Oriente
la profecía del anciano Simeón y el viaje a Egipto.
Corazón que sufrió la pérdida de Jesús en Jerusalén
y que nunca olvidó cómo murió en la Cruz
ni las palabras que dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo”.
Y cuando miró a Juan, Vos, nos visteis a todos nosotros
y desde ese instante nos amasteis con Amor Materno
con el mismo Corazón, que amasteis a Jesús.
Y, así, Vos, ejercisteis Vuestra maternidad desde antes
que se consumase la redención en el Calvario
pues Vos, sois Madre y corredentora nuestra desde siempre;
¡Oh!, Sagrado Corazón de María, “viva vida, virtud y luz”.
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Junio
Sagrado Corazón de María
Sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés
La devoción al Inmaculado Corazón de María, junto con la del Sagrado
Corazón de Jesús, fue promovida por San Juan Eudes en el siglo 17.
El Papa Pío VII y Pío IX sugirieron su celebración como Purísimo
Corazón de María. En 1944, el Papa Pío extendió esta devoción a toda la
Iglesia fijando la celebración del Inmaculado Corazón de María el 22 de
agosto, ocho días después de la Asunción.
Con la renovación litúrgica, se le restó importancia a esta fiesta
para dársela a las principales fiestas marianas y, se cambió la fecha
para un día después de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
San Juan Eudes, decía que el Corazón de María es la fuente y el
principio de todas las grandezas y excelencias que la adornan y que la
hacen estar por encima de todas las creaturas; por ser hija predilecta
de Dios Padre, madre muy amada de Jesús y esposa fiel del Espíritu
Santo. Y que ese santísimo Corazón de María es fuente de todas las
virtudes que practicó.
También San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del
Inmaculado Corazón de María, profesó un inmenso amor a esta advocación.
Quiso que sus misioneros, salieran por todo el mundo extendiendo la
devoción al Inmaculado Corazón de María. Fue un profeta de Fátima,
porque en Fátima la Virgen personalmente nos manifestó que Dios quería
salvar al mundo, por medio de su Inmaculado Corazón.
La fiesta del Inmaculado Corazón de María sigue a la del Sagrado
Corazón de Jesús. El corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la
persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de
María es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la
Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón”.
El corazón de María conservaba como un tesoro el anuncio del Ángel
sobre su Maternidad divina; guardó para siempre todas las cosas que
tuvieron lugar en la noche de Belén, o la adoración de los pastores ante
el pesebre, y la presencia, un poco más tarde, de los Magos con sus
dones,… y la profecía del anciano Simeón, y las preocupaciones del viaje
a Egipto.
Más tarde, el corazón de María sufrió por la pérdida de Jesús en
Jerusalén a los doce años de edad, según lo relata San Lucas en el
evangelio de hoy. Pero María conservaba todas estas cosas en el
corazón…. Jamás olvidaría los acontecimientos que rodearon a la muerte
de su Hijo en la Cruz, ni las palabras que le oyó decir: “Mujer, he ahí a
tu hijo”. Y al mirar a Juan ella nos vio a todos nosotros. Vio a todos
los hombres. Desde aquel momento nos amó con su Corazón de madre, con el
mismo Corazón que amó a Jesús.
Pero María ejerció su maternidad desde antes que se consumase la
redención en el Calvario, pues Ella es madre nuestra desde que prestó su
colaboración a la salvación de los hombres en la Anunciación.
En el relato de las bodas de Cana, San Juan nos revela un rasgo
verdaderamente maternal del Corazón de María: su atenta disposición a
las necesidades de los demás. Un corazón maternal es siempre un corazón
atento, vigilante.
La devoción al Corazón de María no es una devoción más. Nos lleva a
aprender a tratar a nuestra Madre con más confianza, con la sencillez de
los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no sólo se
dirigen a ellas cuando están en gravísimas necesidades, sino también en
los pequeños apuros que le salen al paso. Las madres les ayudan a
resolver los problemas más insignificantes. Y ellas – las madres – lo
han aprendido de nuestra Madre del Cielo.
Hoy queremos encontrarnos con María, con nuestra madre. Si recurrimos
confiados a ella, ella nos va a decir qué debemos hacer y sentiremos su
amor por nosotros. Ese mismo amor que Jesús tiene por cada uno de
nosotros. y ella nos dirá que nos quiere, que nos quiere con toda su
alma.
Pidamos a Dios que preparó en el Corazón de María, una morada digna
al Espíritu Santo, que haga que nosotros, por intercesión de la
Santísima Virgen lleguemos a ser templos dignos de su gloria.
Consagración al Sagrado Corazón de María
Oh Corazón Inmaculado de María, por tu perfecta comunión de amor
con el Corazón de Jesús, eres la escuela viviente de total consagración y
dedicación a Su Corazón.
En tu Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin
divisiones, al Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y
exactitud; servirle con generosidad y a cooperar activa y
responsablemente en los designios de Su Corazón.
Deseamos consagrarnos totalmente a tu Corazón Inmaculado y
Doloroso que es el camino perfecto y seguro de llegar al Corazón de
Jesús. Tu Corazón, es también refugio seguro de gracia y santidad, donde
nos vamos liberando y sanando de todas nuestras oscuridades y miserias.
Deseamos pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima, sin
reservas y en total disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se
nos manifestará a través de tu mediación maternal.
En virtud de esta consagración, Oh Inmaculado Corazón, te pedimos
que nos guardes y protejas de todo peligro espiritual y físico. Qué
nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu como arde tu Corazón.
Qué unidos a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo
para el mundo, y ungidos por el poder del Espíritu Santo, seamos
instrumentos para dar a un mundo tan árido y frío, el amor, la alegría y
la paz del Corazón de Jesús.
Consulta también al P. Jesus Martí Ballester en su artículo El
Inmaculado Corazón de María y Fiesta del Inmaculado Corazón de María
(http://es.catholic.net/celebraciones/120/302/articulo.php?id=2113)