Oh, San Juan I Papa; vos, sois
el hijo del Dios de la vida y
su amado santo y, el que, a los
arrianos herejes fustigasteis
con la verdad de la fe, que sólo
habita en Nuestra Santa Madre
Iglesia. Y, aquellos, con vos,
temblaron, como viento en plena
tempestad y, desde el día aquél,
no fueron nunca más. Y, aunque
Teodorico, reyezuelo, cobró
venganza con vos; Aquél que todo
lo ve, os premió coronándoos
con corona de luz, que hoy lucís
y gozáis, como justo premio a
vuestra entrega de amor y fe;
Oh, San Juan I, Papa y Mártir.
el hijo del Dios de la vida y
su amado santo y, el que, a los
arrianos herejes fustigasteis
con la verdad de la fe, que sólo
habita en Nuestra Santa Madre
Iglesia. Y, aquellos, con vos,
temblaron, como viento en plena
tempestad y, desde el día aquél,
no fueron nunca más. Y, aunque
Teodorico, reyezuelo, cobró
venganza con vos; Aquél que todo
lo ve, os premió coronándoos
con corona de luz, que hoy lucís
y gozáis, como justo premio a
vuestra entrega de amor y fe;
Oh, San Juan I, Papa y Mártir.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Sábado 18
San Juan I
Papa y mártir
(año 526)
San Juan I
Papa y mártir
(año 526)
Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy grave y contrario a la religión Católica).
El rey Teodorico obligó entonces al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de esa gran ciudad.
Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.
Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.
Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.