Crucifixión
Os miro mi Señor en la cruz clavado
y llora por dentro mi mísera alma
Es cierta mi culpa, mi alma clama
a ese madero, el haberos llevado.
Os miro en llanto envuelto mi Cristo amado
¿Que Os han hecho, mis hermanos sin alma?
¿Es acaso verdad lo que atisba mi alma?
ver Vuestro rostro de moretones inflamado
Vuestro cuerpo; sed y harto vilipendiado
pies y manos clavados, lanza en el costado
y de espinas corona, martirio prolongado.
Mofa y burla del ladrón y del soldado
siete palabras para el hombre desalmado
y clamais a Vuestro Padre, ser consolado.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Viernes Santo
En este día se rememora la muerte de Cristo crucificado. El Viernes
Santo se recuerda el vía crucis, así se llama al camino que Jesús tuvo que
recorrer llevando sobre sus hombros el madero en el cual iba a ser crucificado.
Su muerte en la cruz y su sepultura. Constituye el núcleo central de la Semana
Santa.
Es el ecuador de la Semana Santa, el día de los penitentes donde se
hace palpable la solemnidad de la festividad. La calle es tomada por los
penitentes que visten los capirotes y expían sus culpas en las
procesiones.
Es el día del máximo dolor y de la muerte de Jesús. Día de riguroso luto y no
se celebra misa, sino un rito de oración, es el único del año en que no se
celebra para expresar el luto de la iglesia. Se lee la Pasión según san Juan, se
reza por todas las causas en una continua ceremonia de arrodillarse y
levantarse, y en el centro de la celebración está la solemne adoración de la
Cruz, pero como ya hemos mencionado no es una misa, sino un rito de oración. La
mañana de este día se dedica a prácticas piadosas como el Vía Crucis, la visita
a los monumentos, las procesiones penitenciales.
Aparte de la celebración del Via Crucis, también se puede asistir al
Sermón de las 7 palabras , llamado también De la bofetada, por recordarse en él
los últimos momentos de la vida de Jesús, desde que lo juzga el Sanedrín y
recibe la bofetada, hasta que muere en la cruz después de pronunciar su última
palabra. En muchos pueblos, éste se escenifica por las calles, mientras un
penitente representa a Jesús y sufre los castigos que a él se le infligieron
cumpliendo así una promesa.
El sermón de las Siete Palabras
Esta devoción consiste en reflexionar en las últimas siete frases que
pronunció Jesús en la cruz, antes de su muerte.
Primera Palabra
“Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen”. (San Lucas 23,
24)
Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de ser
Dios, no se ocupó de probar su inocencia, ya que la verdad siempre prevalece.
Nosotros debemos ocuparnos del juicio ante Dios y no del de los hombres. Jesús
no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo pidió para quienes lo
acusaron. Nosotros no somos nadie para juzgar. Dios nos ha perdonado grandes
pecados, por lo que nosotros debemos perdonar a los demás. El perdonar ayuda a
quitar el odio. El amor debe ganar al odio. La verdadera prueba del cristiano no
consiste en cuánto ama a sus amigos, sino a sus enemigos. Perdonar a los
enemigos es grandeza de alma, perdonar es prueba de amor.
Segunda Palabra
“Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso”. (San Lucas
23,43)
Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y el
sufrimiento. La manera como reaccionemos ante el dolor depende de nuestra
filosofía de vida. Dice un poeta que dos prisioneros miraron a través de los
barrotes de su celda y uno vio lodo y otro vio estrellas. Estas son las
actitudes que se encuentran manifestadas en los dos ladrones crucificados al
lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor y el otro sí lo hizo.
Necesitamos espiritualizar el sufrimiento para ser mejores personas. Jesús en la
cruz es una prueba de amor. El ladrón de la derecha, al ver a Jesús en la cruz
comprende el valor del sufrimiento. El sufrimiento puede hacer un bien a otros y
a nuestra alma. Nos acerca a Dios si le damos sentido.
Tercera Palabra
“Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre”. (San Juan 19,
26-27)
La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres. El amor busca aligerar al
que sufre y tomar sus dolores. Una madre cuando ama quiere tomar el dolor de las
heridas de sus hijos. Jesús y María nos aman con un amor sin límites. María es
Madre de cada uno de nosotros. En Juan estamos representados cada uno de
nosotros. María es el refugio de los pecadores. Ella entiende que somos
pecadores.
Cuarta Palabra
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (San Marcos 15,
34)
Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre. Estas palabras
nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado es la muerte del alma.
La bondad es el constante rechazo al pecado. El pecado es el abandono de Dios
por parte del hombre. El hombre rechazó a Dios y Jesús experimentó esto.
Quinta Palabra
“¡Tengo sed!” (San Juan 19, 28)
La sed es un signo de vida. Tiene sed de dar vida y por eso muere. Él tenía
sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin sus ovejas. Durante
toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores del cuerpo no eran nada en
comparación del dolor del alma. Que el hombre despreciara su amor le dolía
profundamente en su corazón. Todo hombre necesita ser feliz y no se puede ser
feliz sin Dios. La sed de todo hombre es la sed del amor.
Sexta Palabra
“Todo está consumado”. (San Juan 19, 30)
Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la
voluntad de su Padre. Su misión terminaría con su muerte. El plan estaba
realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos salvado
nuestras almas. Todo lo que hagamos debe estar dirigido a este fin. El
sufrimiento, los tropiezos de la vida nos recuerdan que la felicidad completa
solo la podremos alcanzar en el cielo. Aprendemos a morir muriendo a nosotros
mismos, a nuestro orgullo, nuestra envidia, nuestra pereza, miles de veces cada
día.
Séptima Palabra
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (San Lucas 23, 46)
Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se
abandona en las manos de su Padre.
Estas palabras nos hacen pensar que
debemos de cuidar nuestra alma, no sólo nuestro cuerpo. Jesús entregó su cuerpo,
pero no su alma. Devolvió su espíritu a su Padre no con grito de rebelión sino
con un grito triunfante. Nadie nos puede quitar nuestro espíritu. Es importante
recordar cual es nuestro destino en al vida para no equivocarnos de camino a
seguir. Jesús nunca perdió de vista su meta a seguir. Sacrificó todo para
alcanzarla. Lo más importante en la vida es la salvación de nuestras almas.
Es el segundo gran día de las procesiones en que se vuelca el dolor
por la muerte de Cristo y el dolor de su madre. Todas las procesiones que hoy
desfilen estarán marcadas por la seriedad y sobriedad. Muchas de ellas con
nombres como: Monte Calvario, El Sepulcro, El descendimiento…que no dejan duda
de lo que hoy se conmemora.
Hoy veremos multitud de manifestaciones del calvario y la crucifixión de
Cristo, las procesiones mantendrán un carácter sobrio y de luto a lo largo del
día. Hoy no hay lugar para los pasos más alegres.
Entre las 3 y las 6 de la tarde, para hacerla coincidir con el
momento en que se produjo la crucifixión y muerte de Cristo, se celebra un acto
litúrgico para conmemorarlo. Los crucifijos están tapados con un velo morado
hasta la hora de la crucifixión en que son descubiertos.
Hoy es el gran día de los penitentes, el día de las procesiones en
que nuestros antepasados exhibían públicamente su condición de condenados e
imploraban el perdón. Los penitentes cumplen las promesas más atrevidas que se
hicieron en momento de desesperación. Van con la cara cubierta con sus
capirotes. Muchos descalzos, algunos con cadenas, otros con una cruz a cuestas…
A diferencia de la Semana Santa de otros países la española no cuenta con las
imágenes truculentas que podemos ver en algunas procesiones como las de
Filipinas o en Méjico…los pasos de los penitentes son duros, pero no llegan en
ningún momento a crucifixiones reales, ni a mostrar las espaldas heridas de los
mismos, como hemos visto en otras celebraciones.
Los pasos se acompañan de los cantos desgarradores de las saetas, muchos
actos se ajustan a las horas entre las 3 y las 6 de la tarde, supuesta hora en
la que Jesús fallece. Se celebra la MADRUGÁ, en la que los cofrades se visten de
negro para acompañar al Cristo.
Son las procesiones más sobrecogedoras: en absoluto silencio que
permite oír el pisar de los pies, el arrastrar de cadenas, un silencio roto de
vez en cuando por austeras y breves intervenciones de la banda de música, o por
saetas desgarradas. Es el día más abundante en procesiones.
En Sevilla, en concreto, ciudad que utilizamos como referente de esta
celebración, cuando las procesiones del jueves santo han regresado a las
diferentes iglesias y parroquias comienza la espectacular MADRUGÁ. Para esta
espectacular madrugá salen 6 pasos, en su mayoría vestidos de negro dando una
sensación al ambiente difícil de explicar, hay que estar allí para saber lo que
se siente, ya que aunque no se sea creyente, el turista queda contagiado por el
fervor y la solemnidad que se vive en los actos del Viernes Santo.
Al ser el día más importante de toda la Semana no podemos apuntar ninguna
procesión en concreto que ver…cualquiera de ellas nos ofrecerá una gran
espectacularidad, es el día que no hay que perderse…los días vividos
anteriormente nos preparan para explotar en este día supremo.